16º- Regalos
-Bueno, ¿me das ya mi regalo? –preguntó con impaciencia.
-Cariño, todavía no estamos en el hotel. –contestó. –Además son dos regalos, y uno es imposible que te le de aquí.
-Pero me muero de la intriga… -replicó.
-No seas niño.
-¿Y si te hago chantaje? –preguntó levantando una ceja.
-¿Qué tipo de chantaje?
Él la cogió por la cintura y la besó de forma urgente, ella respondió al beso, pero se daba cuenta de que estarían llamando mucho la atención en el aeropuerto. Se apartó unos centímetros de él.
-Cariño, nos está mirando todo el mundo… -dijo sonrojada.
-Me da lo mismo, además aquí nadie nos conoce. –contestó intentando besarla de nuevo.
-No seas impaciente, que ya mismo tendrás tu regalo.
Se montaron en un taxi, que los llevó al hotel, se registraron y subieron a la suite. Ella al ver lo grande que era se quedó asombrada. –Pero… ¡si es enorme!
-Es la suite. Tuve la suerte de que estuviera libre. –contestó sonriente.
-Cielo, te habrá costado un ojo de la cara. No debiste gastarte tanto dinero. –dijo ella preocupándose.
-Es el dinero mejor invertido. –contestó abrazándola. –Quiero que pasemos unos días muy especiales e inolvidables.
-Eres estupendo. Te quiero. –dijo antes de besarle. –Siéntate en el sofá que voy a por tu regalo.
Él la obedeció encantado, se sentó con una amplia sonrisa de impaciencia en los labios. Mientras Rosa fue a la habitación. Sacó un pequeño paquete y además se puso a buscar en su bolso.
Buscaba un picardías azul cielo que tenía, hacía un tiempo que se lo había regalado Estela. Le dijo que para cuando estuviera con el chico adecuado. Y como sabía que Izan era el chico adecuado decidió sorprenderle.
Se lo puso y se echó unas gotas de perfume. Se soltó el pelo y mientras se maquillaba ligeramente, escuchó que Izan la llamaba. – ¿Cuándo me traes el regalo? –preguntó en voz alta.
-No seas impaciente, solo dos minutos más y lo tendrás. –dijo lo suficientemente alto como para que le escuchara.
Cuando estuvo lista, cogió el paquetito y salió de la habitación hacia la parte que era el salón. Se puso delante de Izan, que cuando la vio, en picardías y con un paquete en la mano, se le pusieron los ojos como platos. Parecía que se le saldrían de sus órbitas.
-Pero… pero… -se había quedado sin palabras.
-Toma tu regalo. –dijo tendiéndole un paquetito.
Él lo abrió pero sin quitarle los ojos de encima a Rosa. Cuando quitó el envoltorio echó un vistazo al regalo. –Es la edición limitada de Wod of Wars trilogy. ¿Cómo lo conseguiste? –preguntó. –Estaban agotados.
-Bueno, es que soy previsora. –contestó con una sonrisa.
El regalo le había encantado, pero en ese momento, tenía un regalo mucho más valioso para él. Tenía a Rosa a su lado, y estaba en picardías, un fino y pequeñísimo picardías que dejaba más que a la vista el bonito cuerpo de Rosa.
Dejó el juego en el sofá y se acercó a Rosa para besarla de forma salvaje. Ella sonrió ante tanta efusividad de su novio. –Estás preciosa… esto si que no me lo esperaba…
-Sé que no es tanto como un viaje, pero no he tenido tiempo de comprar nada más. –se justificó sin soltarse.
-¿Qué dices? Tú eres el mejor regalo que puedo recibir. –contestó. –Y encima así en picardías… puf…
-Lo tenía sin estrenar, hasta que encontrara al chico adecuado. –dijo tímidamente.
-Te quiero… -susurró.
Cogió a Rosa en volandas y se la llevó hasta la cama, sin dejar de besarla. Izan siempre había perdido la cabeza por Rosa, pero ese fino picardías hacía que ardiera por dentro de forma descontrolada.
Ella le quitó la ropa a su novio con bastante rapidez. Él mientras, sentía muy cerca el cuerpo de su novia. Las transparencias mostraban su cuerpo, y eso le estaba enloqueciendo.
Pero antes de seguir, se movió para acercarse a la maleta, que descansaba en el suelo al lado de la cama. Buscó, pues sabía que había metido una caja entera de preservativos y cogió uno.
Se acercó a Rosa, y se deshizo del finísimo picardías que tanto le estaba enloqueciendo. Se quitó los boxers para así poder ponerse el preservativo, mientras Rosa no paraba de acariciarle y besarle por todas partes.
Una vez que estuvo listo, se acercó a ella, sus cuerpos desnudos estaban lo más juntos posibles, y hacían que una corriente eléctrica los recorriera de pies a cabeza. Haciendo que un fuego les quemara por cada parte en la que se tocaban.
Se movió, para poder acceder a la intimidad de Rosa, entró despacio en ella, pero con bastante ansia, pues estaba demasiado excitado como para hacerlo con calma. Ambos gimieron cuando Izan entró dentro de Rosa.
Empezó a moverse, ni siquiera fue despacio para incrementar el ritmo. Su cuerpo actuaba por voluntad propia. Tenía sed de su amada, de darle todo su amor, un amor que rezumaba por cada poro de su piel.
Izan se movía acompasándose al ritmo de Rosa, pero además se acariciaban y besaban por todas partes, demostrando ese amor tan grande que existía entre ellos, que les hacía estar en el cielo.
Como si todo desapareciera, estuvieron así durante muchísimo rato, hasta que alcanzaron el clímax. Fue una de las mejores experiencias que habían tenido hasta ese momento.
Se miraron a los ojos, mientras seguían abrazados. –Me encantó mi regalo… -dijo con una sonrisa.
-¿El videojuego? –preguntó Rosa.
-Bueno ese ha estado genial, pero yo me refiero a este otro regalo… -contestó ruborizándose. –Gracias, mi niña, de verdad.
-No sabía si te gustaría el picardías. –dijo.
-¿Qué no sabías si me gustaría? –preguntó. –Si solo me ha faltado ponerme a salivar cuando te he visto…
-Me daba vergüenza ponérmelo, pero quería que tuvieras un bonito regalo de mi parte. –respondió acariciando su mejilla.
-Estabas hermosa. –dijo. –Aunque te prefiero así sin ropa. –añadió besándola en el cuello.
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