lunes, 27 de diciembre de 2010

Amistad y amor capítulo 22

22º-Desconfianza y miedos

Al día siguiente, Kira abrió lentamente los ojos. Le sorprendió ver que se encontraba en la cama. No recordaba haberse ido a dormir a una de las habitaciones de la casa de su hermana.

Se incorporó y vio que a su lado estaba Aitor. Sentado en el suelo pero con la cabeza apoyada en la cama. Eso la sobresaltó, pero se quedó mirándolo intensamente. Estaba allí, incómodamente en el suelo y eso la conmovió.

Se daba cuenta de que era muy guapo. Recordó entonces el encontronazo con Álvaro y se puso a temblar. Se levantó de golpe para dejar de temblar, y con tanto jaleo Aitor se despertó.

-¿Qué pasa? ¿Estás bien? –preguntó levantándose aceleradamente.

-Si. –respondió.

Pero al hablar se dio cuenta de que el rostro le dolía y siseó de dolor. Aitor se acercó a ella, acariciando su mejilla con ternura. –Ese bruto te hizo un buen moratón… -dijo preocupado.

-Parece que si, porque me duele toda la cara… -dijo asustada recordando lo ocurrido.

Empieza a llorar a causa del miedo. Aitor al verla tan frágil no pudo evitar acercarse y abrazarla cariñosamente. Pero Kira se aleja muy asustada. –Lo siento, yo… -dijo antes de salir de la habitación.

Salió directa al comedor, se sentó en el sofá acurrucándose sobre su cuerpo. Rosa al ver así a su hermana se asustó y fue a su lado. –Hermanita ¿Qué te ocurre? ¿Te ha pasado algo?

-Yo… yo… -balbuceaba. –Estoy asustada.

-Es normal. Pero aquí solo estamos personas que nos preocupamos por ti.

-Pero Aitor…

-¿Es que te ha hecho algo? –preguntó sobresaltada.

-No, bueno… me ha abrazado y yo… he salido corriendo. –reconoció jugando con sus manos.

-No es mala persona, es un chico estupendo. –dijo su hermana cogiéndole la mano.

-Lo sé, y… yo no quiero estar asustada, pero lo estoy. –contestó. –No sé si se acerca a mi por interés o porque le importo de verdad.

-Aitor es un buen chico. Nunca te haría daño, al contrario. –dijo ella.

Las dos hermanas se abrazaron. Lo que no sabían era que Aitor estaba en el pasillo. Había salido porque quería ir a la cocina, y de casualidad lo había escuchado todo.

Él sentía algo profundo por Kira, un amor a primera vista como nunca le había pasado. Y saber que ella temía a los hombres y desconfiaba de él, era algo muy duro. Se derrumbó en el suelo.

Ocultó el rostro entre las manos, estaba derrotado y sentía un gran vacío. Izan salió del baño y vio a su hermano en el suelo, lo que le asustó. –Hermanito, ¿Por qué estás en el suelo?

-Por ella… -susurró.

-¿Es que ha pasado alguna cosa entre vosotros? –preguntó.

Aitor estuvo relatando en voz baja lo que había escuchado. Su hermano intentó animarle como buenamente pudo. –Es normal que la pobre esté así después de lo que pasó. Seguro que en poco tiempo vuelve a ser la de antes.

Yo… me gusta mucho y no quiero verla así. –dijo con los ojos humedecidos.

-Seguro que cuando esté mejor podréis conoceros bien. –intentó reconfortarle Izan.

-¿Y cómo? –preguntó. –Desconfía de que mis intenciones sean sinceras con ella.

-Debes comprenderla. –dijo. –Tú solo… ten paciencia.

-Ya si yo voy a tener mucha paciencia, pero me duele verla así. –respondió Aitor.

Aitor se levantó del suelo y fue al comedor. Miró a Kira. Ella le observaba con la mirada triste, como diciéndole con los ojos “lo siento”. Él hizo un gesto como diciéndola que no pasaba nada.

Él intentó probar una cosa. Se sentó al lado de Kira. Ella se alejó de él y se pegó más a su hermana.

-Aitor ¿puedes venir un momento a la cocina a ayudarme con unas cosas?- preguntó Rosa mirándole.

-Si, claro. –respondió levantándose.

Se levantaron y fueron directos a la cocina sin pronunciar palabra. Rosa se sentó y él hizo lo mismo. – ¿En qué quieres que te ayude?

-En realidad yo quiero hablar contigo. –respondió. –De mi hermana.

-¿Qué quieres hablar de ella? –preguntó.

-Mira, yo sé que te gusta, y que eres un buen chico. Sabes que te quiero con locura. –dijo. –Pero mi hermana ha pasado algo espantoso y desconfía de los hombres.

-Pero yo no voy a hacerla daño.

-Yo lo sé, y ella también. –contestó. –Pero tienes que entenderla. Además no quiero que la agobies, porque se sentirá peor.

-Lo único que quiero es protegerla y quererla. –dijo con tristeza.

-Ya lo sé. –respondió dándole un abrazo. –Tú tan solo dale tiempo. Sé un apoyo para ella, pero sin agobiarla ni estar todo el día encima de ella. Seguro que con el tiempo, ella vuelve a ser la de antes.

-¿Y cómo soy su apoyo? no sé cómo hacerlo.- preguntó Aitor muy interesado.

-Siendo su amigo, su confidente, como fue tu hermano conmigo. - respondió Rosa con una sonrisa. –Habla con tu hermano y que él te ayude.

-Vale.- Respondió él yéndose a buscar a su hermano.

Rosa volvió al comedor con su hermana y Kira le preguntó. - ¿En que te tenia que ayudar?

-En darme una cosa que no alcanzaba. –mintió su hermana con una sonrisa.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Amistad y amor capítulo 21

21º-Malas compañías traen malas situaciones

Fue un día largo para Aitor, no paraba de imaginarse la preciosa cara de Kira mirara a donde mirara. Por la tarde, Izan y Aitor se pusieron en la salita a jugar a la consola. Mientras Rosa se puso a leer un rato.

Rosa llevaba un rato leyendo cuando llamaron a la puerta. Abrió y sus ojos casi se salieron de sus órbitas por lo que estaba viendo. Kira estaba en la puerta, muy asustada, llorando intensamente y con un gran moratón en la cara.

-¿QUÉ TE HA PASADO? –preguntó de los nervios.

Pero su hermana no fue capaz de responder. El miedo que la recorría por dentro solo la permitió abrazarse fuertemente a Rosa para llorar con desesperación. Ella abrazó a su hermana para intentar consolarla.

La llevó al comedor y se sentaron. Rosa había dejado escapar alguna lágrima al ver así a su hermana en ese estado. Tras un rato, Kira ya parecía más tranquila, así que su hermana pensó que debía preguntar por lo ocurrido.

-Nena... ¿Qué te ha pasado? –preguntó.

-Pues... es que... –estaba dubitativa y asustada. –Estábamos dando un paseo Álvaro y yo y...

-¿Qué pasó?

-Me encontré con un compañero del trabajo. Estuvimos hablando un poco y luego seguimos con el paseo. –explicó. –Cuando seguimos el paseo Álvaro se puso a discutir, estaba celoso porque había hablado con mi compañero y... –más lágrimas siguieron cayendo por su rostro. –Me pegó...

Eso hizo que volviera a llorar más desgarradoramente, mientras su hermana la abrazaba furiosa por lo que acababa de escuchar. Lo que no sabían es que Aitor había salido para ir a la cocina y lo había escuchado todo.

Al escuchar esa frase enloqueció. Intentando controlarse, llegó a la salita de nuevo. Le contó todo a su hermano. Izan intentando controlarse fue al salón y abrazó a Kira muy fuerte y Rosa dijo. - ¿Cómo te enteraste?

-Aitor os escuchó y me lo contó. Será hijo de mala madre… como lo vea, lo mato. - juró soltando su furia.

-Hermanito, no te adelantes por que antes voy yo. Luego si quieres hacer algo con sus restos adelante. Pero déjamele a mi primero. – dijo Aitor.

- ¿Primero vas tú, Aitor? ¿Pero por qué?- pregunta Kira atonita




-Por que no soporto que maltraten a las mujeres o que se crean superiores a ellas. -respondió Aitor intentando que no se notara que mentía.

Kira no dijo nada. Tampoco es que pudiera decir mucho con lo asustada que estaba. Mientras la estaban intentando calmar, sonó el timbre. Rosa se levantó para ver quien era. -¿Quién es?

-Rosa, soy yo. Por favor, ábreme. -respondió Álvaro detrás de la puerta.

Kira se puso muy tensa y rígida y miró a su hermana con miedo. Ella le hizo una señal para que se pusiera detrás de Aitor, ella le hizo caso y se puso detrás mientras que Rosa dijo. - ¿Qué quieres? Aquí no se te perdió nada

-Rosa, por favor abre. Sé que Kira esta ahí contigo y necesito hablar con ella, por favor.- dijo Álvaro con voz suplicante.

-Ábrele. Y tranquila, que no os va a tocar a ninguna de las dos. -dijo Izan.

Rosa finalmente, abrió la puerta no demasiado convencida y dijo muy seca. - ¿Qué quieres?

-Ya te lo he dicho, hablar con mi novia. Quiero pedirle perdón e intentar que me perdone- dijo Álvaro buscando a Kira con la mirada y la encontró detrás de Aitor.

Pero Kira al ver que la había encontrado se asustó más, a la vez que se abrazó fuertemente a la espalda de Aitor. Él no dejaba de sonreír por dentro.

-Mi amor, ven no te voy a hacer nada. Soy yo, tu niño- dijo Álvaro acercándose a ella pero Izan le cortó.

-¿Dónde te crees que vas?

-Con mi novia, con quién si no. - dijo Álvaro, apartando a un lado a Izan, cosa que no consiguió.

-Me temo que eso no es posible. Ella no quiere saber nada de ti. - dijo Izan enfrente de él con los puños cerrados.

-¿Y tú como sabes eso?- preguntó Álvaro.

-Porque no hay más que ver lo asustada que está, con solo notar que estás en la misma sala que ella. - respondió Izan señalando a Kira.

-Me quiero ir, no quiero estar aquí… –dijo ella de repente. -¿Me acompañas? No quiero estar sola…- dijo Kira mirando a Aitor.

-Mi niña, es conmigo con quien tienes que estar. No con él, que no es nadie. - dijo Álvaro volviéndose a poner celoso y actuando como antes.

-Por si no te a quedado claro, cuando e salido corriendo te lo digo ahora. Hemos terminado, no quiero saber nada más de ti en mi vida. Y él SI es alguien.- dijo Kira defendiendo a Aitor.

-¿A si? ¿Quién?

-Mi con-cuñado. Así que deja de montar escenas de celos cuando no tienes que tenerlas, porque ya no estamos juntos.- dijo Kira.

Álvaro no podía más y se intentó abalanzar sobre ella. Pero no lo consiguió, porque Izan le cogió y dio un empujón contra la pared y le rodeó diciéndole. - Que te quede muy claro. ¡Cómo te vuelvas a acercar a ella te mato! y olvídate de ver la luz del sol en libertad. Voy a hacer todo lo posible porque estés entre rejas una buena temporada con la denuncia que te voy a poner ¿entendido?

-Eso ya se verá. - dijo Álvaro con aires de creído y superioridad saliendo por la puerta de la casa.

Kira respiró tranquila pero sin soltar a Aitor. Él al ver que Álvaro se había ido, dejó de hacer escudo y la abrazó por completo. Kira dejó que la abrazase, pues estaba muy asustada. Tan asustada que no podía ni decir una palabra.

-Tranquila, ya paso. No te va a hacer nada, tranquila. - la tranquilizaba Aitor.

Izan y Rosa, vieron la escena. Rosa le hizo una señal a Izan para dejarlos solos y se fueron a la cocina. Mientras Aitor la estaba acunando en el sofá para tranquilizarla. Al cabo de un rato, se quedó dormida en los brazos de Aitor. Él la acomodó, para que estuviera más cómoda y durmiera mejor. Se quedó así contemplándola y mirando lo hermosa que era.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Amistad y amor capitulo 20

20º- Jueguecitos

Se habían tomado estupendamente la gran noticia. Era cierto que, ni Aitor ni Kira, se esperaban ser tíos a su edad, pero era una estupenda noticia. Se alegraban mucho por ellos.

Aitor se acercó a su hermano para hablarle al oído. –Hermanito, es fantástico. Sobre todo sabiendo que estabas colado por Rosa desde el colegio.

-Lo sé, la verdad es que me cuesta creerlo. –contestó mirando con admiración a Rosa.

-¿Qué cuchicheáis tanto? –preguntó Rosa al darse cuenta.

Nada, que mi hermanito es un as. ¡Dónde pone el ojo pone…! Bueno eso… -dijo riéndose, lo que hizo que la pareja se sonrojara.

Después de cenar, decidieron jugar a algo. Izan y Rosa quisieron prepararles una encerrona, fue idea de Izan. –Vamos a jugar al trivial. Cada vez que se falle una pregunta, habrá que beber un chupito.

-¿Chupitos de qué?-preguntó Kira.

-Machaquitos. –contestó Izan.

-¿Y eso que es?

-Hermanita, eso es ginebra con limón, y luego agitar tapando el chupito con la palma de la mano. –contestó Rosa.

-Venga, pues vamos a jugar. –dijo Aitor muy animado.

Estuvieron jugando, y les tocó beber en varias ocasiones. La que más estaba bebiendo era Kira, y para colmo, como no solía beber demasiado, se le estaba subiendo a la cabeza.

Acabaron de jugar y ganó Izan. Kira era la que peor estaba de los cuatro. Se puso al lado de Aitor. Él la miraba admirado por su belleza, se moría de ganas por confesarle que le atraía, pero no quería un “no” por respuesta.

-Necesito ir al baño. –dijo con la cabeza medio ida.

-Hermanito, ¿por qué no la llevas tú? –preguntó Izan sonriendo.

Él no respondió, pero se le dibujó una amplia sonrisa en la cara. Se acercó a Kira. La levantó y puso la mano sobre la cintura de Kira. Caminó con ella hasta el baño. Ella entró y él la esperó fuera.

Pasados unos minutos la puerta se abrió. Kira iba tambaleándose, y al intentar dar un paso se escurrió. Los brazos de Aitor la sujetaron dulcemente para que no cayera al suelo. –Cuidado, no querrás caerte. –dijo con voz suave.

-Quiero dormir…. –dijo con una sonrisa.

-Te acompaño a la habitación. –contestó caballerosamente.

Entraron en una de las habitaciones y él ayudó a Kira a tumbarse. Ella le sujetó el brazo y Aitor se sentó a su lado. Sus miradas se cruzaron y fue un momento casi mágico. Él nunca había sentido algo así por ninguna chica.

Apartó la mirada pues sentía bastante vergüenza, pero creyó que era el momento adecuado para confesarle que se sentía atraído por ella. –Oye, yo… lo cierto es que desde que te he visto… -balbuceó. –bueno, pues que me gustas y… tal vez podríamos quedar algún día para… conocernos más y eso ¿Qué te parece? –preguntó.

Pero no obtuvo respuesta, le extrañó que no dijera nada de nada. Y al mirarla vio que estaba dormida sujetando su mano. “¡genial, has hablado solo!” se dijo para sí mismo.

Al menos podía estar al lado de Kira sin que pareciera nada raro. Se acomodó a su lado y cerró los ojos sin soltarse de la mano. Soñó con su bonito rostro angelical y esa sonrisa que le había derretido durante la cena.

A la mañana siguiente, y Kira abrió los ojos y se encuentró con Aitor mirándola y sonriendo, y dijo. -Buenos días ¿Qué hora es?

-Son las once ¿Cómo estás?- preguntó Aitor sin quitar su sonrisa.

-Con mucho dolor de cabeza, parece que me va a estallar- respondió Kira a la vez que cerró los ojos.

-Bueno tranquila, ¿quieres que vaya a por un ibuprofeno y a por café?- preguntó Aitor amablemente.

-Pues me harías un gran favor…- respondió Kira con una sonrisa que dejó embobado a Aitor.

Aitor salió de la habitación y al pasar por el salón le dijo a su hermano y a su cuñado. Ya se despertó, pero con un gran dolor de cabeza. Se dirigió a la cocina a coger el café y el ibuprofeno y volvió a la habitación y Kira se lo tomó con una media sonrisa.

Kira se marchó despidiéndose de los tres, Aitor se quedó más rato. Lo cierto es que se había quedado totalmente prendado de ella. Su hermano lo notó enseguida. –Hermanito, te quedaste demasiado pillado ¿no?

-Lo sé.

-Nunca te había visto así. –dijo él.

-Ya lo sé, ni sé lo que me pasa.

-Que estás enamorado. –contestó Rosa.

Eso hizo que Aitor se sonrojara. No estaba acostumbrado a que nadie supiera sus sentimientos. –Puede ser... pero no sé. –estaba dubitativo. –Oye Rosa, tú... ¿podrías aconsejarme?

Rosa se sentó en el sofá junto a Aitor. Él estaba bastante callado, pues no paraba de pensar en esa preciosa chica. -¿Qué tipo de chicos le gustan?

-Pues... sobre todo sinceros, cariñosos, románticos...

-¿Y de aspecto físico?

-Depende, es que ella no se fija demasiado en esas cosas. –respondió. –Ha estado con chicos morenos, rubios... dependía de cómo eran de carácter.

-Vale. –dijo. –Y... ¿Tiene novio?

-Lleva un tiempecito con un chico. –dijo ella.

-Ah... entiendo.

Tanto Rosa como Izan vieron la expresión de tristeza que se dibujó en el rostro de Aitor. Pero ambos sabían que esas cosas pasaban, que no siempre uno se enamoraba de la persona idónea.

Izan quiso animar a su hermano. –Oye hermanito, aprovechando que es sábado ¿por qué no pasas el día con nosotros?

-Bueno... –dijo un poco triste.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Amistad y amor capitulo 19

19º- Compartiendo la gran noticia

-¿Qué noticia? –preguntó César con gran intriga.

-Pues… que resulta que… -comenzó Izan.

-¡Estoy embarazada! –dijo Rosa con gran emoción.

-¿En serio? –preguntó Estela dibujando una sonrisa en su rostro.

-Sí, nos enteramos durante el viaje. –contestó Izan. –Es una noticia estupenda, y sois los primeros en saberlo.

¡Es genial! ¡Me alegro mucho! –dijo César con efusividad.

La cena fue estupendamente, se divirtieron mucho, y estaban alegres. Sobre todo Rosa, que veía las muchas atenciones que le dedicaba su novio. -Bueno y ¿a vosotros como os va? – preguntó Rosa mirando a su amiga.

-Nos estamos conociendo, somos amigos.- Respondió Estela.

-Muy bien, cuanto más despacio mejor.- Dijo Izan.

La cena termino y cada uno se fue para su casa, menos Izan y Rosa que se fueron a casa de Rosa. Llegaron a casa y Rosa dijo. - parece que ha ido bien ¿no?

-Si la verdad es que si. –respondió Izan abrazándola por detrás.

Rosa se apoyó en él y dejó caer todo su peso. Se sentía cansada, pero pensó en su hermana, le tenía que contar que a sus dieciocho años iba a ser tía. Pero que probablemente le haría mucha ilusión.

Se dio la vuelta y le rodeó el cuello con los brazos y dijo. – Izan, se lo tengo que decir a mi hermana, tiene que saberlo. Y ya de paso, se lo podemos decir a tu hermano. También yo creo que tienen derecho a saberlo.

-Me parece una buena idea, ¿Qué te parece si les invitamos a cenar mañana?- propuso Izan.

-Genial voy a llamarla y… ¿Qué te parece si también se quedan a dormir? –le comentó Rosa.

-Me parece estupendo. –dijo Izan sacando su móvil.

Los dos se fueron a diferentes sitios de la casa para poder hablar con sus respectivos hermanos sin que tuvieran interrupciones. Terminaron de hablar y decidieron acostarse hasta que llegara un nuevo día. Los dos se durmieron abrazados con una sonrisa en los labios.

Al día siguiente, desde por la mañana estuvieron ocupados, primero con sus trabajos, y luego preparando las cosas para la cena. Rosa estaba eufórica, ansiaba que llegaran para poder darles la gran noticia.

-Cariño, si estás así, notarán enseguida que ocurre algo. –dijo Izan esbozando una sonrisa.

-Lo sé, pero estoy tan feliz… -contestó risueña.

El timbre de la puerta les interrumpió. Izan fue a abrir, pero Rosa apareció a su lado rapidísima de lo emocionada que estaba. Les hicieron pasar y las dos hermanas se dieron un abrazo muy fuerte. Se querían muchísimo siempre había sido así. Aunque habían tenido sus peleas por ser hermanas, siempre se habían llevado de maravilla

Por el contrario los dos hermanos se dan un simple abrazo y Aitor no dejaba de mirar a Kira todo el tiempo, y su hermano se dio cuenta.

-¿Qué pasa hermanito te gusta o que?- preguntó él por lo bajo.

--Es preciosa. Pero seguro que tiene novio o quinientos rollos. Y seguro que no se fija en mí. - contestó Aitor agachando la cabeza

-Bueno ahora mismo, no te lo puedo decir porque hace mucho que no se de ella. Pero si quieres hablo con Rosa o con ella misma y se lo pregunto. Me llevo muy bien con ella.- dijo Izan para picarle.

-Serás…-empezó diciendo Aitor, pero Rosa le cortó. - Será ¿Qué? ¿Eh, cuñadito?

-Nada. – dijo Aitor algo tímido.

Decidieron que ya era la hora de la cena. Se sentaron en la mesa y Rosa había preparado la comida favorita de su hermana. Dado que hacía tanto que no la veía. Además como sabía que Izan sabría los gustos de su hermano le pregunto si le gustaba ese plato y él respondió que si.

Durante la cena, Aitor no hacía más que mirar furtivamente a Kira, le daba vergüenza que le viera. Y tenía miedo a que si le decía algo, le rechazara. Así durante la cena estuvo en silencio.

Hasta que llegó el momento de decirles la gran noticia. –bueno veréis… a parte de que para que por fin os conocierais. –dijo Izan. –Queríamos daros una noticia, y teníais que estar los dos.

-¿Ocurre algo? –preguntó Aitor.

-Pues la verdad es que sí. –contestó Rosa.

-Hermanita, no me asustes. ¿Qué es lo que ocurre? –preguntó con preocupación.

-Pues que… -comenzó a decir. – Que aunque sé que eres muy joven, vas a ser tía dentro de unos meses.

-¿Cómo? –preguntó incrédula. -¿Es en serio?

-Sí. –contestó ella.

-Lo cierto es que no lo habíamos planeado, pero ya que viene la gran noticia pues estamos muy felices. –añadió Izan.

-Me alegro por vosotros. –dijo Kira.

-Sí, es una noticia fantástica. –añadió Aitor.

martes, 9 de noviembre de 2010

Amistad y amor capitulo 18

18º- Gran felicidad

Rosa se puso un precioso vestido azul, quería estar perfecta para celebrar la gran noticia. Y después salieron para buscar un sitio para cenar. Tenían bastante hambre, sobre todo Rosa, que tenía que comer por dos.

Fue una bonita cena, no pararon de sonreír durante la cena. Estaban tan felices que no podían evitarlo. Resultó que en el restaurante había un violinista, así que Izan le llamó y susurró al oído el titulo de una canción.

-¿Qué canción le has pedido? –preguntó con intriga.

-Ahora lo escucharás. –dijo con una sonrisa pícara.

Comenzó a sonar el Canon de Pachelbel. Y Rosa no pudo evitar sonreír, era su canción favorita. Así con esa bonita sinfonía terminaron una romántica y agradable cena. Al salir, decidieron caminar un poco por el paseo marítimo.

Pero a los pocos minutos, Rosa empezó a sentirse mareada, y decidió sentarse en la orilla de la playa. Cuando se le pasó el mareo, se levantó y se acercó al agua. Se levantó ligeramente el vestido y así poder mojarse las piernas.
Notó tan fresca el agua, que decidió quitarse el vestido y se metió en el agua en ropa interior. Izan la miró y se quedó extrañado, ella era bastante vergonzosa, no entendía cómo se estaba bañando en ropa interior.

Se quitó los zapatos y se remangó los pantalones. Se metió para ir al lado de Rosa. –Cariño, ¿Qué haces?

-Es que tenía calor…

-Ya pero estás en ropa interior. –dijo mirándola.

-Pero ahora no hay nadie. Nadie me ve. –contestó.

-Ya pero no me gusta que nadie pueda verte en ropa interior. Eres solo para mí. –dijo apretándola contra él, mojándose la ropa.

Entonces Rosa le empujó, y cayeron al agua empapándose. Al verse así empezaron a reírse a carcajadas. La verdad es que estaban eufóricos desde que habían sabido la gran noticia del embarazo.

-¡Mira cómo nos hemos puesto! –dijo riéndose.

-Me gusta divertirme contigo. –contestó besándole en el cuello.

-Y a mi, pero vamos a cambiarnos. Por nada del mundo permitiría que te pusieras enferma, y menos ahora que tienes ahí un tesorito. –dijo acariciando la tripita plana.

Salieron del agua, Rosa se puso el vestido y se fueron a casa, estaban chorreando de agua. Pero como hacía buen tiempo no pasaba nada. Llegaron al hotel y se abrazaron, pues estaban felices.

Decidieron cambiarse, pero se dieron una romántica ducha, así harían algo nuevo. Fue muy estimulante un agradable baño, no pararon de acariciarse y besarse. –te quiero… mucho, muchísimo. –susurró ella.

-Me parece que eso no es así. –contestó. –Yo os quiero más. –dijo bajando la cabeza hasta la tripa plana de Rosa.

-Cielo, si tiene que ser muy, muy pequeñito.

-Ya pero quiero que conozca a su padre desde ahora. –contestó con orgullo.

-Bueno, como quieras. –dijo. –Oye estoy algo cansada. ¿Te importa que me vaya a dormir?

-Claro que no, tenéis que descansar, y yo os acompaño. –respondió cogiéndola en volandas.

Se fueron a la cama y Rosa se abrazó a Izan. A los pocos segundos, se quedó dormida pues estaba agotada. Izan tardó un poco más en dormirse, pues él no estaba tan cansado como su novia. Se dedicó a mirarla mientras sonreía y la acariciaba. A los pocos minutos se quedó dormido con una sonrisa en los labios y abrazándola.

Al día siguiente, Rosa se despertó y miró a su novio dormir. Sonrió mientras le acariciaba la cara dulcemente. Él sonrió al notar ese tacto y abrió los ojos y dijo. - Buenos días, mi princesa ¿Qué tal dormisteis?

-De maravilla, nos sentimos muy protegidos en tus brazos. -Respondió Rosa sonriente.

-A mí me gusta tenerte entre mis brazos. - Dijo Izan apretándola más.

-Pero me da pena que ya se acabe nuestro viaje… -contestó haciendo un puchero.

-Bueno pero piensa que volvemos con la mejor de las noticias, y que ha sido un viaje estupendo. –respondió Izan. –Además podremos hacer más viajes.

-Lo sé. –dijo. –Oye ¿esta noche podríamos cenar con Estela y César? –preguntó. –Es que así les damos la noticia, que tengo muchas ganas de que lo sepan.

-Claro, les llamamos ahora antes de irnos. –respondió él.

Prepararon las cosas y después pusieron rumbo al aeropuerto. Llegaron y deshicieron el equipaje. Por la noche habían quedado en ir a cenar a un restaurante con Estela y César.

Rosa estuvo de los nervios mientras se arreglaba para la cena. No paraba de mirarse en el espejo, hasta se puso un cojín debajo del vestido para ver su aspecto con barriguita.

-Princesa ¿Qué haces con ese cojín? –preguntó Izan entrando en la habitación.

-Eh… nada, nada. –dijo sonrojándose mientras se quitaba el cojín.

-Estarás preciosa, cuando esa barriguita sea de verdad. –contestó abrazándola de forma cariñosa.

-Estaré gorda… -respondió bajando la mirada.

-Llevarás a nuestro bebé dentro. Y eso es estupendo. –besó con dulzura a su novia.

-Bueno, déjate de palabras bonitas que al final llegamos tarde. –le interrumpió ella.

Terminaron de arreglarse y salieron directos al restaurante donde ya les esperaban sus dos amigos en la puerta. Rosa les saludó efusivamente, les pilló bastante sorprendidos, pero entraron al restaurante.

Se sentaron y pidieron la cena y cuando los cuatro estuvieron servidos, Rosa e Izan se cogieron de la mano para darles la gran noticia. –Bueno, nosotros a parte de para contaros qué tal el viaje, hemos quedado con vosotros para daros una noticia… -dijo Rosa muy alegre.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Amistad y amor capitulo 17

17º- La gran noticia

El comienzo del viaje no podía haber sido mejor, un bonito regalo en un lugar especial. Ambos se sentían afortunados por tenerse el uno al otro. Pero ya que estaban en un lugar tan bonito querían verlo.

Estuvieron toda la tarde haciendo turismo, y luego en la playa para relajarse y tomar el sol. Después de cenar, tuvieron otra apasionada sesión de amor, que duró toda la noche.

Al día siguiente, estuvieron viendo diferentes lugares y en la playa. Antes de ir a cenar, fueron a darse una ducha para quitarse la arena. Primero entró Izan a ducharse. Después Rosa se estaba duchando, pero empezó a encontrarse mareada.

Decidió salir de la ducha, pero el mareo fue en aumento y al salir se escurrió cayendo al suelo, lo que provocó un gran estruendo en la suite. Izan estaba vistiendo y al escuchar el ruido fue corriendo al cuarto de baño.

Abrió la puerta de golpe y vio a Rosa en el suelo sin ni siquiera la toalla. Se agachó para estar a su lado. –Rosa, mi amor, ¿Qué ha pasado?

-Me estaba mareando. Quise salir y me tropecé. –contestó con los ojos desenfocados pues estaba muy mareada.

-Te llevaré a la cama. –dijo tapándola con la toalla y levantándola en volandas. Pero antes de que saliera del baño, Rosa le hizo un gesto negativo con la cabeza. –Déjame en el suelo. –pidió como pudo.

Él aunque extrañado, le hizo caso. Entonces Rosa se acercó al inodoro y se puso a vomitar sin poder contenerse. Izan la ayudó a sostenerse hasta que terminó, se le había puesto muy mala cara y eso estaba angustiando a Izan.

Una vez que terminó, se la llevó a la cama y la arropó. Se puso a su lado, estaba de los nervios. – ¿Estás enferma?

-No, o al menos no creo. –dijo ella.

-¿Te llevo a un hospital? –preguntó muy nervioso.

-No, no, si ya me encuentro mejor. –contestó incorporándose.

Parecía estar recuperada del todo, era casi milagroso. Izan estaba desconcertado. –Pero si hace unos minutos estabas fatal, muy mareada, vomitando…

-Pues ya se me ha pasado. –respondió. –Lo que me hace pensar que…

-¿El qué?

-Que antes haya tenido mareos y vómitos y ya me encuentre bien, pueden ser síntomas de… -no terminó la frase.

-¿Síntomas de qué?

-Pues… que puede que… -dijo. Cogió la mano de Izan y la puso en su tripa plana, deseando que hiciera la relación, y sacara él solo la conclusión.

-Me estás queriendo decir que estás… -contestó abriendo mucho los ojos.

-Habría que comprobarlo, pero… podría ser. –dijo sonriendo.

Izan se quedó sin habla, no dejaba de mirar a Rosa. Parecía asustado por lo que acababa de sugerirle su novia. Eso desconcertó a Rosa. –Es que… si estuviera embarazada… ¿No querrías que lo tuviera?

-Yo… pues… yo no sé, si sabría hacerlo bien. –contestó.

-Cariño, seguro que lo harías genial. –dijo.

-Voy a comprar un test a la farmacia, no te muevas.

-Pero si ya estoy bien, te acompaño. –contestó levantándose.

-No, voy yo solo, tú quédate aquí, que vuelvo dentro de nada.

Bajó corriendo a buscar una farmacia para poder comprar el test de embarazo, y subió lo más rápido que pudo. Se lo dio a Rosa, que seguía en la cama, pero se había cambiado de ropa.

Le dio el test de embarazo, con los nervios a flor de piel. Ella se metió en el servicio para poder hacerse el test. Pero esos minutos de espera le estaban desesperando, estaba demasiado nervioso.

Por fin salió Rosa del baño, con el test en la mano y el rostro inexpresivo. –Bueno. ¿Estás o no estás embarazada? –preguntó atacado de los nervios.

Entonces se quedó delante de él sin decir nada, le miró a los ojos y saltó encima de él. –SÍ, ¡ESTOY EMBARAZADA! ¡LO ESTOY! –gritó emocionada.

-¿De verdad? –preguntó incrédulo. -¡ES FANTÁSTICO! ¡MI AMOR, UN BEBÉ, VAMOS A TENER UN BEBÉ!

Después de que se les pasara la emoción del momento, se besaron cariñosamente, no podían ocultar la felicidad que sentían en esos momentos, por la feliz noticia.
Pero entonces Izan tuvo una duda. –Oye mi niña, pero… Si nosotros siempre hemos tomado precauciones…. ¿Cómo te has podido quedar?

-Cariño, ¿te recuerdo aquel día que habíamos discutido y luego nos reconciliamos? –le recordó.

-Uy… pues es verdad… -dijo sonrojado.

-Pues ese día no la usamos. Y ahora vamos a ser padres. –contestó ella. – ¿Te ilusiona la idea?

-Claro que me gusta la idea. Era lo que nos faltaba para ser completamente felices. –respondió emocionado.

Pero Rosa se puso seria, y eso inquietó mucho a Izan. La miró para intentar saber lo que la pasaba. –Y si… ¿Y si no soy buena madre?

-Serás una madre maravillosa. –dijo. – ¿No ves lo bien que se te dan los peques?

-Ya pero no es lo mismo.

-Hombre, este bebé es tuyo, y los demás son de otros padres. –contestó. –Así que si lo haces perfecto con otros niños, imagínate con tu hijo.

-Ya pero ellos son más mayores. Y este será un bebé muy pequeñito.

-Mi vida, lo haremos bien. –contestó abrazándola. – ¿Sabes lo que vamos a hacer? –preguntó. –Vamos a irnos a celebrar la feliz noticia.

martes, 26 de octubre de 2010

Amistad y amor capitulo 16

16º- Regalos

-Bueno, ¿me das ya mi regalo? –preguntó con impaciencia.

-Cariño, todavía no estamos en el hotel. –contestó. –Además son dos regalos, y uno es imposible que te le de aquí.

-Pero me muero de la intriga… -replicó.

-No seas niño.

-¿Y si te hago chantaje? –preguntó levantando una ceja.

-¿Qué tipo de chantaje?

Él la cogió por la cintura y la besó de forma urgente, ella respondió al beso, pero se daba cuenta de que estarían llamando mucho la atención en el aeropuerto. Se apartó unos centímetros de él.

-Cariño, nos está mirando todo el mundo… -dijo sonrojada.

-Me da lo mismo, además aquí nadie nos conoce. –contestó intentando besarla de nuevo.

-No seas impaciente, que ya mismo tendrás tu regalo.

Se montaron en un taxi, que los llevó al hotel, se registraron y subieron a la suite. Ella al ver lo grande que era se quedó asombrada. –Pero… ¡si es enorme!

-Es la suite. Tuve la suerte de que estuviera libre. –contestó sonriente.

-Cielo, te habrá costado un ojo de la cara. No debiste gastarte tanto dinero. –dijo ella preocupándose.

-Es el dinero mejor invertido. –contestó abrazándola. –Quiero que pasemos unos días muy especiales e inolvidables.
-Eres estupendo. Te quiero. –dijo antes de besarle. –Siéntate en el sofá que voy a por tu regalo.

Él la obedeció encantado, se sentó con una amplia sonrisa de impaciencia en los labios. Mientras Rosa fue a la habitación. Sacó un pequeño paquete y además se puso a buscar en su bolso.

Buscaba un picardías azul cielo que tenía, hacía un tiempo que se lo había regalado Estela. Le dijo que para cuando estuviera con el chico adecuado. Y como sabía que Izan era el chico adecuado decidió sorprenderle.

Se lo puso y se echó unas gotas de perfume. Se soltó el pelo y mientras se maquillaba ligeramente, escuchó que Izan la llamaba. – ¿Cuándo me traes el regalo? –preguntó en voz alta.

-No seas impaciente, solo dos minutos más y lo tendrás. –dijo lo suficientemente alto como para que le escuchara.

Cuando estuvo lista, cogió el paquetito y salió de la habitación hacia la parte que era el salón. Se puso delante de Izan, que cuando la vio, en picardías y con un paquete en la mano, se le pusieron los ojos como platos. Parecía que se le saldrían de sus órbitas.

-Pero… pero… -se había quedado sin palabras.

-Toma tu regalo. –dijo tendiéndole un paquetito.

Él lo abrió pero sin quitarle los ojos de encima a Rosa. Cuando quitó el envoltorio echó un vistazo al regalo. –Es la edición limitada de Wod of Wars trilogy. ¿Cómo lo conseguiste? –preguntó. –Estaban agotados.

-Bueno, es que soy previsora. –contestó con una sonrisa.

El regalo le había encantado, pero en ese momento, tenía un regalo mucho más valioso para él. Tenía a Rosa a su lado, y estaba en picardías, un fino y pequeñísimo picardías que dejaba más que a la vista el bonito cuerpo de Rosa.

Dejó el juego en el sofá y se acercó a Rosa para besarla de forma salvaje. Ella sonrió ante tanta efusividad de su novio. –Estás preciosa… esto si que no me lo esperaba…

-Sé que no es tanto como un viaje, pero no he tenido tiempo de comprar nada más. –se justificó sin soltarse.

-¿Qué dices? Tú eres el mejor regalo que puedo recibir. –contestó. –Y encima así en picardías… puf…

-Lo tenía sin estrenar, hasta que encontrara al chico adecuado. –dijo tímidamente.

-Te quiero… -susurró.
Cogió a Rosa en volandas y se la llevó hasta la cama, sin dejar de besarla. Izan siempre había perdido la cabeza por Rosa, pero ese fino picardías hacía que ardiera por dentro de forma descontrolada.

Ella le quitó la ropa a su novio con bastante rapidez. Él mientras, sentía muy cerca el cuerpo de su novia. Las transparencias mostraban su cuerpo, y eso le estaba enloqueciendo.

Pero antes de seguir, se movió para acercarse a la maleta, que descansaba en el suelo al lado de la cama. Buscó, pues sabía que había metido una caja entera de preservativos y cogió uno.

Se acercó a Rosa, y se deshizo del finísimo picardías que tanto le estaba enloqueciendo. Se quitó los boxers para así poder ponerse el preservativo, mientras Rosa no paraba de acariciarle y besarle por todas partes.

Una vez que estuvo listo, se acercó a ella, sus cuerpos desnudos estaban lo más juntos posibles, y hacían que una corriente eléctrica los recorriera de pies a cabeza. Haciendo que un fuego les quemara por cada parte en la que se tocaban.

Se movió, para poder acceder a la intimidad de Rosa, entró despacio en ella, pero con bastante ansia, pues estaba demasiado excitado como para hacerlo con calma. Ambos gimieron cuando Izan entró dentro de Rosa.

Empezó a moverse, ni siquiera fue despacio para incrementar el ritmo. Su cuerpo actuaba por voluntad propia. Tenía sed de su amada, de darle todo su amor, un amor que rezumaba por cada poro de su piel.

Izan se movía acompasándose al ritmo de Rosa, pero además se acariciaban y besaban por todas partes, demostrando ese amor tan grande que existía entre ellos, que les hacía estar en el cielo.

Como si todo desapareciera, estuvieron así durante muchísimo rato, hasta que alcanzaron el clímax. Fue una de las mejores experiencias que habían tenido hasta ese momento.

Se miraron a los ojos, mientras seguían abrazados. –Me encantó mi regalo… -dijo con una sonrisa.

-¿El videojuego? –preguntó Rosa.

-Bueno ese ha estado genial, pero yo me refiero a este otro regalo… -contestó ruborizándose. –Gracias, mi niña, de verdad.

-No sabía si te gustaría el picardías. –dijo.

-¿Qué no sabías si me gustaría? –preguntó. –Si solo me ha faltado ponerme a salivar cuando te he visto…

-Me daba vergüenza ponérmelo, pero quería que tuvieras un bonito regalo de mi parte. –respondió acariciando su mejilla.

-Estabas hermosa. –dijo. –Aunque te prefiero así sin ropa. –añadió besándola en el cuello.

lunes, 18 de octubre de 2010

Amistad y amor capitulo 15

15º- El viaje

César, que nunca había visto a su amigo tan cariñoso estaba bastante sorprendido. –No sabía que eras como un oso amoroso… -dijo en tono divertido.

Eso sonrojó tremendamente al escuchar la frase de su amigo. –Esto… yo…. Yo… -no sabía lo que contestar.

Los tres empezaron a reírse ante la reacción de Izan. Rosa intentó calmarle aún entre risas. –Mi amor, no te pongas así, que sabes que te está tomando el pelo.

-¡Qué graciosos que sois…! –se quejó.

La cena continuó bastante tranquila, y algo más relajada. Estela y César hablaron bastante en la cena. Eso alegró mucho a Izan y a Rosa, que esperaban que todo acabara bien para los dos.

Se hizo bastante tarde, y decidieron marcharse. César acompañó a Estela a casa. Rosa sonrió al ver lo mucho que se preocupaba César por su amiga, sabía que con lo buen chico que era no la dañaría.

Después de recoger todo, se cambiaron de ropa y se fueron a la habitación. Rosa se sorprendió al ver que Izan se había puesto a hacer una maleta. – ¿Dónde te vas?

-Dirás que dónde nos vamos. –le corrigió.

-¿Cómo que “nos vamos”? –preguntó atónita.

-Sí, mañana nos vamos a pasar el puente a un sitio, tú y yo solos. –contestó.

-¿De verdad? ¿A dónde? –preguntó. – ¿Y cómo que nos vamos de viaje?

-Es mi regalo de aniversario. –contestó. –Recuerda que el sábado hacemos un mes, juntos.

-Pero no era necesario semejante regalo.

-Claro que lo era. Te lo mereces todo. –respondió. –Todavía me parece mentira que me quieras y estés conmigo.

-Pues créetelo, porque te quiero con toda mi alma.

Él al escuchar sus palabras, se abalanzó sobre ella, cayeron en la cama y empezaron a reírse. –Eres mi reina, mi diosa, toda mi vida…

-No digas esas cosas que me sonrojo… -dijo ella escondiendo el rostro en el pecho de Izan.

-Las digo porque las pienso y siempre va a ser así. –contestó él, muy seguro de sí mismo.
-¿No me vas a decir dónde es? –preguntó sin dejar de mirarle.

-No, es una sorpresa. –contestó.

-¡Pero quiero saberlo!

Él se rió ante el comportamiento infantil de su chica. –La gracia de las sorpresas es no saber lo que son.

-Espero que me guste, con lo malo que estás siendo… -dijo haciendo un puchero.

-Te encantará. –contestó abrazándola.

Esa noche Rosa durmió poco. No hacía más que darle vueltas al lugar al que podría ser el viaje. Pero como tampoco había podido ver la ropa que metió Izan en la maleta no le daba ninguna pista. Y no podía cotillear porque había cerrado con un candado y tenía guardada la llave.

No le quedó más remedio que esperar, por la mañana estaba muy inquieta, intentando sonsacarle algo a Izan, pero no tuvo suerte. Fueron hasta el aeropuerto en el coche y ya cuando fueron a la puerta de embarque vio el destino.

-¿Canarias? –preguntó.

-Sí, ¿Qué te parece? –le preguntó abrazándola.

-¡Es fantástico! –gritó ilusionada. –Hace muchísimos años que no voy a la playa.

-Lo sé, por eso me pareció tan buena idea. –contestó. –Aunque nunca he sabido porqué no has ido más a menudo con lo mucho que te gusta.

-Porque siempre estábamos justos de dinero para ir a la playa. –respondió. –Y luego ya entre el trabajo y que no me apetecía ir sola…

-Nunca hubieras ido sola. Porque aunque no estuviéramos juntos, me habría ido encantado contigo a la playa.

-Gracias de verdad… -dijo besándole cariñosamente. –Es un regalo estupendo. Al lado de esto, mi regalo te va a parecer una tontería…

-¿Me has comprado algo?

-Pues claro. Pero seguro que no te gusta…-contestó.

-¿Puedo verlo? –preguntó ilusionado.

-No, hasta el sábado, no. –dijo ella.

-Pero no es justo… tú ya sabes tu regalo… yo quiero saber el mío. –contestó fingiendo ponerse triste.
-Bueno mira, hacemos una cosa. –dijo. –te lo doy cuando lleguemos al hotel.

-Vale… -contestó.

-Además tenemos que embarcar ya.

Subieron al avión y estaban muy contentos, aunque Izan estaba algo impaciente por recibir mi regalo. Estuvo haciéndole preguntas a Rosa para ver si le daba alguna pista sobre lo que era su regalo.

El viaje no era demasiado largo, pero a Izan se le hizo como un día entero. Tenía demasiada curiosidad por tener su regalo y eso hacía que el tiempo pasara más lento. Aterrizaron y bajaron con la maleta que no hizo falta que la facturaran.

martes, 12 de octubre de 2010

Amistad y amor capitulo 14

14º- Cena sorpresa

-Bueno ¿y tú que? ¿Ya tienes a alguien?- preguntó Izan dándole un codazo.

-No… bueno si, pero… creo no tengo ninguna posibilidad. - respondió Cesar.

-¿Por qué?- preguntó Izan extrañado. - y… ¿Quién es?

-Porque no nos conocemos de nada, es una chica muy guapa y morena. Trabaja en el colegio de Rosa.- respondió Cesar

-¿No estarás hablando de Estela?- preguntó Izan incrédulo.

-¿La conoces?- eso dejó a Cesar descolocado.

-Si. Se llama Estela, es una de las mejores amigas de Rosa. - informó Izan a su amigo- pero ¿de qué la conoces?

-De vista, la vi el otro día salir de ese colegio y estaba hablando con Rosa. Me quedé loco, es guapísima,- respondió Cesar sin mirar a los ojos a Izan. -Pero seguro que tiene novio, una hermosura como ella tiene que tener a miles detrás.

-Te equivocas amigo. Está soltera y sin compromiso. Si quieres te la presento. - dijo Izan con una sonrisa.

-Me harías un grandísimo favor, pero ya sabes que soy muy tímido en este sentido… - Dijo Cesar.

-Bueno no te preocupes. Si no vas a estar a solas con ella, a no se que quieras, claro… -le sonrió. - Iremos los cuatro ¿Qué te parece?- preguntó Izan.

- ¡Que eres el mejor amigo del mundo! - respondió César abrazándole. - Gracias- dijo al salir por la puerta.

Ver a su amigo tan animado le alegró más el día, si es que era posible. Decidió llamar a Rosa para contárselo, pues quería organizar la cena para que ambos se conocieran. Ella se alegró mucho ante la noticia.

-He pensado que la organicemos en casa y podría ser mañana, así estaremos más tranquilos. –comentó él.

-Me parece bien hacerlo en casa, pero ¿por qué no lo hacemos mejor aprovechando el puente?

-Pues… es que… -intentaba encontrar una excusa convincente para que no le cazara la mentira. –Resulta que… César no va a estar libre en el puente, le tocan guardias, así que no podrá quedar.

-Ah, entiendo. –dijo. –Bueno, vale, la hacemos mañana.

-Vale, mi niña, te veo en casa.

-Lo estoy deseando. Te quiero. –contestó antes de colgar.

El día pasó rápido, Rosa estaba emocionada. Le dijo a Estela que cenara en su casa al día siguiente, que le esperaba una sorpresa y que le gustaría mucho. Ella estaba algo reticente ante la idea de una sorpresa, pero confiaba en su amiga.

Al día siguiente, las horas pasaron más lentas, sobre todo para Estela, que estaba ansiosa por conocer su esperada sorpresa. Izan y Rosa habían comprado todo lo necesario la tarde anterior.

Una vez que llegaron a casa estuvieron preparándolo todo para cuando llegaran los dos. Rosa estaba histérica. –Preciosa, cálmate.

-Es que quiero que esto salga bien, además quiero que mi amiga sea feliz. –contestó algo abstraída.

-Bueno, yo me voy a buscar a César, así llegará Estela y luego llegaremos nosotros. –dijo él.

-Claro, así se podrá arreglar y yo también.
-Bueno te veré luego. Te quiero. –dijo besándola.

Salió de la casa, para ir a buscar a su amigo, mientras Rosa se quedó en casa esperando a su amiga. Poco rato después llegó Estela a casa, que estaba bastante nerviosa. –Hola… ¿Me vas a decir cuál es la sorpresa?

-Todavía no. Hasta que no venga Izan no sabrás lo que es.

-Eres mala… -se quejó.

-Bueno, vamos a arreglarnos. –dijo ella para cambiar de tema.

Estuvieron vistiéndose, y luego maquillándose, entre las dos resultaba más rápido y entretenido. No pararon de hablar en todo el tiempo, hasta que oyeron las llaves de la puerta.

-Ya viene Izan. –dijo Rosa con una sonrisa. –Vamos.

Las dos fueron hasta la entradita. Rosa saludó con un beso muy cariñoso a Izan. Pero Estela no se sorprendió, ya estaba acostumbrada. Se quedó parada cuando vio un chico al lado de la puerta.

Era muy alto, con unas facciones muy varoniles y una mirada profunda. Él se quedó observándola, con una media sonrisa, y ligero rubor en las mejillas. Había esperado muchos días para poder conocerla en persona.

Se acercó lentamente a ella. –Hola… me llamo César y soy amigo de Izan y de Rosa. –dijo tímidamente.

-Hola… me llamo Estela.

-Lo sé. –contestó él.

-Bueno, vamos a pasar a cenar ¿no? –propuso Izan.

Ellos dos pasaron delante, y las chicas detrás. Rosa se acercó a su amiga para poder susurrarle al oído. –Bueno ¿Te gusta tu sorpresa?

-¿Él es la sorpresa? –preguntó sorprendida. –yo… -no pudo seguir porque se ruborizó.

-Solo queremos que os conozcáis, lo que hagáis después… es cosa vuestra. –dijo sonriendo a su amiga.

Se sentaron a la mesa, donde estaba toda la comida lista. Al principio, tanto César como Estela estaban bastante cohibidos, y casi no articulaban palabra. Pero entre Izan y Rosa consiguieron que se relajaran lo suficiente como para ponerse a hablar.

Izan y Rosa tenían momentos cariñosos, en los que no podían evitar darse besos y cogerse de la mano. En esos momentos, tanto César como Estela, se miraban a la vez y apartaban la mirada avergonzados.

martes, 5 de octubre de 2010

Amistad y amor capitulo 13

13º- sorpresas

Ella hacía lo mismo, tenía sed de amor, pues cada vez se sentía más atraída hacia Izan, sentía todo el amor que crecía en su interior, y que ansiaba entregarse de nuevo en ese instante a Izan.

Pronto estuvieron desnudos, frente a frente, mirándose con admiración, amor y lujuria. Sentían una imperiosa necesidad de amarse y darse amor por todas partes y de todas las formas posibles.

Rosa bajó su mano, en busca del miembro de Izan para jugar con él. Mientras Izan, besaba a Rosa por el cuello, para luego ir bajando. Se detuvo en sus pechos, disfrutando de ellos con su lengua, haciendo que ella se estremeciera.

Siguió bajando, por su cuerpo, hasta que llegó a su intimidad. Jugueteó con la lengua para que Rosa experimentara mucho placer. Ella no pudo contener los gemidos provocados por lo que hacía Izan.

Esos gemidos enloquecieron a Izan, que no pudo controlarse, pues estaba ardiendo por dentro. Su interior le gritaba que debía poseer a Rosa o explotaría de tanto contenerse.

Ya no pensaba ni razonaba, solo dejó que sus instintos más primarios salieran a la superficie. Cogió a Rosa por la cintura, penetrándola con rapidez, pues estaba necesitado de su cuerpo, de sentirse dentro de ella.

Nada más entrar en ella, ambos se excitaron tremendamente, dejando que sus cuerpos sintieran por completo al otro, que lo disfrutaran, y experimentaran semejante placer.

Sus movimientos eran rápidos y urgentes, pues sus cuerpos ansiaban sentir mucho placer y darlo. Mientras los besos y caricias no paraban, sino que aumentaban considerablemente.

Esa noche llegaron al clímax en dos ocasiones y fue la mejor experiencia de sus vidas. Durmieron abrazados y con una amplia sonrisa en sus rostros, por haber experimentado tales sensaciones.

Pasados unos cuantos días, las cosas entre ellos estaban mejor que nunca, y Rosa llevaba casi una semana sin encontrarse con Ángel, lo que la animaba bastante a sonreír.

Izan quería dar una sorpresa a Rosa por su aniversario. Cumplían un mes juntos y ese había sido el mejor mes de su vida, aunque habían tenido alguna que otra discusión. Pero eso no le importa, quería celebrarlo.

Llevaba algún que otro día dándole vueltas y no sabía qué hacer. Pues él sabía muy bien que a ella le encantaba el mar, aunque llevaba mucho tiempo sin ir por algún motivo que desconocía.

Se le ocurrió que podían coger un puente de cuatro días e invitarla a un hotel de cinco estrellas con todo incluido en Canarias. Ella no tendría problemas, dado que al trabajar como profesora en un colegio tenía todos los puentes libres, y él se pediría libres los días para irse con ella.

Lo que le iba a costar mucho era mantenerlo en secreto, porque nunca le había podido ocultar nada a Rosa. Ella al momento sabía cuando él estaba mintiendo o cuando no lo estaba haciendo. Eso era lo que peor llevaba, pero al menos lo intentaría.

Empezó a buscar en Internet, encontró uno en el que él estuvo de vacaciones un año y le encanto. Así que no se lo pensó, hizo la reserva por Internet, justo para ese mismo fin de semana que era un puente. Reservó la suite del hotel, le sorprendió pues no pensaba que estuviera libre, solía estar siempre cogida.

Después de hacer la reserva, se puso a buscar los vuelos, conocía una página donde los vuelos salían muy baratos y se puso a mirar, pero entonces sonó su móvil. -¿Si, dígame?- contestó Izan sin saber que era su novia.

-¿Cómo esta el chico mas guapo y maravilloso del mundo?- preguntó Rosa al otro lado del teléfono.

-Hola mi amor, no sabia que eras tú. – respondió Izan con una sonrisa. - Pues bien aquí, que hoy no tengo casi pacientes. Se me esta haciendo eterno el día, pero bueno… ¿y tu día qué tal?

-Bien echándote de menos – respondió ella algo tímida

-¿Y esa timidez de repente?- preguntó Izan sabiendo que la iba a poner más vergonzosa aún.

-Nada… solo que… no estoy sola. - respondió ella muy bajito.

-¿Con quién estás?- preguntó Izan esperando que no sea con Ángel.

-Con Estela.- contestó ella para tranquilizarlo.

-Menos mal… ya pensaba que era con el idiota ese. - dijo Izan más tranquilo.

-Bueno mi niño, te tengo que dejar que ya acabó el recreo. Nos vemos luego. Adiós, te quiero. –dijo ella.

-No más que yo, mi princesa. - respondió Izan con una sonrisa y después colgó el teléfono.

En ese momento entró César por la puerta. Cesar era el mejor amigo de Izan siempre se lo contaban todo y dijo. – Hombre, pero mira a quién tenemos aquí. Al hombre mas serio del mundo, sonriendo ¿Qué paso para que estés tan feliz?

-Que acabo de hablar con Rosa.- respondió Izan sin borrar la sonrisa de su cara.

-¿Cuándo te piensas declarar?- preguntó Cesar.

-Ya lo hice, este sábado hacemos un mes. - respondió Izan.

-¿Y cuándo pensabas contármelo, señorito?- preguntó Cesar.

-Lo siento, se me debió pasar… - se disculpó Izan.

-Bueno tranquilo, y ¿Qué vais hacer? ¿Lo vais a celebrar? –le preguntó su amigo.

-Si, pero ella no va a saber nada, es una sorpresa. La voy a invitar a un viaje a Canarias, a un hotel de cinco estrellas con todo incluido, y por suerte la suite estaba libre. - dijo Izan sonriente.

-¿Cuándo?- preguntó Cesar intrigado.

-Este puente- respondió Izan.- Ya que, por suerte libro los cuatro días…

-Me parece estupendo, y más sabiendo que le encanta tanto el mar como le encanta a ella. - dijo Cesar.

-Espero poder ocultarlo. Ya sabes que siempre me caza cuando la miento. - dijo Izan bajando la mirada.

-Bueno tranquilo intenta no sacar tema, tenerla entretenida. Y ya veras como puedes ocultárselo sin ningún problema. - le animó su amigo.

sábado, 2 de octubre de 2010

Amistad y amor capitulo 12

12º- Buena reconciliación

-Rosa, tú eres mi chica, es mi deber protegerte. –contestó muy decidido. –Y ahora necesito que me digas lo que hizo.

-¿Cómo que lo que hizo? –preguntó extrañada. –Ya te dije que nunca me ha hecho nada, solo mirarme.

-¿Y cómo te miraba? –preguntó. – ¿Qué hacía con las manos?

-Eh… con las manos no hacia nada, porque tenia una cámara de fotos con la que me hacia las fotos. -respondió ella empezando a temblar en los brazos de él.

-¿QUÉ? ¿QUÉ ESE MAMÓN TE ESTABA HACIENDO FOTOS? –preguntó Izan a voz de grito- SERÁ PERVERTIDO…

-Tranquilo mi niño, no te alteres que me estás dando miedo. -dijo Rosa intentando calmarle.

-¿Cómo te miraba? -preguntó Izan intentando calmarse.

-No sabría decirte. Me miraba como pensando que, en el momento que menos me esperaba, vendría a por mi. -respondió ella aun temblando.
- ¡Lo mato! yo en cuanto vea al gilipollas ese, lo mato. -respondió él aun enfadado- por cierto, vuelvo a lo de antes si no me dijiste nada es porque aun quieres algo con él ¿Verdad?

-Pero ¿Qué dices? ¿Estas loco o qué te pasa? ¿Cómo voy a querer yo estar con un violador? -preguntó ella poniéndose seria y separándose de él.

-No digo tonterías, digo la verdad. Si no dijiste nada a nadie es porque en realidad quieres que te haga algo.- respondió Izan aún cegado por los celos.

-No, a ti lo que te pasa es que estas celoso, y no se por qué, dado que lo odio. - respondió Rosa poniéndose mas seria por momentos.

-Yo no estoy celoso, yo solo digo lo que pienso. -contestó Izan.

-Claro, lo que piensas… Mira piensa lo que quieras, no tendrías que estar celoso pero lo estás. No sé por qué si no hay motivos, pero bueno… - dijo Rosa mirando al suelo.- Cuando se te pasen esos celos estúpidos, entonces me dices algo con claridad.

-Vale como quieras- respondió Izan muy serio saliendo por la puerta. Llegó a las escaleras del portal y se sentó en ellas pensando en Rosa.

No comprendía por qué no le daba importancia a algo tan grave. Muy en el fondo sabía que son los celos los que le hacían estar tan furioso, pero la quería demasiado como para no protegerla.

Mientras, Rosa se quedó descolocada en casa llorando. Pasado un rato, de llorar y pensar en Izan, decidió que no podían quedarse así las cosas. Ella comprendía que se hubiera enfadado por no contárselo y se daba cuenta de lo mucho que le quería, así que cogió las llaves y salió por la puerta dispuesta a buscarle.

Al llegar a las escaleras del portal le vio sentado en ellas y con la cabeza escondida entre las manos, se sentó a su lado y le abrazó diciendo. - No puedes ser tan celoso y menos sin motivos. Y tampoco puedes ser tan sobreprotector, porque entonces por esa regla de tres no saldría nunca a la calle sola ¿no crees?

-Lo siento, por lo de los celos, llevas razón. Pero por lo de protegerte no, te quiero demasiado como para permitir que te pase algo. Si te pasara algo me muero… - respondió Izan abrazándola y besándola en sus cabellos.

-Mi niño tonto y sobre protector… - contestó Rosa moviendo la cabeza a los lados con una sonrisa.

-Si lo soy, pero eso solo significa que te quiero o ¿no? - dijo Izan besándola y levantándola en sus brazos. –Anda vamos a tu casa, que aquí no pintamos nada. - y la llevó en brazos hasta su puerta, para así poder entrar.

Entraron y se quedaron abrazados. Rosa lo miró a los ojos. –Me puse fatal cuando vi que te ibas de casa…

-Sé que fui muy impulsivo, pero estaba enfadado. –se justificó.

-No, estabas celoso. –le corrigió ella.

-Bueno… eso también. –dijo avergonzado. –Pero es que no te imaginas cuanto te quiero…

-Seguro que yo te quiero más.

Izan la besó con dulzura mientras sonreía desmesuradamente. –Eso lo dudo mucho. –contestó él. –Llevo queriéndote toda mi vida…

-¿Te puedo preguntar algo?

-Claro, princesa, lo que quieras. –dijo él acariciando su rostro.

-¿Por qué no me lo habías dicho nunca?

-¿Decirte el qué? –preguntó algo extrañado.

-Que te gustaba.

-Porque tú no me veías de la misma forma. –contestó. –Además yo era feliz si tú lo eras, aunque en el fondo me moría de ganas de decírtelo.

-He debido hacerte mucho daño estos años… -dijo apenada agachando la cabeza y escondiendo el rostro en el pecho de Izan.

Él levantó su rostro para encontrar su mirada. –Ey… no digas eso. –dijo él. –Además, lo importante es que por fin me quieres.

-Claro que te quiero, y muchísimo. –respondió sonriente. -¿Te lo demuestro? –preguntó retándole.

-Lo estoy deseando… -susurró dulcemente.

Ella se acercó más a Izan, apretándose hasta el máximo a él. Levantó su rostro para que sus labios se unieran en un beso muy cálido y tierno. Izan puso sus manos en la cintura de Rosa con suavidad.

Empezaron unas tiernas caricias por las partes a las que llegaban, mientras en su interior habían empezado a encenderse. Izan, se volvía loco al tener tan cerca a Rosa, siempre la había deseado, y sobre todo en ese momento.

No tenía autocontrol suficiente para esperar mucho más. La cogió en volandas y se la llevó a la cama. Se tumbó, quedándose encima de ella, para poder empezar a quitarle la ropa con rapidez.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 11

11º- Persecución y discusión

Unos días más tarde, todo iba mejor entre Izan y Rosa, su amor crecía poco a poco. Pero Rosa tenía que esconder un secreto. Cada día al salir del colegio, sentía que la vigilaban, y no tardó mucho en darse cuenta de que era Ángel.

A lo lejos la miraba y hacía fotos, lo que intimidaba mucho a Rosa y la atemorizaba. Pero se resistía a contárselo a Izan, pues sabía lo temperamental que era y no quería que se metiera en un problema por su culpa.

Pero el asunto de Ángel cada vez iba a peor. La seguía con más descaro, mucho más cerca y eso la asustaba cada vez más. Hasta que una tarde, echó a correr, no sabía por qué, pero ese día sentía que algo malo podía pasarle.

Llegó a casa muy nerviosa y asustada, y algunas lágrimas habían empezado a caer por sus mejillas. Intentó disimular todo lo que pudo, pero su cara era de auténtico terror.

Izan al verla se asustó, sujetó la cara de Rosa entre sus manos para mirarla a los ojos. – ¿Qué te ocurre? –preguntó. –Parece que viste a un fantasma.

-No… no es nada. –balbuceó. –es que… estoy destemplada…

-¿Destemplada? –preguntó él extrañado. –Si vienes con la chaqueta hasta arriba.

Rosa intentó cambiar de tema, y que se le olvidara, que no le hiciera más preguntas. –Me voy a duchar y cambiarme de ropa.

-No cambies de tema. –dijo él deteniéndola.

-No cambio de tema. –respondió. –Estoy destemplada y con la ducha quiero coger temperatura.

Rosa se fue a la ducha y él se quedó pensativo y muy preocupado. Esperó a que ella terminara de ducharse y cambiarse. A los quince minutos, terminó y fue al salón sabiendo que no se lo podía esconder, por lo que iba temerosa, él al verla se puso a hablar.

-No me mientas, dime ¿Por qué llegaste asi de asustada?

-Porque… porque parecia que me estaban siguiendo. -respondió ella sin mirarle a los ojos.

-¿Siguiendo? –preguntó. -Ha sido Ángel, ¿verdad?

Rosa se puso nerviosa al escuchar el nombre, además no quería ni recordar que la llevaba siguiendo unos días. Pero sabía que no le quedaba más remedio que decírselo, pues tarde o temprano se iba a enterar.

-Sí, ha sido él. –respondió asustada.
-¿CÓMO? –gritó furioso.

-No grites, ya lleva varios días siguiéndome, y no ha pasado nada. –dijo. Y automáticamente se tapó la boca, al darse cuenta de lo que había dicho.

-¿QUÉ? ¿QUÉ ESTÁS DICIENDO? –su furia aumentaba por momentos. -¿QUÉ ESE LLEVA SIGUIÉNDOTE VARIOS DÍAS Y ME TENGO QUE ENTERAR AHORA?

-No ha pasado nada.

-¡Hasta que pase algo! –dijo enfadado. – ¿No te das cuenta de que al no habérmelo contado te podía haber pasado algo?

-No te pongas así. –dijo. –pensaba contártelo.

-¿Y por qué no lo habías hecho hasta ahora? –preguntó.

-No sé…

¿Qué no sabes? –preguntó. –Si no sabes sería porque querías esconderlo y no decir nada.

-No es eso, es que quería evitar que te enfadaras.

-¿Y por eso te callaste algo tan grave?

-No lo veo tan grave, es que estás exagerando… -dijo ella nerviosa.

-¿Exagerando? –preguntó. – ¿estoy exagerando cuando me entero de que un gilipollas y cabrón, está siguiendo a mi novia para hacerla de todo? –su estado estaba cada vez más alterado.

-No digas eso…

-¿Qué no diga eso? –preguntó. – ¡Parece que estás deseando que te coja para hacerte de todo!

-¡Pero que dices! si fuera eso no intentaría evitarle como hago todo el día en el colegio- dijo ella.

-Deberías habérmelo dicho el primer día hubiera ido a por ti al colegio y esto no pasaría. -respondió Izan intentando calmarse.

-No le daba mucha importancia hasta hoy- dijo Rosa. Pero en cuanto dijo la última frase se tapó la boca.

¿Qué paso hoy? -preguntó él mandando a la mierda lo que había conseguido.

-Parecía que me seguía más rápido. Tuve que correr. Por eso vine así de asustada. –respondió ella. –Además, no puedes estar todo el día detrás de mi, eres mi novio no mi guarda espaldas.

-Pero si estoy contigo ese idiota no se atreverá a seguirte. Te recuerdo que puedo con él. –dijo Izan acercándose a ella.

-Ya, pero te repito no puedes estar todo el día conmigo o ¿te tengo que recordar que tiene que seguir en el trabajo? –le preguntó ella por fin, atreviéndose a mirarle a los ojos por primera vez.

-No me lo recuerdes… que solo de pensarlo me pongo enfermo.- dijo Izan apretando los puños. –Pero por lo menos en el colegio no te puede hacer nada, porque estas rodeada de gente y sobre todo del director.

-Pero aun así no puedes ser tan sobre protector. Yo te lo agradezco, pero también tienes tu trabajo, tus amigos no solo soy yo. –dijo ella abrazándole por la cintura y mirándole a los ojos.

-Tú eres lo más importante de mi vida. Lo demás me da igual con tal de que tú estés bien y a salvo, eso es lo único que me importa. -respondió Izan atrayéndola mucho más hacia él.

-Pero no solo soy yo. Además ya sabes que no me gusta tener guardaespaldas, ni perritos falderos, que soy más de ir por libre. –dijo ella apoyándose en su pecho.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 10

10º- Miedos

Pasados unos días, Rosa estaba tranquilamente en el colegio. Ángel se pasó por el colegio, con la escusa de mirar unos documentos. Se encontró con Rosa en el pasillo, y se acercó a ella. - Hola ¿Cómo estas?

-Muy bien, gracias- respondió sin mirarle.

-¿Por qué no me miras?- preguntó desconcertado.

-Porque no tengo porque hablar contigo. No te perdono y nunca te perdonaré. – respondió muy seria.

Ángel se acercó más a ella e hizo que le mirara. - Perdóname lo hice sin pensar. Yo nunca me comporto así y menos con alguien que me importa tanto como tú. Por favor, perdóname.

-No sé lo que voy hacer. Me intentaste hacer algo muy fuerte, me intentaste violar. –le recordó. -Yo con los violadores no quiero tener nada que ver. –contestó. -Además si lo hiciste una vez ¿Quién me dice a mí que no lo puedas volver a intentar?- preguntó Rosa con miedo.

-Porque me gustas. Me gustas mucho y solo pienso en ti a todas horas. - respondió Ángel.

-Pues yo no. Estoy muy a gusto con Izan, y ni me acuerdo de ti.- contestó Rosa.

Esa respuesta, sacó de sus casillas a Ángel. La acorraló contra la pared- ¿Así que con él si que te acuestas pero conmigo no?

Antes de que Rosa pudiera responder llegó Estela y dijo. - ¿Qué esta pasando aquí?

Ángel al oír a Estela, sin darse cuenta, soltó a Rosa. Ella al instante cogió sus cosas y salió corriendo. Se marchó a la calle porque ya era su hora de salir, fue corriendo a los brazos de Izan. Él al verla llorando y tan asustada se alarmó mucho. Así que la abrazó y le preguntó muy preocupado- ¿Qué te pasa princesa, que estas así de asustada?

-Ángel- dijo ella como pudo.

En ese momento, Izan se puso muy furioso. La dijo mintiéndola lo más tranquilo que pudo, para que no notara su furia. - Métete en el coche, voy a hablar con el director. Ella solo asintió y le dijo. - ten cuidado, por favor.

-Tranquila mi preciosa niña, no me va a pasar nada. - respondió Izan cerrando la puerta de Rosa.

Izan se dirigió al colegio. Buscó a Estela para hablar con ella. Cuando la encontró, preguntó por el altercado con Ángel. Pero mientras que hablaba con ella, una voz les interrumpió. –Aquí estoy, idiota ¿Qué quieres?

-Quiero que dejes en paz a mi novia ¿no ves que no quiere saber nada de ti?- preguntó Izan muy cabreado.

-Me da igual que no quiera. Ella me va a perdonar y va a cortar contigo para estar conmigo o ¿no ves qué no te quiere, y qué no le gustas? –preguntó. -En cambio yo le encanto- respondió Ángel con aires de superioridad y de creído.

-Si por eso está conmigo ¿no? –le preguntó. –Por eso ha salido corriendo en cuanto ha podido ¿no?- preguntó Izan.

-Ya estará conmigo. Tú por eso no te preocupes. Siempre consigo lo que quiero y a ella la quiero más que a nada en este mundo. –dijo. – Solo que cometí un error, yo no digo que no- dijo Ángel.

Izan hizo caso omiso de las palabras de Ángel, se marchó al coche, se montó sin decir una palabra y arrancó haciendo que las ruedas chirriaran de forma estridente. Rosa al ver si reacción se asustó. – ¿Qué es lo que ha pasado en el colegio?

-Nada. –dijo apretando los puños en el volante.

-Entonces ¿por qué estás tan malhumorado?
-Cambiemos de tema, por favor… -pidió intentando controlar su mal humor. – ¿Cómo te fue con los peques?

-Bien, como siempre. –contestó. –Pero estoy preocupada. ¿Qué ha pasado con Ángel?

-Nada, solo cruzamos cuatro palabras. Nada de importancia.

-Si no es nada de importancia, ¿Por qué estás tan furioso? –preguntó preocupada por la respuesta que le fuera a dar.

-Es un chulo y un engreído. –dijo. –Como vea que se vuelve a acercar a ti, no respondo de mis actos.

-No te pongas así.

-¡Sí me pongo así! –dijo levantando la voz. –Ese cerdo estuvo a punto de violarte ¿O es que ya se te ha olvidado? –preguntó enfadado.

-¡Claro que no! –gritó ella. –Jamás podré olvidarlo, y menos si me lo recuerdas todos los días…

Rosa estaba emocionalmente frágil, a punto de derrumbarse y las palabras de Izan no la ayudaban demasiado. Él se dio cuenta de que no debió llevar la conversación por ese camino, pues sabía lo mucho que sufría ella por el tema.

-Perdóname… no quería hacerte recordar algo tan espantoso. –dijo con voz de arrepentimiento.

-Mira cielo, todo lo que está pasando estos días es algo que todavía me supera, porque no se cómo actuar. –dijo ella. –Me siento rara, porque tengo miedo a todas horas.

-¿Miedo de Ángel? –preguntó. –Jamás permitiré que vuelva a ponerte ni un dedo encima.

Llegaron a casa de Rosa e Izan aparcó el coche. Ella le miró y acarició su brazo. –No es eso. –Contestó –Tengo miedo a perderte…

-¿Por qué? –preguntó mirándola a los ojos. –Llevaba toda la vida esperándote. No voy a dejarte escapar ahora que tengo tu amor.

Ella derramó algunas lágrimas ante semejante declaración de amor. Ella temía que su historia de amor, que había empezado casi sin darse cuenta, se terminara. –Pues tengo miedo de que te guste otra chica que sea más bonita que yo y te vayas de mi lado…

Izan se rió ante la confesión de su novia. – ¿Pero cómo puedes pensar algo así, mi niña tonta? –preguntó con una sonrisa en los labios. –Llevo toda la vida enamorado de ti, me tienes loco por ti hasta los huesos. Solo tengo ojos para ti, y eso siempre será así. –dijo para luego besarla con mucha dulzura, haciendo que ella se sonrojara por tales palabras.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 9

9- Apasionados

-Es que… me da algo de vergüenza, porque sabes que nunca he estado con nadie. –dijo sonrojada. –Además… no quiero decepcionarte.

-Jamás podrías decepcionarme. –contestó acariciando su rostro. –Te llevo esperando toda la vida…

-Pero yo… no sé lo que debo hacer… -su cara se volvía cada vez más roja.

-Yo te guiaré. –contestó con una sonrisa. –Tú solo guíate por tu instinto y tu corazón.

Esas palabras la convencieron y tranquilizaron. Sabía que la persona que más la quería y cuidaba de ella era Izan. Jamás la había lastimado, y siempre había estado a su lado. Sabía que podía confiar en él.

Izan se levantó del sofá con Rosa entre sus brazos. Caminó medio a ciegas hasta la habitación de Rosa. Agradecía que ella durmiera en una cama de matrimonio. Se tumbó dejándola debajo de él.

Comenzaron unas tiernas caricias por las partes a las que llegaban. Izan quitó con dulzura la camiseta de Rosa, dejando a la vista un bonito sujetador azul cielo. Ella al verse sin camiseta se ruborizó, pero Izan quiso calmarla. –Eres preciosa…

Se quitó su camiseta, dejando a la vista su perfecto torso. Rosa le había visto miles de veces en bañador, pero era la primera vez que le miraba con otros ojos. Realmente se daba cuenta de que era un chico extremadamente guapo.

Acarició el pecho de Izan, deleitándose con sus músculos, que la rodeaban y acariciaban. Ambos seguían con los besos, mientras se deshacían ágilmente de la ropa, hasta que estuvieron desnudos.

Se miraron a los ojos, seguros de que lo que sentían en ese momento era real. Seguros de que querían unirse y demostrarse sus sentimientos. Ella se incorporó un poco y buscó en la mesilla de noche. Cogió un preservativo y se lo dio a Izan.

Le sonrió y se lo puso, mientras Rosa observaba el miembro de Izan. Estaba algo aturdida y cohibida, nunca había visto a ningún chico desnudo, ni se había visto en una situación así. Pero sabía que quería entregarse a él.

Una vez se puso el preservativo, movió las caderas de Rosa para poder acceder a su zona íntima. La penetró lentamente, no quería lastimarla, y sabía que al principio notaría algo de molestia.

Pero tras entrar en ella por completo, las sensaciones cambiaron. Empezaron a moverse lentamente, mientras se besaban y acariciaban. Con cada movimiento emitían gemidos de placer.

Rosa jamás había sentido nada semejante, sentía un placer tan extremo que no podía controlar las reacciones de su cuerpo. Izan veía la cara de placer de Rosa. Llevaba años queriendo estar con ella, y al fin lo había conseguido.

Quería darle la mejor experiencia de su vida, demostrarle todo el amor que le tenía. Y por supuesto hacerla experimentar tanto placer como le fuera posible. Ese baile empezó a aumentar de ritmo progresivamente.

Según aumentaba el ritmo, sus gemidos aumentaban también. Izan estaba pletórico de saber que Rosa estaba experimentando todo ese placer. Besó su cuello con suavidad mientras se movía.

Bajó hasta sus pechos, acariciándolos y besándolos, deleitándose con ellos. Esto, hizo que Rosa sintiera tanto placer que no pudo controlarse, mordió en el cuello a Izan. Pero él no sintió dolor, sino placer.

Rosa al ver la reacción de Izan, volvió a morderle. Mientras continuaron en ese baile apasionado, hasta que ambos llegaron al éxtasis, emitiendo un sonoro gemido. Después se besaron cariñosamente y se quedaron abrazados un rato.

Ella no podía evitar estar ruborizada por lo que acababan de hacer. Izan vio su reacción y le dedicó una sonrisa. – ¿Qué es lo que sientes?

-Me siento bien. Esto ha sido… -no pudo terminar la frase pues su sonrojo iba en aumento.

-Ha sido maravilloso. –terminó él.

Se besaron de forma muy tierna sin poder parar de sonreír por lo felices que se sentían en ese instante. –Yo… ¿Lo hice bien? –preguntó con algo de miedo.

-¿Cómo me preguntas eso? –preguntó algo desconcertado.

-Es que como no sabía lo que tenía que hacer, no sé si hice lo que debía. –contestó sin mirarle a los ojos.

-Te has dejado llevar por tu corazón y por tus sentimientos. –dijo. –Eso era lo que yo quería. Nunca había sentido algo así.

-¿En serio? –preguntó. –Pero como has estado con varias chicas…

-Solo con una. –dijo. –No significó nada. Y esa experiencia no fue nada comparado con lo que acabo de sentir estando contigo.

-Eso es precioso. –respondió besándole.

En ese momento, se percató del cuello de Izan. Se acababa de acordar que le había mordido un par de veces por sentir semejante placer. Le había dejado dos buenos chupetones bien visibles. –Uy… lo siento. –se disculpó.

-¿Qué sientes?

-Ve al espejo y mira tu cuello. –dijo ella con algo de miedo a su posible reacción.

Izan se levantó y se miró en el espejo del armario de la habitación. Observó los dos chupetones con detenimiento. Después de unos segundos se giró y volvió a la cama con Rosa.

Ella estaba desconcertada, pues esperaba que se enfadase con ella por haber hecho eso. – ¿No estás enfadado?

-Claro que no. –dijo. – ¿Por qué debería estarlo?

-Por lo del cuello.

Izan se rió ante la respuesta de Rosa. –No pasa nada. Fueron provocados por el placer que sentías, con lo que no me importa. –dijo. –Además, así saben todos que tengo una chica que me quiere.

-Dices unas cosas preciosas. –contestó.

-Te diré todas las cosas bonitas que quieras.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 8

8º-Escuchando al corazón

Ella le siguió el beso sonriente. Empezó a acariciarle el cuello y el pelo y a su vez la espalda. Los besos cada vez eran más intensos. Él empezó a acariciarla por la cintura y ella por el pecho.

Izan la llevó al sofá para que se tumbaran y estuvieran más cómodos. Todo lo hacía sin soltar ni un segundo los labios de Rosa. Pues todavía no se lo podía creer. Pero de repente, sonó el timbre.

-Genial ¡qué oportunos! - dijo Izan con cara de fastidio.

Rosa soltó una risita nerviosa y tímida y se levantó para abrir la puerta y preguntó. - ¿Quién es?

-Soy Ángel. Ábreme ,por favor- dijo la voz de Ángel detrás de la puerta.

Rosa dio un bote y miró a Izan con miedo. Pero él le hizo una señal para que abriera. Ella abrió y se puso muy seria. - ¿Qué quieres?

-Que me perdones, no sé lo que me pasó. Te juro que jamás me comporto así y menos con alguien que me importa, perdóname- dijo Ángel con voz suplicante.

-No te voy a perdonar. No quiero saber nada de ti. Nuestro trato va a ser estrictamente profesional. – Respondió Rosa lo más tranquila que pudo.

-Eso ya lo veremos. –Respondió Ángel dispuesto a lanzase de nuevo a por Rosa.

Pero Izan, que hasta ese momento estaba escondido, se acercó hasta ellos y dijo. - No te atrevas a ponerle un dedo encima, por que soy capaz de matarte, estúpido

-Jajaja no puedes conmigo y lo sabes. –Respondió Ángel con aires de superioridad.

-Ya pude contigo y sin ningún problema ¿o ya se te olvido?- preguntó Izan todavía delante de Rosa, protegiéndola con su cuerpo.

-Eso ya se vera. –dijo Ángel preparando el puño para darle un puñetazo.

Pero Rosa interrumpió la discusión. –Que pares o voy a llamar a la policía. –le amenazó.

Izan intenta tranquilizarse por ella, pues aun estaba muy asustada. Y Ángel dijo. - Está bien, pero piénsatelo al menos. No quiero perder el principio de una amistad o de algo más.

Rosa solo asintió con la cabeza abrazando a Izan, e intentando hacer todo lo posible por no temblar de lo asustada que estaba. Mientras Ángel se marchó y Rosa se tranquilizó un poco sin soltar a Izan.

Éste se dio la vuelta y la abrazó, intentaba calmarla, besándola el cuello. Él sabía que era su punto débil y que si le hacía algo ahí, la conseguiría tranquilizar. Pasados unos minutos, se calmó por completo.

-Gracias, me salvaste de nuevo. –dijo abrazándose a su cuello y suspirando aliviada.

-Por ti hago cualquier cosa, mi niña. –Respondió Izan acariciándole la espalda.

Rosa se sonrojó y él notó el calor que desprendían sus mejillas y dijo. - ¿te sonrojaste, preciosa?

Ella negó con la cabeza, pero Izan sabía que si que lo estaba. Se separó unos centímetros de ella y la miró a los ojos. –A ver, mmm... ¡qué mentirosilla eres tú! ¿Eh? -dijo. - Ahora te vas a enterar por mentirme. –Dijo Izan, que comenzó a hacerla cosquillas.

-Jajaja para Jajaja para. –dijo Rosa como pudo.

-Paro, si me das un beso. –Respondió Izan retándola.

Rosa no se lo pensó dos veces. Le besó con mucha dulzura y cariño. Mientras sus cuerpos se juntaban más aún si era posible. Pero Izan estaba enfadado por lo ocurrido con Ángel y se puso tenso, dejando de estar concentrado en el beso.

Ella se dio cuenta, sabía que estaba enfadado, le conocía desde niña, y sabía que si no intentaba calmarlo, estaría mal todo el tiempo durante unos días. Se separó unos centímetros de su rostro para poder mirarlo.

-Sé que estás enfadado por lo de Ángel. –dijo. –Te conozco desde que éramos niños, pero por favor, olvídalo.

-No puedo olvidarlo. –contestó. –Al ver lo que estuvo a punto de hacer ese maldito bastardo… -dijo cerrando los ojos y apretando los puños.

-Pues tienes que olvidarlo. –respondió ella sujetándole el rostro con sus manos. –Yo quiero que estés bien, que sonrías para mí.

Sin darle tiempo a responder, volvió a abrazarle. Ella quería que Izan se olvidara de todo. Rosa por fin estaba empezando a aclarar sus sentimientos por él, se estaba dejando guiar por el corazón y no quería verle mal.

Pero el estar tan cerca, ambos un poco vulnerables, anímicamente hablando, y con esos sentimientos a flor de piel… Hicieron que Rosa empezara a encenderse por dentro, creándose en ella una necesidad de sentirse querida.

Se aproximó todo lo que pudo a Izan, sentándose encima de él. Los besos comenzaron a ser más intensos. Mucho más intensos de lo que lo habían sido hasta ese momento.

Izan estaba desconcertado, estaba sediento de Rosa, de tocarla, acariciarla, besarla, tenerla entre sus brazos… pero era todo tan repentino que se sentía extraño. A Rosa le ocurría algo parecido. –No se si te beso porque somos amigos o por qué.

-Haz lo que sientas… -le susurró.

Volvieron a unir sus labios de forma muy tierna, pero con más urgencia que antes. Ella se sentía rara, conocía a su amigo desde que era una niña, lo sabía todo de él. Y en su interior algo le decía que necesitaba entregarse a él.

Que su primera vez debía ser con él. Pero sintió miedo, a no hacerlo bien, que Izan se sintiera decepcionado con ella. Además la vergüenza empezó a asomar en ella, pues nunca había estado de esa forma con nadie.

Izan notó la actitud de Rosa, e intentó hablar con ella, entre beso y beso. – ¿Qué te ocurre?

jueves, 16 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 7

7º-Sentimientos confundidos

Pero Rosa estaba demasiado asustada para contestar. Lo único que pudo hacer fue abrazarse a su amigo. Lloró con más fuerza, pero de alivio porque estaba a salvo. Dio las gracias porque hubiera llegado a tiempo.

No se dieron cuenta de que Ángel se levantó y se acercó a ellos. Golpeó la espalda de Izan, que emitió un grito desgarrado. Empezaron una dura pelea de puñetazos y patadas, que daban y recibían por igual.

Rosa lo observaba todo temblando. Tenía miedo por si Izan resultaba herido. Estaba aterrada ante la idea de que le ocurriera algo. Era su amigo del alma, pero… le observaba de forma distinta.

Ya no veía a aquel chico con cara de niño que siempre le había sacado una sonrisa. Veía a un gran hombre, musculoso, fuerte, con carácter, que la estaba protegiendo y defendiendo.

Pero Izan empezó a tener ventaja. Llevaba muchos años haciendo deporte y sabía muy bien cómo defenderse, así que no le costó demasiado tumbar a Ángel. Izan iba a darle otra buena cantidad de golpes pero Rosa se lo impidió.

-Ya no le pegues más. –pidió.

-¿Le defiendes a pesar de que ha intentado violarte? –preguntó furioso.

-No le defiendo. –contestó. –Solo quiero ir a casa y olvidarme de todo.

Él al verla tan frágil y vulnerable se calmó. En ese momento solo ansiaba tenerla en sus brazos para consolarla y protegerla. Soltó la camiseta de Ángel y se acercó hasta Rosa.

Ella se agarró a él, y después de colocarse la ropa, se dirigieron a casa de Rosa, caminando en silencio. Subieron a casa y se sentaron en el sofá sin decir ni una palabra, hasta que Izan rompió ese silencio.

-Cuando vi lo que ese canalla intentaba hacerte… -dijo apretando los puños.

-No quiero que lo menciones. –contestó. –Tú tenías razón y yo no quise escucharte. –añadió.

-Eso ahora da igual.

-No da igual. –dijo. –Yo me porté muy mal contigo. No tuve en cuenta tus sentimientos, y aún así me has ayudado.

-Siempre te ayudare. Estés como estés, estemos como estemos. Me importas demasiado como para no hacer una cosa así por ti. - respondió Izan abrazándola.

¿En serio? –preguntó sonriendo.

-Pase lo que pase, siempre estaré para protegerte y cuidarte. –Juró Izan acariciándole la espalda.

Ambas miradas se cruzaron. No hacían falta las palabras, los dos con una simple mirada se lo podían decir todo.

Izan ya estaba algo más tranquilo de verla a salvo y algo más calmada. Ella se sentía muy protegida en sus brazos, también sabia que jamás le haría daño y que estaba dispuesto a cualquier cosa por ella.

Rosa se olvidó de lo que había pasado con Ángel, dado que estaba en su casa con una persona magnifica. No entendía lo que la estaba pasando. Algo estaba cambiando ya no le veía como siempre, algo en su interior se estaba removiendo y ella todavía no sabia que era o que significaba.

Sabiendo que nunca le haría daño, ella dejó que su cuerpo actuara solo. Se fue acercando poco a poco a él, hasta que los labios de ambos se juntaron suavemente, fue un beso corto pero muy calido y tierno.

Una vez que ese beso acabó, los dos se miraron intensamente a los ojos. Ninguno de los dos había planeado esa situación. No tenían pensado que pasara algo por el estilo, después de que Rosa viviera lo que vivió hacía apenas unas horas con Ángel.

Rosa se dio cuenta de lo que acababa de hacer y saltó del sillón. Se puso de pie y dijo.- ¡lo siento!

-Sshhh tranquila no pasa nada. No te voy a agobiar ni nada. - respondió Izan poniéndose de pie a su lado para tranquilizarla

-No debí hacerlo. Es como jugar contigo.- contestó Rosa negando con la cabeza.

-No juegas conmigo. Porque si hubiera sido así yo me hubiera apartado y no lo hice. Además me encanto- dijo Izan sonriente. - ¿es que estás confundida?

-Si… bueno no, bueno no sé. Además esto no puede seguir así. Tú y yo somos amigos y si esto cambia… no quiero ni pensarlo…- respondió Rosa mirando al suelo.

-Sshhh cálmate, tranquila. - intentó calmarla Izan.

Pasaron unos días y los dos estaban muy extraños. Izan porque había conseguido robarle un beso a su preciosa Rosa. Ella porque estaba extraña pero feliz. Aunque, a la vez, estaba muy confundida. Tenía mucho miedo a que su amistad se acabara; además tenía miedo de que llegara a confundir sus sentimientos y perderlo del todo y para siempre.

Izan fue a verla porque ella seguía extraña. –No te sientas extraña. Haz lo que sientas, no tengas miedo. A mi no me vas a perder. –dijo. -Pase lo que pase, ya te lo dije. Pero tienes que aclararte, así no puedes estar.

-Ya lo se pero tengo miedo y ¿si me confundo? Y ¿si sale mal?... y si…- dice Rosa empezando a híper ventilar.

-Ssshhh tranquila no te agobies. –intentó calmarla. –No tengas miedo, yo siempre voy a estar contigo. –dijo. –Y si descubres que fue una confusión del momento, seguimos como siempre y ya esta. –añadió muy tranquilo.

-¿Y tú? –preguntó. -No quiero que sufras y mucho menos por mi culpa. No me lo perdonaría nunca- dijo Rosa mirándole triste.

-Por mi no te preocupes, yo voy a estar bien. Mientras estemos juntos sea como amigos o como algo más- respondió Izan.

Rosa empezó a pensar sin mirarle, sin saber que lo va a decir en alto. - ¿Y cómo dejo de estar confundida?

Izan al escucharla comenzó a reírse a carcajadas, y Rosa se quedó extrañada. - ¿Qué te pasa? ¿Me oíste?

-Si, lo dijiste en alto, jeje. -respondió Izan.

Ella se sonrojó e Izan dijo. - Es muy sencillo. Cierra los ojos y escucha lo que tu corazón te dice. - Rosa le hizo caso y cerró los ojos. Pasados unos minutos los abrió y sonrió.

-¿Qué? ¿Qué te dijo?- preguntó Izan con mucha curiosidad.

Rosa se lanzó a su cuello sonriendo. Y cuando ya estaba con los brazos alrededor de su cuello le dijo juguetona. - ¿Quieres saber lo que me dice?

-Claro que lo quiero saber. – respondió Izan un poco asustado.

Rosa sonrió aun más y le dio un pequeño beso en los labios. Le miró tímidamente porque no sabía si él quería que siguiera o no. Pero Izan sonrió y empezó un beso muy tierno y suave.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 6

6º- En peligro

Unos días más tarde, Ángel invitó a Rosa a dar un paseo, en un parque cercano a casa de Rosa. Fue una tarde muy amena para los dos, en la que estuvieron hablando sobre cada uno para conocerse más a fondo.

Pasadas un par de horas les empezó a entrar hambre. –Oye, Rosa, ¿Te apetece que vayamos a cenar? –preguntó. –Yo ya tengo hambre.

-La verdad es que yo también tengo hambre.

-Pues entonces vamos. –contestó dedicándole una profunda sonrisa.

Se sentaron en una terracita de un restaurante que había muy cerca de la casa de Rosa, y como hacia muy buen tiempo, se estaba muy a gusto fuera. Durante la cena se dedicaron varias miradas intensas.

Ambos notaban la atracción que existía entre los dos. Casi se podía ver y tocar. Ángel, deseaba acercarse más a Rosa y besarla para estar con ella. Mientras hablaban cogió su mano que descansaba en la mesa.

Rosa ante eso se sonrojó desmesuradamente, y apretó la mano de Ángel, mientras su rostro seguía ruborizado. Pero no se había fijado que Izan acababa de doblar la esquina y justo vio el momento en que se cogían de la mano.

Él iba a casa de Rosa dispuesto a disculparse por su actitud infantil con respecto a Ángel y los vio agarrados de la mano y sonriendo como dos tontorrones. Eso pudo con él.

Izan se alejó. Pues no le apetecía seguir viendo como el amor de su vida estaba tonteando con otro. Se marchó hacia el portal de Rosa intentando calmarse para que cuando ella llegase no estuviera tan cabreado.

Mientras se intentaba calmar y pensaba en como disculparse por su comportamiento de esta tarde. Pasadas dos horas, llegó Rosa al portal, y cuando vio a Izan allí dijo. - Hola ¿Qué haces aquí?

-Quería disculparme por lo del otro día- respondió Izan mirando al suelo

-La verdad no entiendo por que te pusiste así, si lo estábamos pasando muy bien- dijo Rosa abriendo la puerta.

-Estaba celoso. Siempre has estado conmigo, y de repente empiezas a hablar de él y solo es él. -respondió Izan sujetando la puerta para que ella pasase y después pasó él.

-¿Estabas celoso?- preguntó Rosa extrañada.

-Si lo reconozco, estaba y estoy celoso. - Repitió Izan.

-¿Celoso por qué?- preguntó Rosa aún atónita.

-¿¡Acaso tengo que explicártelo!?- dijo Izan.

Rosa se quedó de piedra, e Izan se calló porque no quería estropear más las cosas. - Dame unos días para poder calmarme. Yo solo quiero que seas feliz, aunque sea con él.

-Está bien- respondió Rosa preocupada.

Pasados unos cuantos días, Rosa y Ángel estaban paseando tranquilamente y hablando por un parque poco transitado, al lado de casa de Rosa. Él intentó besarla y ella se apartó. - ¡¿Qué haces?! ¡¿Estas tonto?!

-No, solo quiero besarte. Sé que lo estás deseando. –dijo. -Además también sé que me quieres y que te gusto.- respondió Ángel acercándose cada vez más a ella.

Rosa se apartó hasta que un árbol le impidió seguir alejándose. Ángel la acorraló y volvió a intentar besarla. Ella intentaba resistirse pero esa ocasión no pudo. Según la besaba, le hizo creer que le encantaba.

Le rodeó el cuello con los brazos siguiéndole el beso. Una vez que vio que estaba confiado le pegó una patada en sus partes. Ángel al notar la patada protestó. – Aaahh ¿Qué haces?

-Ya te lo dije, no quiero que me beses- respondió Rosa.

Ángel lo volvió a hacer. Pero en esa ocasión, ella no podía hacer nada porque estaba inmovilizada. Él comenzó a acariciarla por el cuerpo, mientras ella intentaba zafarse de él por todos los medios.

Incluso algunas lágrimas habían empezado a caer por su rostro, pues sus intentos por liberarse eran inútiles. Ángel se deleitaba con el perfecto cuerpo de Rosa, sus manos se posaban en cada parte de ella.

Metió las manos por debajo de la camiseta para poder tocarla mejor, mientas ella se agitaba cada vez más sin poder liberarse. –No te resistas… así solo me pones mucho más…

-Déjame… -pedía con voz suplicante.

-Si seguro que te gusta… -dijo con una sonrisa.

Atrapó las manos de Rosa por encima de su cabeza con una de sus manos, y con la otra bajó hasta sus pantalones. Desabrochó el botón y empezó a bajarlos un poco para poder acceder a la intimidad de Rosa.

Eso la puso más nerviosa, sabía lo que Ángel la haría, y ella no tenía modo de escapar. Mientras vio con horror cómo él se desabrochaba los pantalones, con lo que su llanto se incrementó…

…………………..

Izan llevaba varios días encerrado en sí mismo. Sabía que por mucho que amase a Rosa, debía hacer todo lo posible porque fuera feliz. Y si ella era feliz al lado de Ángel, tendría que apoyarla.

Pensó que podría hablar con ella, decirle que ya estaba tranquilo, que podría contar con él para lo que necesitase. Que solo sería su amigo si era lo que ella necesitaba.

Fue a casa de Rosa caminando. Por la hora que era tal vez estaría en casa, y se dijo a sí mismo que por probar suerte no pasaría nada. Decidió atajar por el parque de al lado de casa de Rosa.

Aunque era un sitio poco transitado, era el camino más corto hasta la casa de su amiga, y él ansiaba hablar con ella. Pero empezó a escuchar pequeños gritos desesperados.

Creyó que alguien podía necesitar ayuda, así que se asomó a mirar. Lo que no se podía imaginar era la escena que estaba presenciando. Ángel estaba encima de Rosa, intentando forzarla.

Veía como la tocaba por todas partes mientras ella lloraba. La intentaba violar, ¡y delante de sus narices! Eso jamás lo consentiría. Se acercó a ellos aceleradamente y cogió por la espalda a Ángel, apartándolo de Rosa.

Lo tiró contra el suelo de forma brusca, mientras Rosa se quedó bloqueada al verle. Él se acercó a ella. – ¿Estás bien?

lunes, 13 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 5

5º- Izan conoce a Ángel

Ya no podía declararse a Rosa, no cuando ella estaba observando con la boca abierta la mesa donde estaba el famoso e imbécil de Ángel. No sabía cuál de los cuatro era, pero los miraba a todos con odio.

-De todos ellos ¿Quién es?- preguntó Izan intentando controlarse.

-Aquel el de la camisa blanca moreno- dijo Rosa sin apartar la mirada de Ángel.

Izan le miró con odio sin que Rosa se diera cuenta. Y en ese instante, miró Ángel hacia la mesa de Rosa e Izan y éste apartó la mirada a la vez que Rosa. Ella dijo- bueno ¿qué te parece? ¿A qué es muy guapo?

-Si será muy guapo, pero no te conviene. Es un chulo y un creído. - respondió Izan intentando abrirle los ojos a su amiga.

En ese momento se levantó Ángel y pasó al lado de la mesa de ellos dos y miró a Izan con cara de asco y a Rosa la sonrió. Ella se quedó mirándole mientras se alejaba e Izan dijo muy bajo sin darse cuenta de que lo decía. - idiota, creído, chulo…

-¿Qué dices?- preguntó Rosa al haberle oído.

-No, nada no he dicho nada- respondió Izan haciéndose el loco, al descubrir que lo ha dicho en alto.

A los dos minutos volvió a pasar Ángel y dijo. - Hombre ¡qué casualidad! ¿Qué estas aquí con tu novio?

-No, no es mi novio, es mi mejor amigo. - respondió Rosa sonriente y mirándole. Ángel al oír eso miró a Izan con aires de superioridad y dijo- Encantando, yo soy Ángel.

-Izan- respondió éste ofreciéndole la mano para que la estrechasen. Ángel la cogió gustoso. Izan en el momento que la cogió la estrechó muy fuerte, mirándole con la mirada asesina advirtiéndole que se alejase de Rosa

Ángel en ese momento, sonrió con una sonrisa falsa diciéndole con la mirada que no se pensaba alejar, dejaron de estrecharse las manos y Ángel dijo. – Bueno Rosa ¿y qué haces por aquí?

-Pues nada que hemos ido a ver una película al cine y ahora te estamos cenando tranquilamente- respondió Rosa feliz.

-¿Qué película habéis visto?- preguntó ángel interesándose.

-Una de miedo. Que por cierto no me gusto mucho, pero bueno… Se titula “The crazies” no se si te sonara- respondió Rosa.

-Si me suena. Y por cierto, si hubieras venido conmigo no hubieras tenido tiempo ni de asustarte, porque estarías ocupada con otras cosas- respondió Ángel guiñándole un ojo a Rosa.

Rosa en ese instante se sonrojó y miró a su plato. Ángel sonrió al ver su reacción, mientras Izan estaba al borde de explotar y decirle unas cuantas cosas a su amiga. Pero prefirió callarse para que ella no se enfadara con él. Ángel se fue y Rosa dijo. - ¿A qué es simpático?

-Ya te he dicho lo que opino de él. Además tú te mereces algo mejor. - respondió Izan intentando no mostrar su furia.

-Pero si es muy majo, simpático y agradable- contestó Rosa sonriente.

-No aguanto más esta noche, me voy a casa a dormir. - dijo Izan explotando al fin.

-Vale como quieras. Tú sabrás si estas bien para ir a tu casa a descansar- respondió Rosa sobresaltada por como acababa de actuar su amigo.

Terminaron de cenar, Izan lo pagó todo como parte de su apuesta. Salieron del restaurante y la acompañó a su casa. Subieron los dos e Izan cogió un par de cosas para irse a dormir a su casa.

Sin decirle nada a Rosa, salió por la puerta casi dando un portazo y Rosa al oír el portazo dio un bote y dijo en voz alta. - ¿qué le pasa que esta tan raro y enfadado? -se preguntó. –Bueno, ya se le pasara. –se metió en su habitación se cambió de ropa y se metió en la cama

Rosa no pegó ojo en toda la noche, recordando la buena tarde que había pasado. Y haber estado hablando con Ángel la había mejorado más todavía. Lo que le hizo recordar la actitud tan infantil que había tenido su amigo.

Tenía que hablar con él al día siguiente, pues quizás le había pasado algo y eso empezó a preocuparla. Pero cuando se levantó y marcó el número de Izan le sorprendió que no se lo cogió.

A lo largo del día lo siguió intentando. Pero las primeras veces no se lo cogió, y después le colgaba el teléfono. Eso hizo que Rosa empezara a enfadarse con su amigo, aunque una parte dentro de ella estaba preocupada por si le había sucedido algo.

Por la tarde, por fin y después de varias llamadas Izan le cogió el teléfono a Rosa con bastante desgana. – ¿Qué?

-¿Por qué no me cogiste el teléfono? –preguntó. –Llevo todo el día intentando localizarte.

-Ya vi todas tus llamadas, estaba con otras cosas. –contestó algo seco.

-¿Te pasa algo? –preguntó Rosa preocupada.

-¿A mí? –preguntó. – ¿Por qué crees que me pasa algo?

-Porque ayer te fuiste de repente y sin despedirte, y porque te llevo llamando todo el día y no me lo has cogido.

Izan estaba muy enfadado con su amiga. No podía creerse que estuviera tan ciega como para interesarse por un tipo como Ángel, así que no pensó en lo que decía. – ¿Es que tenemos que estar pendientes el uno del otro las veinticuatro otras del día? –preguntó. – ¡Qué no somos siameses!

Eso dejó algo cortada a Rosa. No se esperaba semejante respuesta por parte de su mejor amigo. –Perdona, no quería molestarte. –dijo. –Esta tarde nos vemos como siempre ¿no?

-Pues no puedo, estoy ocupado. –contestó muy fríamente.

-Ah, vale. –respondió apenada. –Pues que pases buena tarde. Un beso.