domingo, 26 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 11

11º- Persecución y discusión

Unos días más tarde, todo iba mejor entre Izan y Rosa, su amor crecía poco a poco. Pero Rosa tenía que esconder un secreto. Cada día al salir del colegio, sentía que la vigilaban, y no tardó mucho en darse cuenta de que era Ángel.

A lo lejos la miraba y hacía fotos, lo que intimidaba mucho a Rosa y la atemorizaba. Pero se resistía a contárselo a Izan, pues sabía lo temperamental que era y no quería que se metiera en un problema por su culpa.

Pero el asunto de Ángel cada vez iba a peor. La seguía con más descaro, mucho más cerca y eso la asustaba cada vez más. Hasta que una tarde, echó a correr, no sabía por qué, pero ese día sentía que algo malo podía pasarle.

Llegó a casa muy nerviosa y asustada, y algunas lágrimas habían empezado a caer por sus mejillas. Intentó disimular todo lo que pudo, pero su cara era de auténtico terror.

Izan al verla se asustó, sujetó la cara de Rosa entre sus manos para mirarla a los ojos. – ¿Qué te ocurre? –preguntó. –Parece que viste a un fantasma.

-No… no es nada. –balbuceó. –es que… estoy destemplada…

-¿Destemplada? –preguntó él extrañado. –Si vienes con la chaqueta hasta arriba.

Rosa intentó cambiar de tema, y que se le olvidara, que no le hiciera más preguntas. –Me voy a duchar y cambiarme de ropa.

-No cambies de tema. –dijo él deteniéndola.

-No cambio de tema. –respondió. –Estoy destemplada y con la ducha quiero coger temperatura.

Rosa se fue a la ducha y él se quedó pensativo y muy preocupado. Esperó a que ella terminara de ducharse y cambiarse. A los quince minutos, terminó y fue al salón sabiendo que no se lo podía esconder, por lo que iba temerosa, él al verla se puso a hablar.

-No me mientas, dime ¿Por qué llegaste asi de asustada?

-Porque… porque parecia que me estaban siguiendo. -respondió ella sin mirarle a los ojos.

-¿Siguiendo? –preguntó. -Ha sido Ángel, ¿verdad?

Rosa se puso nerviosa al escuchar el nombre, además no quería ni recordar que la llevaba siguiendo unos días. Pero sabía que no le quedaba más remedio que decírselo, pues tarde o temprano se iba a enterar.

-Sí, ha sido él. –respondió asustada.
-¿CÓMO? –gritó furioso.

-No grites, ya lleva varios días siguiéndome, y no ha pasado nada. –dijo. Y automáticamente se tapó la boca, al darse cuenta de lo que había dicho.

-¿QUÉ? ¿QUÉ ESTÁS DICIENDO? –su furia aumentaba por momentos. -¿QUÉ ESE LLEVA SIGUIÉNDOTE VARIOS DÍAS Y ME TENGO QUE ENTERAR AHORA?

-No ha pasado nada.

-¡Hasta que pase algo! –dijo enfadado. – ¿No te das cuenta de que al no habérmelo contado te podía haber pasado algo?

-No te pongas así. –dijo. –pensaba contártelo.

-¿Y por qué no lo habías hecho hasta ahora? –preguntó.

-No sé…

¿Qué no sabes? –preguntó. –Si no sabes sería porque querías esconderlo y no decir nada.

-No es eso, es que quería evitar que te enfadaras.

-¿Y por eso te callaste algo tan grave?

-No lo veo tan grave, es que estás exagerando… -dijo ella nerviosa.

-¿Exagerando? –preguntó. – ¿estoy exagerando cuando me entero de que un gilipollas y cabrón, está siguiendo a mi novia para hacerla de todo? –su estado estaba cada vez más alterado.

-No digas eso…

-¿Qué no diga eso? –preguntó. – ¡Parece que estás deseando que te coja para hacerte de todo!

-¡Pero que dices! si fuera eso no intentaría evitarle como hago todo el día en el colegio- dijo ella.

-Deberías habérmelo dicho el primer día hubiera ido a por ti al colegio y esto no pasaría. -respondió Izan intentando calmarse.

-No le daba mucha importancia hasta hoy- dijo Rosa. Pero en cuanto dijo la última frase se tapó la boca.

¿Qué paso hoy? -preguntó él mandando a la mierda lo que había conseguido.

-Parecía que me seguía más rápido. Tuve que correr. Por eso vine así de asustada. –respondió ella. –Además, no puedes estar todo el día detrás de mi, eres mi novio no mi guarda espaldas.

-Pero si estoy contigo ese idiota no se atreverá a seguirte. Te recuerdo que puedo con él. –dijo Izan acercándose a ella.

-Ya, pero te repito no puedes estar todo el día conmigo o ¿te tengo que recordar que tiene que seguir en el trabajo? –le preguntó ella por fin, atreviéndose a mirarle a los ojos por primera vez.

-No me lo recuerdes… que solo de pensarlo me pongo enfermo.- dijo Izan apretando los puños. –Pero por lo menos en el colegio no te puede hacer nada, porque estas rodeada de gente y sobre todo del director.

-Pero aun así no puedes ser tan sobre protector. Yo te lo agradezco, pero también tienes tu trabajo, tus amigos no solo soy yo. –dijo ella abrazándole por la cintura y mirándole a los ojos.

-Tú eres lo más importante de mi vida. Lo demás me da igual con tal de que tú estés bien y a salvo, eso es lo único que me importa. -respondió Izan atrayéndola mucho más hacia él.

-Pero no solo soy yo. Además ya sabes que no me gusta tener guardaespaldas, ni perritos falderos, que soy más de ir por libre. –dijo ella apoyándose en su pecho.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 10

10º- Miedos

Pasados unos días, Rosa estaba tranquilamente en el colegio. Ángel se pasó por el colegio, con la escusa de mirar unos documentos. Se encontró con Rosa en el pasillo, y se acercó a ella. - Hola ¿Cómo estas?

-Muy bien, gracias- respondió sin mirarle.

-¿Por qué no me miras?- preguntó desconcertado.

-Porque no tengo porque hablar contigo. No te perdono y nunca te perdonaré. – respondió muy seria.

Ángel se acercó más a ella e hizo que le mirara. - Perdóname lo hice sin pensar. Yo nunca me comporto así y menos con alguien que me importa tanto como tú. Por favor, perdóname.

-No sé lo que voy hacer. Me intentaste hacer algo muy fuerte, me intentaste violar. –le recordó. -Yo con los violadores no quiero tener nada que ver. –contestó. -Además si lo hiciste una vez ¿Quién me dice a mí que no lo puedas volver a intentar?- preguntó Rosa con miedo.

-Porque me gustas. Me gustas mucho y solo pienso en ti a todas horas. - respondió Ángel.

-Pues yo no. Estoy muy a gusto con Izan, y ni me acuerdo de ti.- contestó Rosa.

Esa respuesta, sacó de sus casillas a Ángel. La acorraló contra la pared- ¿Así que con él si que te acuestas pero conmigo no?

Antes de que Rosa pudiera responder llegó Estela y dijo. - ¿Qué esta pasando aquí?

Ángel al oír a Estela, sin darse cuenta, soltó a Rosa. Ella al instante cogió sus cosas y salió corriendo. Se marchó a la calle porque ya era su hora de salir, fue corriendo a los brazos de Izan. Él al verla llorando y tan asustada se alarmó mucho. Así que la abrazó y le preguntó muy preocupado- ¿Qué te pasa princesa, que estas así de asustada?

-Ángel- dijo ella como pudo.

En ese momento, Izan se puso muy furioso. La dijo mintiéndola lo más tranquilo que pudo, para que no notara su furia. - Métete en el coche, voy a hablar con el director. Ella solo asintió y le dijo. - ten cuidado, por favor.

-Tranquila mi preciosa niña, no me va a pasar nada. - respondió Izan cerrando la puerta de Rosa.

Izan se dirigió al colegio. Buscó a Estela para hablar con ella. Cuando la encontró, preguntó por el altercado con Ángel. Pero mientras que hablaba con ella, una voz les interrumpió. –Aquí estoy, idiota ¿Qué quieres?

-Quiero que dejes en paz a mi novia ¿no ves que no quiere saber nada de ti?- preguntó Izan muy cabreado.

-Me da igual que no quiera. Ella me va a perdonar y va a cortar contigo para estar conmigo o ¿no ves qué no te quiere, y qué no le gustas? –preguntó. -En cambio yo le encanto- respondió Ángel con aires de superioridad y de creído.

-Si por eso está conmigo ¿no? –le preguntó. –Por eso ha salido corriendo en cuanto ha podido ¿no?- preguntó Izan.

-Ya estará conmigo. Tú por eso no te preocupes. Siempre consigo lo que quiero y a ella la quiero más que a nada en este mundo. –dijo. – Solo que cometí un error, yo no digo que no- dijo Ángel.

Izan hizo caso omiso de las palabras de Ángel, se marchó al coche, se montó sin decir una palabra y arrancó haciendo que las ruedas chirriaran de forma estridente. Rosa al ver si reacción se asustó. – ¿Qué es lo que ha pasado en el colegio?

-Nada. –dijo apretando los puños en el volante.

-Entonces ¿por qué estás tan malhumorado?
-Cambiemos de tema, por favor… -pidió intentando controlar su mal humor. – ¿Cómo te fue con los peques?

-Bien, como siempre. –contestó. –Pero estoy preocupada. ¿Qué ha pasado con Ángel?

-Nada, solo cruzamos cuatro palabras. Nada de importancia.

-Si no es nada de importancia, ¿Por qué estás tan furioso? –preguntó preocupada por la respuesta que le fuera a dar.

-Es un chulo y un engreído. –dijo. –Como vea que se vuelve a acercar a ti, no respondo de mis actos.

-No te pongas así.

-¡Sí me pongo así! –dijo levantando la voz. –Ese cerdo estuvo a punto de violarte ¿O es que ya se te ha olvidado? –preguntó enfadado.

-¡Claro que no! –gritó ella. –Jamás podré olvidarlo, y menos si me lo recuerdas todos los días…

Rosa estaba emocionalmente frágil, a punto de derrumbarse y las palabras de Izan no la ayudaban demasiado. Él se dio cuenta de que no debió llevar la conversación por ese camino, pues sabía lo mucho que sufría ella por el tema.

-Perdóname… no quería hacerte recordar algo tan espantoso. –dijo con voz de arrepentimiento.

-Mira cielo, todo lo que está pasando estos días es algo que todavía me supera, porque no se cómo actuar. –dijo ella. –Me siento rara, porque tengo miedo a todas horas.

-¿Miedo de Ángel? –preguntó. –Jamás permitiré que vuelva a ponerte ni un dedo encima.

Llegaron a casa de Rosa e Izan aparcó el coche. Ella le miró y acarició su brazo. –No es eso. –Contestó –Tengo miedo a perderte…

-¿Por qué? –preguntó mirándola a los ojos. –Llevaba toda la vida esperándote. No voy a dejarte escapar ahora que tengo tu amor.

Ella derramó algunas lágrimas ante semejante declaración de amor. Ella temía que su historia de amor, que había empezado casi sin darse cuenta, se terminara. –Pues tengo miedo de que te guste otra chica que sea más bonita que yo y te vayas de mi lado…

Izan se rió ante la confesión de su novia. – ¿Pero cómo puedes pensar algo así, mi niña tonta? –preguntó con una sonrisa en los labios. –Llevo toda la vida enamorado de ti, me tienes loco por ti hasta los huesos. Solo tengo ojos para ti, y eso siempre será así. –dijo para luego besarla con mucha dulzura, haciendo que ella se sonrojara por tales palabras.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 9

9- Apasionados

-Es que… me da algo de vergüenza, porque sabes que nunca he estado con nadie. –dijo sonrojada. –Además… no quiero decepcionarte.

-Jamás podrías decepcionarme. –contestó acariciando su rostro. –Te llevo esperando toda la vida…

-Pero yo… no sé lo que debo hacer… -su cara se volvía cada vez más roja.

-Yo te guiaré. –contestó con una sonrisa. –Tú solo guíate por tu instinto y tu corazón.

Esas palabras la convencieron y tranquilizaron. Sabía que la persona que más la quería y cuidaba de ella era Izan. Jamás la había lastimado, y siempre había estado a su lado. Sabía que podía confiar en él.

Izan se levantó del sofá con Rosa entre sus brazos. Caminó medio a ciegas hasta la habitación de Rosa. Agradecía que ella durmiera en una cama de matrimonio. Se tumbó dejándola debajo de él.

Comenzaron unas tiernas caricias por las partes a las que llegaban. Izan quitó con dulzura la camiseta de Rosa, dejando a la vista un bonito sujetador azul cielo. Ella al verse sin camiseta se ruborizó, pero Izan quiso calmarla. –Eres preciosa…

Se quitó su camiseta, dejando a la vista su perfecto torso. Rosa le había visto miles de veces en bañador, pero era la primera vez que le miraba con otros ojos. Realmente se daba cuenta de que era un chico extremadamente guapo.

Acarició el pecho de Izan, deleitándose con sus músculos, que la rodeaban y acariciaban. Ambos seguían con los besos, mientras se deshacían ágilmente de la ropa, hasta que estuvieron desnudos.

Se miraron a los ojos, seguros de que lo que sentían en ese momento era real. Seguros de que querían unirse y demostrarse sus sentimientos. Ella se incorporó un poco y buscó en la mesilla de noche. Cogió un preservativo y se lo dio a Izan.

Le sonrió y se lo puso, mientras Rosa observaba el miembro de Izan. Estaba algo aturdida y cohibida, nunca había visto a ningún chico desnudo, ni se había visto en una situación así. Pero sabía que quería entregarse a él.

Una vez se puso el preservativo, movió las caderas de Rosa para poder acceder a su zona íntima. La penetró lentamente, no quería lastimarla, y sabía que al principio notaría algo de molestia.

Pero tras entrar en ella por completo, las sensaciones cambiaron. Empezaron a moverse lentamente, mientras se besaban y acariciaban. Con cada movimiento emitían gemidos de placer.

Rosa jamás había sentido nada semejante, sentía un placer tan extremo que no podía controlar las reacciones de su cuerpo. Izan veía la cara de placer de Rosa. Llevaba años queriendo estar con ella, y al fin lo había conseguido.

Quería darle la mejor experiencia de su vida, demostrarle todo el amor que le tenía. Y por supuesto hacerla experimentar tanto placer como le fuera posible. Ese baile empezó a aumentar de ritmo progresivamente.

Según aumentaba el ritmo, sus gemidos aumentaban también. Izan estaba pletórico de saber que Rosa estaba experimentando todo ese placer. Besó su cuello con suavidad mientras se movía.

Bajó hasta sus pechos, acariciándolos y besándolos, deleitándose con ellos. Esto, hizo que Rosa sintiera tanto placer que no pudo controlarse, mordió en el cuello a Izan. Pero él no sintió dolor, sino placer.

Rosa al ver la reacción de Izan, volvió a morderle. Mientras continuaron en ese baile apasionado, hasta que ambos llegaron al éxtasis, emitiendo un sonoro gemido. Después se besaron cariñosamente y se quedaron abrazados un rato.

Ella no podía evitar estar ruborizada por lo que acababan de hacer. Izan vio su reacción y le dedicó una sonrisa. – ¿Qué es lo que sientes?

-Me siento bien. Esto ha sido… -no pudo terminar la frase pues su sonrojo iba en aumento.

-Ha sido maravilloso. –terminó él.

Se besaron de forma muy tierna sin poder parar de sonreír por lo felices que se sentían en ese instante. –Yo… ¿Lo hice bien? –preguntó con algo de miedo.

-¿Cómo me preguntas eso? –preguntó algo desconcertado.

-Es que como no sabía lo que tenía que hacer, no sé si hice lo que debía. –contestó sin mirarle a los ojos.

-Te has dejado llevar por tu corazón y por tus sentimientos. –dijo. –Eso era lo que yo quería. Nunca había sentido algo así.

-¿En serio? –preguntó. –Pero como has estado con varias chicas…

-Solo con una. –dijo. –No significó nada. Y esa experiencia no fue nada comparado con lo que acabo de sentir estando contigo.

-Eso es precioso. –respondió besándole.

En ese momento, se percató del cuello de Izan. Se acababa de acordar que le había mordido un par de veces por sentir semejante placer. Le había dejado dos buenos chupetones bien visibles. –Uy… lo siento. –se disculpó.

-¿Qué sientes?

-Ve al espejo y mira tu cuello. –dijo ella con algo de miedo a su posible reacción.

Izan se levantó y se miró en el espejo del armario de la habitación. Observó los dos chupetones con detenimiento. Después de unos segundos se giró y volvió a la cama con Rosa.

Ella estaba desconcertada, pues esperaba que se enfadase con ella por haber hecho eso. – ¿No estás enfadado?

-Claro que no. –dijo. – ¿Por qué debería estarlo?

-Por lo del cuello.

Izan se rió ante la respuesta de Rosa. –No pasa nada. Fueron provocados por el placer que sentías, con lo que no me importa. –dijo. –Además, así saben todos que tengo una chica que me quiere.

-Dices unas cosas preciosas. –contestó.

-Te diré todas las cosas bonitas que quieras.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 8

8º-Escuchando al corazón

Ella le siguió el beso sonriente. Empezó a acariciarle el cuello y el pelo y a su vez la espalda. Los besos cada vez eran más intensos. Él empezó a acariciarla por la cintura y ella por el pecho.

Izan la llevó al sofá para que se tumbaran y estuvieran más cómodos. Todo lo hacía sin soltar ni un segundo los labios de Rosa. Pues todavía no se lo podía creer. Pero de repente, sonó el timbre.

-Genial ¡qué oportunos! - dijo Izan con cara de fastidio.

Rosa soltó una risita nerviosa y tímida y se levantó para abrir la puerta y preguntó. - ¿Quién es?

-Soy Ángel. Ábreme ,por favor- dijo la voz de Ángel detrás de la puerta.

Rosa dio un bote y miró a Izan con miedo. Pero él le hizo una señal para que abriera. Ella abrió y se puso muy seria. - ¿Qué quieres?

-Que me perdones, no sé lo que me pasó. Te juro que jamás me comporto así y menos con alguien que me importa, perdóname- dijo Ángel con voz suplicante.

-No te voy a perdonar. No quiero saber nada de ti. Nuestro trato va a ser estrictamente profesional. – Respondió Rosa lo más tranquila que pudo.

-Eso ya lo veremos. –Respondió Ángel dispuesto a lanzase de nuevo a por Rosa.

Pero Izan, que hasta ese momento estaba escondido, se acercó hasta ellos y dijo. - No te atrevas a ponerle un dedo encima, por que soy capaz de matarte, estúpido

-Jajaja no puedes conmigo y lo sabes. –Respondió Ángel con aires de superioridad.

-Ya pude contigo y sin ningún problema ¿o ya se te olvido?- preguntó Izan todavía delante de Rosa, protegiéndola con su cuerpo.

-Eso ya se vera. –dijo Ángel preparando el puño para darle un puñetazo.

Pero Rosa interrumpió la discusión. –Que pares o voy a llamar a la policía. –le amenazó.

Izan intenta tranquilizarse por ella, pues aun estaba muy asustada. Y Ángel dijo. - Está bien, pero piénsatelo al menos. No quiero perder el principio de una amistad o de algo más.

Rosa solo asintió con la cabeza abrazando a Izan, e intentando hacer todo lo posible por no temblar de lo asustada que estaba. Mientras Ángel se marchó y Rosa se tranquilizó un poco sin soltar a Izan.

Éste se dio la vuelta y la abrazó, intentaba calmarla, besándola el cuello. Él sabía que era su punto débil y que si le hacía algo ahí, la conseguiría tranquilizar. Pasados unos minutos, se calmó por completo.

-Gracias, me salvaste de nuevo. –dijo abrazándose a su cuello y suspirando aliviada.

-Por ti hago cualquier cosa, mi niña. –Respondió Izan acariciándole la espalda.

Rosa se sonrojó y él notó el calor que desprendían sus mejillas y dijo. - ¿te sonrojaste, preciosa?

Ella negó con la cabeza, pero Izan sabía que si que lo estaba. Se separó unos centímetros de ella y la miró a los ojos. –A ver, mmm... ¡qué mentirosilla eres tú! ¿Eh? -dijo. - Ahora te vas a enterar por mentirme. –Dijo Izan, que comenzó a hacerla cosquillas.

-Jajaja para Jajaja para. –dijo Rosa como pudo.

-Paro, si me das un beso. –Respondió Izan retándola.

Rosa no se lo pensó dos veces. Le besó con mucha dulzura y cariño. Mientras sus cuerpos se juntaban más aún si era posible. Pero Izan estaba enfadado por lo ocurrido con Ángel y se puso tenso, dejando de estar concentrado en el beso.

Ella se dio cuenta, sabía que estaba enfadado, le conocía desde niña, y sabía que si no intentaba calmarlo, estaría mal todo el tiempo durante unos días. Se separó unos centímetros de su rostro para poder mirarlo.

-Sé que estás enfadado por lo de Ángel. –dijo. –Te conozco desde que éramos niños, pero por favor, olvídalo.

-No puedo olvidarlo. –contestó. –Al ver lo que estuvo a punto de hacer ese maldito bastardo… -dijo cerrando los ojos y apretando los puños.

-Pues tienes que olvidarlo. –respondió ella sujetándole el rostro con sus manos. –Yo quiero que estés bien, que sonrías para mí.

Sin darle tiempo a responder, volvió a abrazarle. Ella quería que Izan se olvidara de todo. Rosa por fin estaba empezando a aclarar sus sentimientos por él, se estaba dejando guiar por el corazón y no quería verle mal.

Pero el estar tan cerca, ambos un poco vulnerables, anímicamente hablando, y con esos sentimientos a flor de piel… Hicieron que Rosa empezara a encenderse por dentro, creándose en ella una necesidad de sentirse querida.

Se aproximó todo lo que pudo a Izan, sentándose encima de él. Los besos comenzaron a ser más intensos. Mucho más intensos de lo que lo habían sido hasta ese momento.

Izan estaba desconcertado, estaba sediento de Rosa, de tocarla, acariciarla, besarla, tenerla entre sus brazos… pero era todo tan repentino que se sentía extraño. A Rosa le ocurría algo parecido. –No se si te beso porque somos amigos o por qué.

-Haz lo que sientas… -le susurró.

Volvieron a unir sus labios de forma muy tierna, pero con más urgencia que antes. Ella se sentía rara, conocía a su amigo desde que era una niña, lo sabía todo de él. Y en su interior algo le decía que necesitaba entregarse a él.

Que su primera vez debía ser con él. Pero sintió miedo, a no hacerlo bien, que Izan se sintiera decepcionado con ella. Además la vergüenza empezó a asomar en ella, pues nunca había estado de esa forma con nadie.

Izan notó la actitud de Rosa, e intentó hablar con ella, entre beso y beso. – ¿Qué te ocurre?

jueves, 16 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 7

7º-Sentimientos confundidos

Pero Rosa estaba demasiado asustada para contestar. Lo único que pudo hacer fue abrazarse a su amigo. Lloró con más fuerza, pero de alivio porque estaba a salvo. Dio las gracias porque hubiera llegado a tiempo.

No se dieron cuenta de que Ángel se levantó y se acercó a ellos. Golpeó la espalda de Izan, que emitió un grito desgarrado. Empezaron una dura pelea de puñetazos y patadas, que daban y recibían por igual.

Rosa lo observaba todo temblando. Tenía miedo por si Izan resultaba herido. Estaba aterrada ante la idea de que le ocurriera algo. Era su amigo del alma, pero… le observaba de forma distinta.

Ya no veía a aquel chico con cara de niño que siempre le había sacado una sonrisa. Veía a un gran hombre, musculoso, fuerte, con carácter, que la estaba protegiendo y defendiendo.

Pero Izan empezó a tener ventaja. Llevaba muchos años haciendo deporte y sabía muy bien cómo defenderse, así que no le costó demasiado tumbar a Ángel. Izan iba a darle otra buena cantidad de golpes pero Rosa se lo impidió.

-Ya no le pegues más. –pidió.

-¿Le defiendes a pesar de que ha intentado violarte? –preguntó furioso.

-No le defiendo. –contestó. –Solo quiero ir a casa y olvidarme de todo.

Él al verla tan frágil y vulnerable se calmó. En ese momento solo ansiaba tenerla en sus brazos para consolarla y protegerla. Soltó la camiseta de Ángel y se acercó hasta Rosa.

Ella se agarró a él, y después de colocarse la ropa, se dirigieron a casa de Rosa, caminando en silencio. Subieron a casa y se sentaron en el sofá sin decir ni una palabra, hasta que Izan rompió ese silencio.

-Cuando vi lo que ese canalla intentaba hacerte… -dijo apretando los puños.

-No quiero que lo menciones. –contestó. –Tú tenías razón y yo no quise escucharte. –añadió.

-Eso ahora da igual.

-No da igual. –dijo. –Yo me porté muy mal contigo. No tuve en cuenta tus sentimientos, y aún así me has ayudado.

-Siempre te ayudare. Estés como estés, estemos como estemos. Me importas demasiado como para no hacer una cosa así por ti. - respondió Izan abrazándola.

¿En serio? –preguntó sonriendo.

-Pase lo que pase, siempre estaré para protegerte y cuidarte. –Juró Izan acariciándole la espalda.

Ambas miradas se cruzaron. No hacían falta las palabras, los dos con una simple mirada se lo podían decir todo.

Izan ya estaba algo más tranquilo de verla a salvo y algo más calmada. Ella se sentía muy protegida en sus brazos, también sabia que jamás le haría daño y que estaba dispuesto a cualquier cosa por ella.

Rosa se olvidó de lo que había pasado con Ángel, dado que estaba en su casa con una persona magnifica. No entendía lo que la estaba pasando. Algo estaba cambiando ya no le veía como siempre, algo en su interior se estaba removiendo y ella todavía no sabia que era o que significaba.

Sabiendo que nunca le haría daño, ella dejó que su cuerpo actuara solo. Se fue acercando poco a poco a él, hasta que los labios de ambos se juntaron suavemente, fue un beso corto pero muy calido y tierno.

Una vez que ese beso acabó, los dos se miraron intensamente a los ojos. Ninguno de los dos había planeado esa situación. No tenían pensado que pasara algo por el estilo, después de que Rosa viviera lo que vivió hacía apenas unas horas con Ángel.

Rosa se dio cuenta de lo que acababa de hacer y saltó del sillón. Se puso de pie y dijo.- ¡lo siento!

-Sshhh tranquila no pasa nada. No te voy a agobiar ni nada. - respondió Izan poniéndose de pie a su lado para tranquilizarla

-No debí hacerlo. Es como jugar contigo.- contestó Rosa negando con la cabeza.

-No juegas conmigo. Porque si hubiera sido así yo me hubiera apartado y no lo hice. Además me encanto- dijo Izan sonriente. - ¿es que estás confundida?

-Si… bueno no, bueno no sé. Además esto no puede seguir así. Tú y yo somos amigos y si esto cambia… no quiero ni pensarlo…- respondió Rosa mirando al suelo.

-Sshhh cálmate, tranquila. - intentó calmarla Izan.

Pasaron unos días y los dos estaban muy extraños. Izan porque había conseguido robarle un beso a su preciosa Rosa. Ella porque estaba extraña pero feliz. Aunque, a la vez, estaba muy confundida. Tenía mucho miedo a que su amistad se acabara; además tenía miedo de que llegara a confundir sus sentimientos y perderlo del todo y para siempre.

Izan fue a verla porque ella seguía extraña. –No te sientas extraña. Haz lo que sientas, no tengas miedo. A mi no me vas a perder. –dijo. -Pase lo que pase, ya te lo dije. Pero tienes que aclararte, así no puedes estar.

-Ya lo se pero tengo miedo y ¿si me confundo? Y ¿si sale mal?... y si…- dice Rosa empezando a híper ventilar.

-Ssshhh tranquila no te agobies. –intentó calmarla. –No tengas miedo, yo siempre voy a estar contigo. –dijo. –Y si descubres que fue una confusión del momento, seguimos como siempre y ya esta. –añadió muy tranquilo.

-¿Y tú? –preguntó. -No quiero que sufras y mucho menos por mi culpa. No me lo perdonaría nunca- dijo Rosa mirándole triste.

-Por mi no te preocupes, yo voy a estar bien. Mientras estemos juntos sea como amigos o como algo más- respondió Izan.

Rosa empezó a pensar sin mirarle, sin saber que lo va a decir en alto. - ¿Y cómo dejo de estar confundida?

Izan al escucharla comenzó a reírse a carcajadas, y Rosa se quedó extrañada. - ¿Qué te pasa? ¿Me oíste?

-Si, lo dijiste en alto, jeje. -respondió Izan.

Ella se sonrojó e Izan dijo. - Es muy sencillo. Cierra los ojos y escucha lo que tu corazón te dice. - Rosa le hizo caso y cerró los ojos. Pasados unos minutos los abrió y sonrió.

-¿Qué? ¿Qué te dijo?- preguntó Izan con mucha curiosidad.

Rosa se lanzó a su cuello sonriendo. Y cuando ya estaba con los brazos alrededor de su cuello le dijo juguetona. - ¿Quieres saber lo que me dice?

-Claro que lo quiero saber. – respondió Izan un poco asustado.

Rosa sonrió aun más y le dio un pequeño beso en los labios. Le miró tímidamente porque no sabía si él quería que siguiera o no. Pero Izan sonrió y empezó un beso muy tierno y suave.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 6

6º- En peligro

Unos días más tarde, Ángel invitó a Rosa a dar un paseo, en un parque cercano a casa de Rosa. Fue una tarde muy amena para los dos, en la que estuvieron hablando sobre cada uno para conocerse más a fondo.

Pasadas un par de horas les empezó a entrar hambre. –Oye, Rosa, ¿Te apetece que vayamos a cenar? –preguntó. –Yo ya tengo hambre.

-La verdad es que yo también tengo hambre.

-Pues entonces vamos. –contestó dedicándole una profunda sonrisa.

Se sentaron en una terracita de un restaurante que había muy cerca de la casa de Rosa, y como hacia muy buen tiempo, se estaba muy a gusto fuera. Durante la cena se dedicaron varias miradas intensas.

Ambos notaban la atracción que existía entre los dos. Casi se podía ver y tocar. Ángel, deseaba acercarse más a Rosa y besarla para estar con ella. Mientras hablaban cogió su mano que descansaba en la mesa.

Rosa ante eso se sonrojó desmesuradamente, y apretó la mano de Ángel, mientras su rostro seguía ruborizado. Pero no se había fijado que Izan acababa de doblar la esquina y justo vio el momento en que se cogían de la mano.

Él iba a casa de Rosa dispuesto a disculparse por su actitud infantil con respecto a Ángel y los vio agarrados de la mano y sonriendo como dos tontorrones. Eso pudo con él.

Izan se alejó. Pues no le apetecía seguir viendo como el amor de su vida estaba tonteando con otro. Se marchó hacia el portal de Rosa intentando calmarse para que cuando ella llegase no estuviera tan cabreado.

Mientras se intentaba calmar y pensaba en como disculparse por su comportamiento de esta tarde. Pasadas dos horas, llegó Rosa al portal, y cuando vio a Izan allí dijo. - Hola ¿Qué haces aquí?

-Quería disculparme por lo del otro día- respondió Izan mirando al suelo

-La verdad no entiendo por que te pusiste así, si lo estábamos pasando muy bien- dijo Rosa abriendo la puerta.

-Estaba celoso. Siempre has estado conmigo, y de repente empiezas a hablar de él y solo es él. -respondió Izan sujetando la puerta para que ella pasase y después pasó él.

-¿Estabas celoso?- preguntó Rosa extrañada.

-Si lo reconozco, estaba y estoy celoso. - Repitió Izan.

-¿Celoso por qué?- preguntó Rosa aún atónita.

-¿¡Acaso tengo que explicártelo!?- dijo Izan.

Rosa se quedó de piedra, e Izan se calló porque no quería estropear más las cosas. - Dame unos días para poder calmarme. Yo solo quiero que seas feliz, aunque sea con él.

-Está bien- respondió Rosa preocupada.

Pasados unos cuantos días, Rosa y Ángel estaban paseando tranquilamente y hablando por un parque poco transitado, al lado de casa de Rosa. Él intentó besarla y ella se apartó. - ¡¿Qué haces?! ¡¿Estas tonto?!

-No, solo quiero besarte. Sé que lo estás deseando. –dijo. -Además también sé que me quieres y que te gusto.- respondió Ángel acercándose cada vez más a ella.

Rosa se apartó hasta que un árbol le impidió seguir alejándose. Ángel la acorraló y volvió a intentar besarla. Ella intentaba resistirse pero esa ocasión no pudo. Según la besaba, le hizo creer que le encantaba.

Le rodeó el cuello con los brazos siguiéndole el beso. Una vez que vio que estaba confiado le pegó una patada en sus partes. Ángel al notar la patada protestó. – Aaahh ¿Qué haces?

-Ya te lo dije, no quiero que me beses- respondió Rosa.

Ángel lo volvió a hacer. Pero en esa ocasión, ella no podía hacer nada porque estaba inmovilizada. Él comenzó a acariciarla por el cuerpo, mientras ella intentaba zafarse de él por todos los medios.

Incluso algunas lágrimas habían empezado a caer por su rostro, pues sus intentos por liberarse eran inútiles. Ángel se deleitaba con el perfecto cuerpo de Rosa, sus manos se posaban en cada parte de ella.

Metió las manos por debajo de la camiseta para poder tocarla mejor, mientas ella se agitaba cada vez más sin poder liberarse. –No te resistas… así solo me pones mucho más…

-Déjame… -pedía con voz suplicante.

-Si seguro que te gusta… -dijo con una sonrisa.

Atrapó las manos de Rosa por encima de su cabeza con una de sus manos, y con la otra bajó hasta sus pantalones. Desabrochó el botón y empezó a bajarlos un poco para poder acceder a la intimidad de Rosa.

Eso la puso más nerviosa, sabía lo que Ángel la haría, y ella no tenía modo de escapar. Mientras vio con horror cómo él se desabrochaba los pantalones, con lo que su llanto se incrementó…

…………………..

Izan llevaba varios días encerrado en sí mismo. Sabía que por mucho que amase a Rosa, debía hacer todo lo posible porque fuera feliz. Y si ella era feliz al lado de Ángel, tendría que apoyarla.

Pensó que podría hablar con ella, decirle que ya estaba tranquilo, que podría contar con él para lo que necesitase. Que solo sería su amigo si era lo que ella necesitaba.

Fue a casa de Rosa caminando. Por la hora que era tal vez estaría en casa, y se dijo a sí mismo que por probar suerte no pasaría nada. Decidió atajar por el parque de al lado de casa de Rosa.

Aunque era un sitio poco transitado, era el camino más corto hasta la casa de su amiga, y él ansiaba hablar con ella. Pero empezó a escuchar pequeños gritos desesperados.

Creyó que alguien podía necesitar ayuda, así que se asomó a mirar. Lo que no se podía imaginar era la escena que estaba presenciando. Ángel estaba encima de Rosa, intentando forzarla.

Veía como la tocaba por todas partes mientras ella lloraba. La intentaba violar, ¡y delante de sus narices! Eso jamás lo consentiría. Se acercó a ellos aceleradamente y cogió por la espalda a Ángel, apartándolo de Rosa.

Lo tiró contra el suelo de forma brusca, mientras Rosa se quedó bloqueada al verle. Él se acercó a ella. – ¿Estás bien?

lunes, 13 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 5

5º- Izan conoce a Ángel

Ya no podía declararse a Rosa, no cuando ella estaba observando con la boca abierta la mesa donde estaba el famoso e imbécil de Ángel. No sabía cuál de los cuatro era, pero los miraba a todos con odio.

-De todos ellos ¿Quién es?- preguntó Izan intentando controlarse.

-Aquel el de la camisa blanca moreno- dijo Rosa sin apartar la mirada de Ángel.

Izan le miró con odio sin que Rosa se diera cuenta. Y en ese instante, miró Ángel hacia la mesa de Rosa e Izan y éste apartó la mirada a la vez que Rosa. Ella dijo- bueno ¿qué te parece? ¿A qué es muy guapo?

-Si será muy guapo, pero no te conviene. Es un chulo y un creído. - respondió Izan intentando abrirle los ojos a su amiga.

En ese momento se levantó Ángel y pasó al lado de la mesa de ellos dos y miró a Izan con cara de asco y a Rosa la sonrió. Ella se quedó mirándole mientras se alejaba e Izan dijo muy bajo sin darse cuenta de que lo decía. - idiota, creído, chulo…

-¿Qué dices?- preguntó Rosa al haberle oído.

-No, nada no he dicho nada- respondió Izan haciéndose el loco, al descubrir que lo ha dicho en alto.

A los dos minutos volvió a pasar Ángel y dijo. - Hombre ¡qué casualidad! ¿Qué estas aquí con tu novio?

-No, no es mi novio, es mi mejor amigo. - respondió Rosa sonriente y mirándole. Ángel al oír eso miró a Izan con aires de superioridad y dijo- Encantando, yo soy Ángel.

-Izan- respondió éste ofreciéndole la mano para que la estrechasen. Ángel la cogió gustoso. Izan en el momento que la cogió la estrechó muy fuerte, mirándole con la mirada asesina advirtiéndole que se alejase de Rosa

Ángel en ese momento, sonrió con una sonrisa falsa diciéndole con la mirada que no se pensaba alejar, dejaron de estrecharse las manos y Ángel dijo. – Bueno Rosa ¿y qué haces por aquí?

-Pues nada que hemos ido a ver una película al cine y ahora te estamos cenando tranquilamente- respondió Rosa feliz.

-¿Qué película habéis visto?- preguntó ángel interesándose.

-Una de miedo. Que por cierto no me gusto mucho, pero bueno… Se titula “The crazies” no se si te sonara- respondió Rosa.

-Si me suena. Y por cierto, si hubieras venido conmigo no hubieras tenido tiempo ni de asustarte, porque estarías ocupada con otras cosas- respondió Ángel guiñándole un ojo a Rosa.

Rosa en ese instante se sonrojó y miró a su plato. Ángel sonrió al ver su reacción, mientras Izan estaba al borde de explotar y decirle unas cuantas cosas a su amiga. Pero prefirió callarse para que ella no se enfadara con él. Ángel se fue y Rosa dijo. - ¿A qué es simpático?

-Ya te he dicho lo que opino de él. Además tú te mereces algo mejor. - respondió Izan intentando no mostrar su furia.

-Pero si es muy majo, simpático y agradable- contestó Rosa sonriente.

-No aguanto más esta noche, me voy a casa a dormir. - dijo Izan explotando al fin.

-Vale como quieras. Tú sabrás si estas bien para ir a tu casa a descansar- respondió Rosa sobresaltada por como acababa de actuar su amigo.

Terminaron de cenar, Izan lo pagó todo como parte de su apuesta. Salieron del restaurante y la acompañó a su casa. Subieron los dos e Izan cogió un par de cosas para irse a dormir a su casa.

Sin decirle nada a Rosa, salió por la puerta casi dando un portazo y Rosa al oír el portazo dio un bote y dijo en voz alta. - ¿qué le pasa que esta tan raro y enfadado? -se preguntó. –Bueno, ya se le pasara. –se metió en su habitación se cambió de ropa y se metió en la cama

Rosa no pegó ojo en toda la noche, recordando la buena tarde que había pasado. Y haber estado hablando con Ángel la había mejorado más todavía. Lo que le hizo recordar la actitud tan infantil que había tenido su amigo.

Tenía que hablar con él al día siguiente, pues quizás le había pasado algo y eso empezó a preocuparla. Pero cuando se levantó y marcó el número de Izan le sorprendió que no se lo cogió.

A lo largo del día lo siguió intentando. Pero las primeras veces no se lo cogió, y después le colgaba el teléfono. Eso hizo que Rosa empezara a enfadarse con su amigo, aunque una parte dentro de ella estaba preocupada por si le había sucedido algo.

Por la tarde, por fin y después de varias llamadas Izan le cogió el teléfono a Rosa con bastante desgana. – ¿Qué?

-¿Por qué no me cogiste el teléfono? –preguntó. –Llevo todo el día intentando localizarte.

-Ya vi todas tus llamadas, estaba con otras cosas. –contestó algo seco.

-¿Te pasa algo? –preguntó Rosa preocupada.

-¿A mí? –preguntó. – ¿Por qué crees que me pasa algo?

-Porque ayer te fuiste de repente y sin despedirte, y porque te llevo llamando todo el día y no me lo has cogido.

Izan estaba muy enfadado con su amiga. No podía creerse que estuviera tan ciega como para interesarse por un tipo como Ángel, así que no pensó en lo que decía. – ¿Es que tenemos que estar pendientes el uno del otro las veinticuatro otras del día? –preguntó. – ¡Qué no somos siameses!

Eso dejó algo cortada a Rosa. No se esperaba semejante respuesta por parte de su mejor amigo. –Perdona, no quería molestarte. –dijo. –Esta tarde nos vemos como siempre ¿no?

-Pues no puedo, estoy ocupado. –contestó muy fríamente.

-Ah, vale. –respondió apenada. –Pues que pases buena tarde. Un beso.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 4

4º- Disfrutando la invitación

Izan durmió esa noche pensando en el restaurante al que llevaría a Rosa, y la película a la que la invitaría. Estaba tan contento por tener su oportunidad de declararse a Rosa que no veía el momento de que llegara su esperada cita.

Por la mañana temprano, ya se había levantado. Estaba casi totalmente recuperado, con lo que sabía que no podría estarse muchos días más en casa de Rosa para que cuidara de él. Así que tenía que aprovechar su cita.

Mientras Rosa se fue a trabajar, él se quedó en casa. Estuvo mirando por Internet varios restaurantes. La llevaría a uno que estaba bastante cerca de casa pero bastante elegante.

Después estuvo mirando la cartelera, miró los horarios de la de “The crazies”, le habían dicho que daba algunos sustos. Era la película idónea, pues así cuando Rosa se asustase se pegaría a él.

Cuando Rosa llegó por la tarde, él la estaba esperando impaciente, estaba ansioso por estar a solas con Rosa en el cine, a oscuras y tan cerca… La vio entrar con una amplia sonrisa. –Hola, recuerda que hoy invitas tú.

-Lo sé, ya lo estuve mirando todo. –dijo besándola cariñosamente en la mejilla.

Rosa se cambió de ropa, se puso un vestido azul cielo precioso, era su favorito. Izan ya le había visto en más ocasiones con el vestido, pero le resultaba inevitable que se le cayera la baba al mirarla.

Tuvo que disimular bastante para que no se notara que se había sonrojado de tanto mirarla. –Venga vámonos que al final no llegamos al cine y sabes que yo tengo que ir despacio, aunque me da mucha rabia.

-Tranquilo que ya estoy. –dijo ella cogiendo el bolso.

Se marcharon al cine, era un cine pequeñito del barrio, les encantaba ir allí, sobre todo a Rosa. Compraron las entradas y Rosa nada más ver el titulo ya le entró miedo. –Pero… está peli seguro que es de mucho miedo…

-No creo que sea para tanto. Pero además yo estoy al lado, no tienes que asustarte. –contestó dedicándole una sonrisa.

Entraron al cine, y al principio estuvieron bien. Pero en cuanto la película dio algún susto, Rosa se agarró al brazo de Izan. Al ver su reacción, el sonrió, agradeciendo la oscuridad para poder sonreír por su cercanía con ella.

Una vez que acabó la película salieron, pues Izan había reservado en un restaurante. Rosa iba casi temblando por la película, Izan quiso tranquilizarla. –No ha sido para tanto. Estás tan blanca como una pared…

-Me dijiste que no daba miedo… -contestó ella.

-Y no lo daba, aunque por como me dejaste el brazo, debe ser que si te asustaste. –dijo frotándose el brazo y fingiendo que le dolía.

-Perdóname, pero me asusté mucho. –se disculpó.

Hablando llegaron al restaurante, Rosa no lo conocía pero ya solo la fachada era muy elegante. Unos remordimientos le acudieron. –No hace falta que la cena sea en un sitio tan caro.

-No pasa nada. Además me dijeron que se come genial. –dijo él para tranquilizarla mientras abrió la puerta y la dejó pasar cortésmente.

Ella pasó y se quedó maravillada al ver lo elegante que era, al entrar le preguntaron a Izan. - ¿señores tenían reserva?

-Si a nombre de Izan Suárez- respondió él tranquilamente sonriente

-Si aquí lo tengo, síganme por favor- respondió el camarero y los condujo a una mesa en la terraza. Izan fue a la silla de Rosa y la apartó un poco para que se sentara mientras el camarero dejó la carta en la mesa.

Después Izan se sentó a su lado y cogió una de las cartas sonriente diciendo- bueno ¿qué vas a querer de beber?

-Pues una coca cola- respondió Rosa también mirando la carta.

-¿Y de comer?- preguntó Izan.

¿Qué te parece si pedimos unos entrantes para los dos y luego un plato cada uno?- propuso Rosa.

-Me parece genial ¿Qué entrantes pedimos?- dijo él sonriente.

-¿Unas croquetas y unos calamares?- preguntó Rosa.

-No croquetas no, que para croquetas ya tenemos las tuyas, que están riquísimas- dijo Izan.

-Pues calamares y ¿una ensalada mixta?- dijo a modo de pregunta ella.

-Vale me parece bien y de plato principal ¿Qué pedimos?- preguntó él.

-Yo un entrecot con patatas fritas- contestó Rosa.

-Vale yo pido un plato combinado- respondió el cerrando la carta.

A los dos minutos vino el camarero y les tomó nota, mientras la comida llega ellos empezaron a hablar tranquilamente. Estaba siendo una velada estupenda. Izan estaba pletórico, sabía que era su momento para declararse a Rosa y tenía que aprovecharlo.

-Oye Rosa, yo… quería hablar contigo de algo… -dijo dubitativo y jugando con sus manos.

Pero Rosa no dijo nada, él la miró y se dio cuenta de que no le estaba mirando ni haciendo caso. Giró la cabeza para ver lo que observaba con tanto interés, y se fijó en una mesa en la que había cuatro chicos.

-¿Qué miras tanto? – le preguntó a su amiga.

-En la mesa de allí está Ángel, me acabo de dar cuenta. –contestó anonadada.

Eso hizo que Izan hirviera por dentro, se había estropeado su gran momento. La tarde iba muy bien, y se acababa de estropear por el imbécil de Ángel. Ni siquiera le conocía pero ya le odiaba por tener tan enamorada a Rosa.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 3

3º- Recuperación

Llegó el día en el que daban el alta a Izan y Rosa esta ahí para acompañarle a su casa. Una vez dentro, le llevó al sofá y le colocó unos cojines para que estuviera más cómodo; mientras Izan intentaba no sisear de dolor para no preocuparla ni asustarla.

-¿Estas cómodo así?- le pregunta ella

-Si muchas gracias- responde él

-Voy a dejar tus cosas en la habitación ahora vengo- dice ella yéndose hacia la habitación que tiene preparada para él. Mientras Izan sonreía por poder quedarse con ella como siempre había soñado y encendió la tele.

Pasados varios días, Izan se iba recuperando notablemente, quitando en algunos momentos donde su esguince de mano y sus costillas rotas le impedían hacer determinados movimientos. Una tarde, Rosa llegó muy feliz del trabajo e Izan al verla así de feliz le preguntó.

-¿Qué te pasa que estás tan feliz?

-Nada que e conocido a un chico que es muy simpático, es muy mono, pero un poco chulo. - dijo Rosa con cara de enamorada.

-¿Y dónde le conociste?

-Pues en el colegio, es el inspector de esta zona. –contestó Rosa con una sonrisa en la boca.

-¿Cómo te ha dado por conocer al inspector? –le preguntó con curiosidad su amigo.

-No sé, es que me le presentó Estela, que yo no lo conocía y es… -contestó mientras no terminó la frase. –Bueno aún no sé como es. Tan solo sé que se llama Ángel y es muy simpático.

-Rosa, ¿no me acabas de decir que es un poco chulo? –le preguntó a su amiga. –No es bueno juntarse con gente así, pues los de su alrededor acaban mal.

-A lo mejor él no es así, se le ve un buen chico. –contestó sin perder la sonrisa.

Izan decidió dejar el tema. Sabía que no conseguiría nada bueno, tan solo ofuscarse porque no era él en quien se había fijado Rosa. Sabía que los tipos que iban de chulos por la vida solo querían rollos y utilizaban a las chicas, no consentiría que le hiciera eso a Rosa.

Decidió disfrutar del buen humor de Rosa. Aunque no le gustara el motivo de su sonrisa, siempre era bienvenido el buen humor de su amiga y esa amplia y preciosa sonrisa que ella tenía.

Durante los siguientes días, Izan tuvo que aguantar que Rosa cada tarde le contara cosas de Ángel. No paraba de hablarle de él y eso le empezaba a sacar de quicio, pero no quería herir a su amiga.

Pero uno de los días, Izan estaba algo más irritable que de costumbre y no pudo callarse. –Rosa por favor, ya estoy de Ángel que me sale por las orejas, y eso que no le conozco.

-Lo siento… es que… me gusta bastante. –confesó ruborizándose.

Eso hizo que Izan ardiera por dentro. Ese tal Ángel en tan solo unos días se estaba acercando al corazón de Rosa, y él no lo había logrado en toda su vida. –Bueno pero, que te guste no significa que tengas que hablar de él a todas horas. –contestó bastante seco.

-Perdóname, tienes razón. –se disculpó.

-Bueno tranquila, yo también lo siento. Hoy estoy enfadado con el mundo y yo lo he pagado contigo. - respondió él para que no se le notara que era porque hablaba tanto de él. Para animarla le dijo. - Un día de de estos me gustaría conocerlo, si no te importa

-¡¡Claro!! Mi mejor amigo y el chico que me gusta se tienen que conocer si o si. - dijo ella feliz

Izan estaba cada vez más nervioso y cabreado no se creía que ese tal Ángel hubiera conseguido en una semana lo que él lleva toda su vida intentando conseguir, y le soltó lo más tranquilo que pudo. –Bueno pues cuando este recuperado del todo quedamos un día los tres y me lo presentas

-Vale- respondió ella de acuerdo con él, sin saber que su amigo estaba haciendo todo lo posible por callarse todos los insultos que tenía de ese Ángel.

………………………..

Mientras tanto Ángel estaba de juerga con sus amigos de bar en bar. Liándose unos días con unas otros días con otras, es decir, que era todo un mujeriego y como era moreno de ojos color marrón miel y muy musculoso, era comprensible que todas fueran detrás de él.

Aún no había habido ninguna chica que lo hubiera logrado enamorar o eso pensaba él. Porque uno de esos días, vería a una mujer preciosa, con la que coincidiría casi todos los días, pero no se fijaba bien y por eso tardó en enamorarse.

…………………..

Izan y Rosa estaban jugando una partida de ajedrez. Siempre les ha gustado a los dos. Sus partidas habían sido siempre muy reñidas; tanto que, a veces se habían dado por vencidos, dejándolas en tablas más de una vez.

Aunque cada vez que había un ganador, solía ser Rosa. Salvo en una ocasión, que fue distinto. Se apostaron que quien perdiera la partida invitaba a cenar y al cine al otro.

Izan estaba deseando perder porque ahí veía clara su oportunidad para declararse. Pues cada vez iba teniendo más claro que o se lanzaba o la iba a perder para siempre por un chulo que apenas la conocía de nada.

En cambio él, él sabia su comida favorita, su ciudad y país favoritos, su tipo de música, las películas que más y que menos le gustaban, si le gustaba o no ir de compras. En fin, todo lo que un mejor amigo enamorado sabe.

Pero ese tal Ángel, ¿qué sabía de ella? que era profesora de infantil en uno de los tantos colegios a los que iba por su trabajo. No estaba dispuesto a perderla por un chulo, lo tenía muy claro.

Izan al estar prácticamente en su mundo no se enteraba de casi nada de la partida. Con lo cual no tenía que hacer mucho esfuerzo para perder, y claro llegó Rosa y dijo. - ¡¡¡ Jaque mate!!! ¡¡Gane!!

-Vaya… he perdido. – dijo Izan haciendo un puchero fingido, porque por dentro se estaba muriendo de la alegría de haber perdido para tener su oportunidad.

-No pongas esa carita sabes que no me gusta verte con ese pucherito- dijo Rosa acercándose a él, abrazándolo y besándolo en la mejilla como a él le gustaba.

Esos besos eran muy repetidos en la mejilla, que si se llegaban a dar muchas veces podían llegar a producir muchas cosquillas. Como en ese momento le pasaba a Izan- Para ja, ja, ja para que me haces cosquillas- dijo como pudo entre risas

-Vale está bien, paro. Pero si me prometes que no vas a poner ese puchero- dice ella divertida.

-¡¡Lo prometo!!- dice el también en tono divertido.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Amistad y Amor capitulo 2

2º- Atacado

Unos días más tarde, Izan había quedado con Rosa, pues era el cumpleaños de una amiga de Rosa. Se llamaba Estela, y Rosa se llevaba muy bien con ella, la compraría un regalo, y quería que Izan la acompañase, pues no soportaba ir sola de compras.

Estaba llegando al portal de Rosa, cuando alguien le empujó por detrás. –Oye tú, danos todo lo que lleves encima. –dijo una voz grave.

Izan se giró y vio a tres chicos, con muy malas pintas, y cara de pocos amigos. Uno de ellos era bastante más alto que él, parecía un armario de lo grande que era. Los otros dos eran de su estatura y muy delgaduchos.

Él no se achantó, llevaba muchos años haciendo deporte y sabía cómo defenderse. Pero lo cogieron entre dos de ellos para que el otro le empezara a golpear. Izan intentaba zafarse.

Consiguió liberar uno de los brazos, dándoles un par de golpes, pero no fue suficiente. Volvieron a inmovilizarle. Los golpes empezaron a ser más seguidos y potentes.

Cayó al suelo de tanto golpe. No solo recibía puñetazos, sino también patadas llenas de furia. Sintió cómo una de esas patadas le rompía algunas costillas. Y siseó de dolor.

Izan estaba muy mal herido. Cuando vieron que no se movía le robaron la cartera y salieron corriendo. Afortunadamente para él no se llevaron el móvil. Con mucho esfuerzo lo sacó del bolsillo del pantalón y marcó el número de Rosa.

Ella al descolgarlo estaba muy contenta. -¿Te falta mucho para llegar? –le preguntó. –Yo ya estoy lista.

-Estoy en tu calle, me pegaron una paliza… -dijo con gran esfuerzo.

Rosa no dijo nada más. Colgó el teléfono, cogió el bolso y salió disparada con la cara llena de angustia. Unos cuantos metros alejado de su portal, había un gran bulto en el suelo. Ella supo al instante que se trataba de su amigo.

Corrió hasta él y se horrorizó al verle lleno de moratones y la cara ensangrentada. – ¿Qué te ha pasado?

-Me robaron… -dijo.

-Voy a llamar a una ambulancia. –contestó cogiendo su móvil.

Llamó a la ambulancia que no tardó más que unos minutos en llegar. Lo pusieron en la camilla. Rosa se subió a la ambulancia, no quería separarse de él hasta que le dijeran cómo se encontraba.

Llegaron al hospital y se le llevaron para revisarle, curarle las heridas y hacerle varias pruebas, mientras Rosa tuvo que quedarse en la sala de espera. Pasada una hora vio salir a un médico.

Rosa se acercó a él con la cara angustiada. –Doctor ¿Me puede decir cómo está mi amigo?

-Pues tiene muchos moratones y golpes, se le rompieron tres costillas y tiene un esguince en la muñeca. –explicó el médico. –Pero con unos cuantos días de reposo los golpes y moratones se le curarán. Aunque lo del esguince y las costillas le llevará más tiempo.

-Entiendo. –dijo. – ¿Puedo pasar a verlo?

-Claro, está en la segunda planta, en la habitación 212.

Rosa no dijo nada más, fue corriendo para buscar la habitación de Izan, necesitaba comprobar con sus propios ojos que estaba bien. Al llegar, abrió la puerta con cuidado y en la cama vio a su amigo.

Él al escuchar el ruido de la puerta giró la cabeza, y al ver a Rosa esbozó una amplia sonrisa. –Hola…

Rosa se acercó a él y le abrazó con delicadeza. –Estaba muy preocupada… -suspiró. –Ya me ha dicho el médico cómo estás.

-En unos días estaré como nuevo. –contestó.

-Casi se me salió el corazón cuando te vi allí en el suelo… -un escalofrío la recorrió mientras recordaba esa imagen.

-Eran tres, de haber sido uno lo hubiera machacado. –dijo él.

-No se te ocurra hacerte el héroe, que podría haberte pasado algo más grave… -contestó Rosa.
Estuvo todo lo que quedaba de tarde con su amigo. La hora de visitas se acabó pero ella decidió quedarse a dormir aunque Izan no estaba de acuerdo. –No es necesario que te quedes.

-Claro que sí es necesario. –contestó. –Y no me voy a ir por mucho que me digas, así que no insistas.

Izan no quiso discutir con Rosa, en esos momentos tenía todas las de perder. Estuvo cenando aunque le costó bastante. Su amiga tuvo que ayudarle pues al moverse un poco veía las estrellas.

Le administraron un calmante así que empezó a sentirse cansado y los párpados se le cerraron casi sin darse cuenta. Rosa al ver que se había dormido, sonrió tranquila. Decidió echarse en el sofá a descansar un rato pues iba a ser una noche muy larga.

Durmió del tirón con el calmante, y se despertó bastante temprano. Se fijó y vio a Rosa recostada en el sofá. La veía tan linda… era como una de las princesas de los cuentos.

Quería sorprenderla, despertándola cariñosamente, pero al intentar moverse, sintió un gran dolor en las costillas y gritó a causa del dolor. Eso sobresaltó a Rosa que se despertó alarmada.

-¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bien? –preguntó nerviosa.

-No pasa nada, es que quería levantarme. –contestó.

-No vuelvas a hacerlo, tienes que descansar. –dijo levantándose.

-Está bien… -se rindió. –Habrás dormido fatal por haberte empeñado en quedarte ¿Verdad?

-No es tan incómodo como parece. –contestó desperezándose.

-Bueno hasta mañana no me dan el alta, pero esta noche no se te ocurra quedarte. –le dijo.

-Claro que me quedo. –contestó con decisión. –Tú necesitas ayuda, así que yo no me muevo de aquí.

-Rosa, tienes que irte al trabajo, entras dentro de una hora. –le recordó él.

-No voy a moverme de aquí.

-Claro que si, o me enfadaré contigo. –contestó Izan muy serio.

Rosa, al final tuvo que rendirse. –Está bien… Iré a trabajar, pero en cuanto salga vengo aquí para cuidarte.

-Está bien, pero ahora vete que seguro que tus niños vendrán con energía por la mañana. –dijo Izan sonriendo a su amiga.

martes, 7 de septiembre de 2010

Amistad y amor capitulo 1


1º- Risas y bromas

Rosa estaba una tarde viendo una película, le encantaban las películas de ciencia-ficción y estaba viendo Avatar, que se la acababa de comprar en DVD. Al cabo de un rato sonó su móvil.

-Hola Izan, ¿Qué tal el día en el hospital? ¿Salvaste muchos niños? –preguntó muy alegre mientras dio al Pause en el mando a distancia.

-Bastante bien, pequeña. –contestó. – ¿Y el tuyo?

-Muy bien, ya sabes que los peques me dan alegría. –respondió sonriente. – Oye ¿por qué no te vienes a casa? –le preguntó Rosa. –Estoy viendo Avatar que me la compré ayer.

-Vale, nos vemos en un rato, pequeña. –dijo cariñosamente antes de colgar.

            Rosa paró el DVD, así vería la película con Izan. Eran amigos desde el colegio, ella desde el primer día se llevo bien con él, pues era un chico muy simpático y cariñoso, que además tenía los ojos verdes y la mirada de un niño.

            Se lo contaban todo, no tenían secretos. Desde siempre se habían apoyado y ayudado. Pero Rosa no sabía que Izan le ocultaba un secreto, era lo único que Izan no se había atrevido a contarle a su amiga…

………………………..

            Izan nada más colgar se puso a sonreír desmesuradamente. Rosa le gustaba desde la primera vez que la había mirado. Desde aquel momento habían sido amigos, él la había ayudado y querido con todo su corazón, pero su amiga ignoraba que le gustase de tal forma.

            Él sabía que para Rosa, tan solo era un amigo. Quizás era por eso por lo que le resultaba tan inevitable amarla. Durante el camino a casa de Rosa, no paró de pensar en ella, y en su bonita mirada, unos ojos azules grisáceos, que habían que perdiera la concentración solo con mirarlos un segundo.

            Llamó al timbre y pasó. Ella le abrazó fuerte, y él la levantó en volandas. Desde pequeños hacían eso, era su saludo especial. Izan estaba encantado de ese saludo, pues le permitía tener entre sus brazos el delicado cuerpo de Rosa.

-Hola. –dijo ella.

-Vaya, si que tenías ganas de verme ¿no? –preguntó Izan levantando una ceja.

-Ya sabes que me encanta verte. Además estoy deseando ver la peli entera y parecía que no llegabas… -se quejó ella.

-Pero si la vimos en el cine. –le recordó su amigo.

-Ya, pero de eso hace mucho. –dijo. –Venga, que hice palomitas y compré chucherías. –añadió tirando de él hacia el sofá.

-Mira que eres impaciente… que no tienes cuatro años, que esa es la edad de tus niños. –se burló.

Estuvieron viendo la película y comiendo todo lo que Rosa había sacado. Durante la película Rosa apoyó la cabeza en Izan, le encantaba ponerse así, siempre había pensado que su amigo tenía un hombro de lo más confortable.

Izan no prestó demasiada atención a la película. Tener a su amiga tan cerca le nublaba el juicio. Cuando acabó la película recogieron los vasos y demás, se había hecho algo tarde.

-Ya se hizo bastante tarde. –dijo Izan mirando el reloj.

-Quédate a cenar. Tengo croquetas y ya sabes que me salen buenísimas. –contestó Rosa presumiendo de su talento culinario.

-Uy… entonces me quedo. Que ya echaba de menos tus estupendas croquetas. –respondió frotándose las manos.

            Estuvo friendo las croquetas mientras Izan puso la mesa para los dos. No pudo evitar imaginarse su vida junto a Rosa, lo cierto es que ansiaba tener el valor suficiente algún día para confesarle sus sentimientos, pero mientras, tan solo sería para ella su mejor amigo.

            Se pusieron a cenar, mientras Izan como siempre le contaba chistes a Rosa. Lo cierto es que Rosa era una persona de risa fácil, pero además Izan era bastante bueno en el plano cómico.

            Izan siempre se tomaba las croquetas de Rosa con tomate frito. Rosa odiaba que su amigo hiciera eso a sus queridas croquetas. –Así las estropeas, con lo buenas que me quedaron. –protestó.

-Así las mejoro, no veas lo ricas que están. –dijo. –Mira ¡pruébalas! –dijo tirándole una encima y haciendo que se manchara la camiseta de tomate.

-¿Estás tonto? –preguntó mientras miraba la enorme mancha de tomate.

-Es que eres muy mala cogiendo las cosas al vuelo… -dijo en tono burlón.

            Rosa quería vengarse de su amigo. Se levantó y cogió el bote de tomate y se lo echó encima. Entonces comenzó a reírse. –Uy si, todo mejora con tomate. –dijo probando el tomate de su cara con el dedo.

-Con que esas tenemos ¿eh? –dijo con una sonrisa.

            Se fue a la nevera y cogió unas natillas de chocolate que había. Rosa al verlo se acercó a él. –Son mis natillas y con eso no se juega. –dijo fingiendo enfadarse.
-Tranquila, si es para que nos las comamos. –contestó mientras las abría.

            Abrió las natillas y las cogió con la mano para manchar la cara de Rosa. Después las probó con la lengua. –Um... tus natillas están estupendas…

            Rosa se enfadó con su amigo, sabía que con los postres no se jugaba, le había sentado mal. Izan al ver la cara de su amiga se echó a reír. –Vamos… no te enfades que solo estaba jugando.

            Se quitó la camiseta, dejando al descubierto su torso bien definido por todo el deporte que hacía. Limpió la cara de Rosa con ella para quitarle el chocolate. Ella sonrió ante las pintas que tenían con las caras manchadas de comida.

-Eres peor que mis alumnos… -dijo al fin sonriendo. 

lunes, 6 de septiembre de 2010

Bienvenidos y bienvenidas!

Hola a todos y todas!
somos las brujitas y os damos la bienvenida a nuestro blog.
En él, subiremos las distintas historias que hacemos juntas. Subiremos capítulo siempre que podamos y esperamos que os gusten nuestros relatos.
un gran beso a todos y todas!!!