lunes, 18 de octubre de 2010

Amistad y amor capitulo 15

15º- El viaje

César, que nunca había visto a su amigo tan cariñoso estaba bastante sorprendido. –No sabía que eras como un oso amoroso… -dijo en tono divertido.

Eso sonrojó tremendamente al escuchar la frase de su amigo. –Esto… yo…. Yo… -no sabía lo que contestar.

Los tres empezaron a reírse ante la reacción de Izan. Rosa intentó calmarle aún entre risas. –Mi amor, no te pongas así, que sabes que te está tomando el pelo.

-¡Qué graciosos que sois…! –se quejó.

La cena continuó bastante tranquila, y algo más relajada. Estela y César hablaron bastante en la cena. Eso alegró mucho a Izan y a Rosa, que esperaban que todo acabara bien para los dos.

Se hizo bastante tarde, y decidieron marcharse. César acompañó a Estela a casa. Rosa sonrió al ver lo mucho que se preocupaba César por su amiga, sabía que con lo buen chico que era no la dañaría.

Después de recoger todo, se cambiaron de ropa y se fueron a la habitación. Rosa se sorprendió al ver que Izan se había puesto a hacer una maleta. – ¿Dónde te vas?

-Dirás que dónde nos vamos. –le corrigió.

-¿Cómo que “nos vamos”? –preguntó atónita.

-Sí, mañana nos vamos a pasar el puente a un sitio, tú y yo solos. –contestó.

-¿De verdad? ¿A dónde? –preguntó. – ¿Y cómo que nos vamos de viaje?

-Es mi regalo de aniversario. –contestó. –Recuerda que el sábado hacemos un mes, juntos.

-Pero no era necesario semejante regalo.

-Claro que lo era. Te lo mereces todo. –respondió. –Todavía me parece mentira que me quieras y estés conmigo.

-Pues créetelo, porque te quiero con toda mi alma.

Él al escuchar sus palabras, se abalanzó sobre ella, cayeron en la cama y empezaron a reírse. –Eres mi reina, mi diosa, toda mi vida…

-No digas esas cosas que me sonrojo… -dijo ella escondiendo el rostro en el pecho de Izan.

-Las digo porque las pienso y siempre va a ser así. –contestó él, muy seguro de sí mismo.
-¿No me vas a decir dónde es? –preguntó sin dejar de mirarle.

-No, es una sorpresa. –contestó.

-¡Pero quiero saberlo!

Él se rió ante el comportamiento infantil de su chica. –La gracia de las sorpresas es no saber lo que son.

-Espero que me guste, con lo malo que estás siendo… -dijo haciendo un puchero.

-Te encantará. –contestó abrazándola.

Esa noche Rosa durmió poco. No hacía más que darle vueltas al lugar al que podría ser el viaje. Pero como tampoco había podido ver la ropa que metió Izan en la maleta no le daba ninguna pista. Y no podía cotillear porque había cerrado con un candado y tenía guardada la llave.

No le quedó más remedio que esperar, por la mañana estaba muy inquieta, intentando sonsacarle algo a Izan, pero no tuvo suerte. Fueron hasta el aeropuerto en el coche y ya cuando fueron a la puerta de embarque vio el destino.

-¿Canarias? –preguntó.

-Sí, ¿Qué te parece? –le preguntó abrazándola.

-¡Es fantástico! –gritó ilusionada. –Hace muchísimos años que no voy a la playa.

-Lo sé, por eso me pareció tan buena idea. –contestó. –Aunque nunca he sabido porqué no has ido más a menudo con lo mucho que te gusta.

-Porque siempre estábamos justos de dinero para ir a la playa. –respondió. –Y luego ya entre el trabajo y que no me apetecía ir sola…

-Nunca hubieras ido sola. Porque aunque no estuviéramos juntos, me habría ido encantado contigo a la playa.

-Gracias de verdad… -dijo besándole cariñosamente. –Es un regalo estupendo. Al lado de esto, mi regalo te va a parecer una tontería…

-¿Me has comprado algo?

-Pues claro. Pero seguro que no te gusta…-contestó.

-¿Puedo verlo? –preguntó ilusionado.

-No, hasta el sábado, no. –dijo ella.

-Pero no es justo… tú ya sabes tu regalo… yo quiero saber el mío. –contestó fingiendo ponerse triste.
-Bueno mira, hacemos una cosa. –dijo. –te lo doy cuando lleguemos al hotel.

-Vale… -contestó.

-Además tenemos que embarcar ya.

Subieron al avión y estaban muy contentos, aunque Izan estaba algo impaciente por recibir mi regalo. Estuvo haciéndole preguntas a Rosa para ver si le daba alguna pista sobre lo que era su regalo.

El viaje no era demasiado largo, pero a Izan se le hizo como un día entero. Tenía demasiada curiosidad por tener su regalo y eso hacía que el tiempo pasara más lento. Aterrizaron y bajaron con la maleta que no hizo falta que la facturaran.

No hay comentarios:

Publicar un comentario