10º- Miedos
Pasados unos días, Rosa estaba tranquilamente en el colegio. Ángel se pasó por el colegio, con la escusa de mirar unos documentos. Se encontró con Rosa en el pasillo, y se acercó a ella. - Hola ¿Cómo estas?
-Muy bien, gracias- respondió sin mirarle.
-¿Por qué no me miras?- preguntó desconcertado.
-Porque no tengo porque hablar contigo. No te perdono y nunca te perdonaré. – respondió muy seria.
Ángel se acercó más a ella e hizo que le mirara. - Perdóname lo hice sin pensar. Yo nunca me comporto así y menos con alguien que me importa tanto como tú. Por favor, perdóname.
-No sé lo que voy hacer. Me intentaste hacer algo muy fuerte, me intentaste violar. –le recordó. -Yo con los violadores no quiero tener nada que ver. –contestó. -Además si lo hiciste una vez ¿Quién me dice a mí que no lo puedas volver a intentar?- preguntó Rosa con miedo.
-Porque me gustas. Me gustas mucho y solo pienso en ti a todas horas. - respondió Ángel.
-Pues yo no. Estoy muy a gusto con Izan, y ni me acuerdo de ti.- contestó Rosa.
Esa respuesta, sacó de sus casillas a Ángel. La acorraló contra la pared- ¿Así que con él si que te acuestas pero conmigo no?
Antes de que Rosa pudiera responder llegó Estela y dijo. - ¿Qué esta pasando aquí?
Ángel al oír a Estela, sin darse cuenta, soltó a Rosa. Ella al instante cogió sus cosas y salió corriendo. Se marchó a la calle porque ya era su hora de salir, fue corriendo a los brazos de Izan. Él al verla llorando y tan asustada se alarmó mucho. Así que la abrazó y le preguntó muy preocupado- ¿Qué te pasa princesa, que estas así de asustada?
-Ángel- dijo ella como pudo.
En ese momento, Izan se puso muy furioso. La dijo mintiéndola lo más tranquilo que pudo, para que no notara su furia. - Métete en el coche, voy a hablar con el director. Ella solo asintió y le dijo. - ten cuidado, por favor.
-Tranquila mi preciosa niña, no me va a pasar nada. - respondió Izan cerrando la puerta de Rosa.
Izan se dirigió al colegio. Buscó a Estela para hablar con ella. Cuando la encontró, preguntó por el altercado con Ángel. Pero mientras que hablaba con ella, una voz les interrumpió. –Aquí estoy, idiota ¿Qué quieres?
-Quiero que dejes en paz a mi novia ¿no ves que no quiere saber nada de ti?- preguntó Izan muy cabreado.
-Me da igual que no quiera. Ella me va a perdonar y va a cortar contigo para estar conmigo o ¿no ves qué no te quiere, y qué no le gustas? –preguntó. -En cambio yo le encanto- respondió Ángel con aires de superioridad y de creído.
-Si por eso está conmigo ¿no? –le preguntó. –Por eso ha salido corriendo en cuanto ha podido ¿no?- preguntó Izan.
-Ya estará conmigo. Tú por eso no te preocupes. Siempre consigo lo que quiero y a ella la quiero más que a nada en este mundo. –dijo. – Solo que cometí un error, yo no digo que no- dijo Ángel.
Izan hizo caso omiso de las palabras de Ángel, se marchó al coche, se montó sin decir una palabra y arrancó haciendo que las ruedas chirriaran de forma estridente. Rosa al ver si reacción se asustó. – ¿Qué es lo que ha pasado en el colegio?
-Nada. –dijo apretando los puños en el volante.
-Entonces ¿por qué estás tan malhumorado?
-Cambiemos de tema, por favor… -pidió intentando controlar su mal humor. – ¿Cómo te fue con los peques?
-Bien, como siempre. –contestó. –Pero estoy preocupada. ¿Qué ha pasado con Ángel?
-Nada, solo cruzamos cuatro palabras. Nada de importancia.
-Si no es nada de importancia, ¿Por qué estás tan furioso? –preguntó preocupada por la respuesta que le fuera a dar.
-Es un chulo y un engreído. –dijo. –Como vea que se vuelve a acercar a ti, no respondo de mis actos.
-No te pongas así.
-¡Sí me pongo así! –dijo levantando la voz. –Ese cerdo estuvo a punto de violarte ¿O es que ya se te ha olvidado? –preguntó enfadado.
-¡Claro que no! –gritó ella. –Jamás podré olvidarlo, y menos si me lo recuerdas todos los días…
Rosa estaba emocionalmente frágil, a punto de derrumbarse y las palabras de Izan no la ayudaban demasiado. Él se dio cuenta de que no debió llevar la conversación por ese camino, pues sabía lo mucho que sufría ella por el tema.
-Perdóname… no quería hacerte recordar algo tan espantoso. –dijo con voz de arrepentimiento.
-Mira cielo, todo lo que está pasando estos días es algo que todavía me supera, porque no se cómo actuar. –dijo ella. –Me siento rara, porque tengo miedo a todas horas.
-¿Miedo de Ángel? –preguntó. –Jamás permitiré que vuelva a ponerte ni un dedo encima.
Llegaron a casa de Rosa e Izan aparcó el coche. Ella le miró y acarició su brazo. –No es eso. –Contestó –Tengo miedo a perderte…
-¿Por qué? –preguntó mirándola a los ojos. –Llevaba toda la vida esperándote. No voy a dejarte escapar ahora que tengo tu amor.
Ella derramó algunas lágrimas ante semejante declaración de amor. Ella temía que su historia de amor, que había empezado casi sin darse cuenta, se terminara. –Pues tengo miedo de que te guste otra chica que sea más bonita que yo y te vayas de mi lado…
Izan se rió ante la confesión de su novia. – ¿Pero cómo puedes pensar algo así, mi niña tonta? –preguntó con una sonrisa en los labios. –Llevo toda la vida enamorado de ti, me tienes loco por ti hasta los huesos. Solo tengo ojos para ti, y eso siempre será así. –dijo para luego besarla con mucha dulzura, haciendo que ella se sonrojara por tales palabras.
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