7º-Sentimientos confundidos
Pero Rosa estaba demasiado asustada para contestar. Lo único que pudo hacer fue abrazarse a su amigo. Lloró con más fuerza, pero de alivio porque estaba a salvo. Dio las gracias porque hubiera llegado a tiempo.
No se dieron cuenta de que Ángel se levantó y se acercó a ellos. Golpeó la espalda de Izan, que emitió un grito desgarrado. Empezaron una dura pelea de puñetazos y patadas, que daban y recibían por igual.
Rosa lo observaba todo temblando. Tenía miedo por si Izan resultaba herido. Estaba aterrada ante la idea de que le ocurriera algo. Era su amigo del alma, pero… le observaba de forma distinta.
Ya no veía a aquel chico con cara de niño que siempre le había sacado una sonrisa. Veía a un gran hombre, musculoso, fuerte, con carácter, que la estaba protegiendo y defendiendo.
Pero Izan empezó a tener ventaja. Llevaba muchos años haciendo deporte y sabía muy bien cómo defenderse, así que no le costó demasiado tumbar a Ángel. Izan iba a darle otra buena cantidad de golpes pero Rosa se lo impidió.
-Ya no le pegues más. –pidió.
-¿Le defiendes a pesar de que ha intentado violarte? –preguntó furioso.
-No le defiendo. –contestó. –Solo quiero ir a casa y olvidarme de todo.
Él al verla tan frágil y vulnerable se calmó. En ese momento solo ansiaba tenerla en sus brazos para consolarla y protegerla. Soltó la camiseta de Ángel y se acercó hasta Rosa.
Ella se agarró a él, y después de colocarse la ropa, se dirigieron a casa de Rosa, caminando en silencio. Subieron a casa y se sentaron en el sofá sin decir ni una palabra, hasta que Izan rompió ese silencio.
-Cuando vi lo que ese canalla intentaba hacerte… -dijo apretando los puños.
-No quiero que lo menciones. –contestó. –Tú tenías razón y yo no quise escucharte. –añadió.
-Eso ahora da igual.
-No da igual. –dijo. –Yo me porté muy mal contigo. No tuve en cuenta tus sentimientos, y aún así me has ayudado.
-Siempre te ayudare. Estés como estés, estemos como estemos. Me importas demasiado como para no hacer una cosa así por ti. - respondió Izan abrazándola.
¿En serio? –preguntó sonriendo.
-Pase lo que pase, siempre estaré para protegerte y cuidarte. –Juró Izan acariciándole la espalda.
Ambas miradas se cruzaron. No hacían falta las palabras, los dos con una simple mirada se lo podían decir todo.
Izan ya estaba algo más tranquilo de verla a salvo y algo más calmada. Ella se sentía muy protegida en sus brazos, también sabia que jamás le haría daño y que estaba dispuesto a cualquier cosa por ella.
Rosa se olvidó de lo que había pasado con Ángel, dado que estaba en su casa con una persona magnifica. No entendía lo que la estaba pasando. Algo estaba cambiando ya no le veía como siempre, algo en su interior se estaba removiendo y ella todavía no sabia que era o que significaba.
Sabiendo que nunca le haría daño, ella dejó que su cuerpo actuara solo. Se fue acercando poco a poco a él, hasta que los labios de ambos se juntaron suavemente, fue un beso corto pero muy calido y tierno.
Una vez que ese beso acabó, los dos se miraron intensamente a los ojos. Ninguno de los dos había planeado esa situación. No tenían pensado que pasara algo por el estilo, después de que Rosa viviera lo que vivió hacía apenas unas horas con Ángel.
Rosa se dio cuenta de lo que acababa de hacer y saltó del sillón. Se puso de pie y dijo.- ¡lo siento!
-Sshhh tranquila no pasa nada. No te voy a agobiar ni nada. - respondió Izan poniéndose de pie a su lado para tranquilizarla
-No debí hacerlo. Es como jugar contigo.- contestó Rosa negando con la cabeza.
-No juegas conmigo. Porque si hubiera sido así yo me hubiera apartado y no lo hice. Además me encanto- dijo Izan sonriente. - ¿es que estás confundida?
-Si… bueno no, bueno no sé. Además esto no puede seguir así. Tú y yo somos amigos y si esto cambia… no quiero ni pensarlo…- respondió Rosa mirando al suelo.
-Sshhh cálmate, tranquila. - intentó calmarla Izan.
Pasaron unos días y los dos estaban muy extraños. Izan porque había conseguido robarle un beso a su preciosa Rosa. Ella porque estaba extraña pero feliz. Aunque, a la vez, estaba muy confundida. Tenía mucho miedo a que su amistad se acabara; además tenía miedo de que llegara a confundir sus sentimientos y perderlo del todo y para siempre.
Izan fue a verla porque ella seguía extraña. –No te sientas extraña. Haz lo que sientas, no tengas miedo. A mi no me vas a perder. –dijo. -Pase lo que pase, ya te lo dije. Pero tienes que aclararte, así no puedes estar.
-Ya lo se pero tengo miedo y ¿si me confundo? Y ¿si sale mal?... y si…- dice Rosa empezando a híper ventilar.
-Ssshhh tranquila no te agobies. –intentó calmarla. –No tengas miedo, yo siempre voy a estar contigo. –dijo. –Y si descubres que fue una confusión del momento, seguimos como siempre y ya esta. –añadió muy tranquilo.
-¿Y tú? –preguntó. -No quiero que sufras y mucho menos por mi culpa. No me lo perdonaría nunca- dijo Rosa mirándole triste.
-Por mi no te preocupes, yo voy a estar bien. Mientras estemos juntos sea como amigos o como algo más- respondió Izan.
Rosa empezó a pensar sin mirarle, sin saber que lo va a decir en alto. - ¿Y cómo dejo de estar confundida?
Izan al escucharla comenzó a reírse a carcajadas, y Rosa se quedó extrañada. - ¿Qué te pasa? ¿Me oíste?
-Si, lo dijiste en alto, jeje. -respondió Izan.
Ella se sonrojó e Izan dijo. - Es muy sencillo. Cierra los ojos y escucha lo que tu corazón te dice. - Rosa le hizo caso y cerró los ojos. Pasados unos minutos los abrió y sonrió.
-¿Qué? ¿Qué te dijo?- preguntó Izan con mucha curiosidad.
Rosa se lanzó a su cuello sonriendo. Y cuando ya estaba con los brazos alrededor de su cuello le dijo juguetona. - ¿Quieres saber lo que me dice?
-Claro que lo quiero saber. – respondió Izan un poco asustado.
Rosa sonrió aun más y le dio un pequeño beso en los labios. Le miró tímidamente porque no sabía si él quería que siguiera o no. Pero Izan sonrió y empezó un beso muy tierno y suave.
oooooooooo
ResponderEliminarque bonitoooo
Me encanttaaaaa
esta guapisimo!
ResponderEliminarespero q sigais subiendo ^^