11º- Persecución y discusión
Unos días más tarde, todo iba mejor entre Izan y Rosa, su amor crecía poco a poco. Pero Rosa tenía que esconder un secreto. Cada día al salir del colegio, sentía que la vigilaban, y no tardó mucho en darse cuenta de que era Ángel.
A lo lejos la miraba y hacía fotos, lo que intimidaba mucho a Rosa y la atemorizaba. Pero se resistía a contárselo a Izan, pues sabía lo temperamental que era y no quería que se metiera en un problema por su culpa.
Pero el asunto de Ángel cada vez iba a peor. La seguía con más descaro, mucho más cerca y eso la asustaba cada vez más. Hasta que una tarde, echó a correr, no sabía por qué, pero ese día sentía que algo malo podía pasarle.
Llegó a casa muy nerviosa y asustada, y algunas lágrimas habían empezado a caer por sus mejillas. Intentó disimular todo lo que pudo, pero su cara era de auténtico terror.
Izan al verla se asustó, sujetó la cara de Rosa entre sus manos para mirarla a los ojos. – ¿Qué te ocurre? –preguntó. –Parece que viste a un fantasma.
-No… no es nada. –balbuceó. –es que… estoy destemplada…
-¿Destemplada? –preguntó él extrañado. –Si vienes con la chaqueta hasta arriba.
Rosa intentó cambiar de tema, y que se le olvidara, que no le hiciera más preguntas. –Me voy a duchar y cambiarme de ropa.
-No cambies de tema. –dijo él deteniéndola.
-No cambio de tema. –respondió. –Estoy destemplada y con la ducha quiero coger temperatura.
Rosa se fue a la ducha y él se quedó pensativo y muy preocupado. Esperó a que ella terminara de ducharse y cambiarse. A los quince minutos, terminó y fue al salón sabiendo que no se lo podía esconder, por lo que iba temerosa, él al verla se puso a hablar.
-No me mientas, dime ¿Por qué llegaste asi de asustada?
-Porque… porque parecia que me estaban siguiendo. -respondió ella sin mirarle a los ojos.
-¿Siguiendo? –preguntó. -Ha sido Ángel, ¿verdad?
Rosa se puso nerviosa al escuchar el nombre, además no quería ni recordar que la llevaba siguiendo unos días. Pero sabía que no le quedaba más remedio que decírselo, pues tarde o temprano se iba a enterar.
-Sí, ha sido él. –respondió asustada.
-¿CÓMO? –gritó furioso.
-No grites, ya lleva varios días siguiéndome, y no ha pasado nada. –dijo. Y automáticamente se tapó la boca, al darse cuenta de lo que había dicho.
-¿QUÉ? ¿QUÉ ESTÁS DICIENDO? –su furia aumentaba por momentos. -¿QUÉ ESE LLEVA SIGUIÉNDOTE VARIOS DÍAS Y ME TENGO QUE ENTERAR AHORA?
-No ha pasado nada.
-¡Hasta que pase algo! –dijo enfadado. – ¿No te das cuenta de que al no habérmelo contado te podía haber pasado algo?
-No te pongas así. –dijo. –pensaba contártelo.
-¿Y por qué no lo habías hecho hasta ahora? –preguntó.
-No sé…
¿Qué no sabes? –preguntó. –Si no sabes sería porque querías esconderlo y no decir nada.
-No es eso, es que quería evitar que te enfadaras.
-¿Y por eso te callaste algo tan grave?
-No lo veo tan grave, es que estás exagerando… -dijo ella nerviosa.
-¿Exagerando? –preguntó. – ¿estoy exagerando cuando me entero de que un gilipollas y cabrón, está siguiendo a mi novia para hacerla de todo? –su estado estaba cada vez más alterado.
-No digas eso…
-¿Qué no diga eso? –preguntó. – ¡Parece que estás deseando que te coja para hacerte de todo!
-¡Pero que dices! si fuera eso no intentaría evitarle como hago todo el día en el colegio- dijo ella.
-Deberías habérmelo dicho el primer día hubiera ido a por ti al colegio y esto no pasaría. -respondió Izan intentando calmarse.
-No le daba mucha importancia hasta hoy- dijo Rosa. Pero en cuanto dijo la última frase se tapó la boca.
¿Qué paso hoy? -preguntó él mandando a la mierda lo que había conseguido.
-Parecía que me seguía más rápido. Tuve que correr. Por eso vine así de asustada. –respondió ella. –Además, no puedes estar todo el día detrás de mi, eres mi novio no mi guarda espaldas.
-Pero si estoy contigo ese idiota no se atreverá a seguirte. Te recuerdo que puedo con él. –dijo Izan acercándose a ella.
-Ya, pero te repito no puedes estar todo el día conmigo o ¿te tengo que recordar que tiene que seguir en el trabajo? –le preguntó ella por fin, atreviéndose a mirarle a los ojos por primera vez.
-No me lo recuerdes… que solo de pensarlo me pongo enfermo.- dijo Izan apretando los puños. –Pero por lo menos en el colegio no te puede hacer nada, porque estas rodeada de gente y sobre todo del director.
-Pero aun así no puedes ser tan sobre protector. Yo te lo agradezco, pero también tienes tu trabajo, tus amigos no solo soy yo. –dijo ella abrazándole por la cintura y mirándole a los ojos.
-Tú eres lo más importante de mi vida. Lo demás me da igual con tal de que tú estés bien y a salvo, eso es lo único que me importa. -respondió Izan atrayéndola mucho más hacia él.
-Pero no solo soy yo. Además ya sabes que no me gusta tener guardaespaldas, ni perritos falderos, que soy más de ir por libre. –dijo ella apoyándose en su pecho.
Qué bonito! Espero que deje de seguirla... Seguid escribiendo así!
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