13º- sorpresas
Ella hacía lo mismo, tenía sed de amor, pues cada vez se sentía más atraída hacia Izan, sentía todo el amor que crecía en su interior, y que ansiaba entregarse de nuevo en ese instante a Izan.
Pronto estuvieron desnudos, frente a frente, mirándose con admiración, amor y lujuria. Sentían una imperiosa necesidad de amarse y darse amor por todas partes y de todas las formas posibles.
Rosa bajó su mano, en busca del miembro de Izan para jugar con él. Mientras Izan, besaba a Rosa por el cuello, para luego ir bajando. Se detuvo en sus pechos, disfrutando de ellos con su lengua, haciendo que ella se estremeciera.
Siguió bajando, por su cuerpo, hasta que llegó a su intimidad. Jugueteó con la lengua para que Rosa experimentara mucho placer. Ella no pudo contener los gemidos provocados por lo que hacía Izan.
Esos gemidos enloquecieron a Izan, que no pudo controlarse, pues estaba ardiendo por dentro. Su interior le gritaba que debía poseer a Rosa o explotaría de tanto contenerse.
Ya no pensaba ni razonaba, solo dejó que sus instintos más primarios salieran a la superficie. Cogió a Rosa por la cintura, penetrándola con rapidez, pues estaba necesitado de su cuerpo, de sentirse dentro de ella.
Nada más entrar en ella, ambos se excitaron tremendamente, dejando que sus cuerpos sintieran por completo al otro, que lo disfrutaran, y experimentaran semejante placer.
Sus movimientos eran rápidos y urgentes, pues sus cuerpos ansiaban sentir mucho placer y darlo. Mientras los besos y caricias no paraban, sino que aumentaban considerablemente.
Esa noche llegaron al clímax en dos ocasiones y fue la mejor experiencia de sus vidas. Durmieron abrazados y con una amplia sonrisa en sus rostros, por haber experimentado tales sensaciones.
Pasados unos cuantos días, las cosas entre ellos estaban mejor que nunca, y Rosa llevaba casi una semana sin encontrarse con Ángel, lo que la animaba bastante a sonreír.
Izan quería dar una sorpresa a Rosa por su aniversario. Cumplían un mes juntos y ese había sido el mejor mes de su vida, aunque habían tenido alguna que otra discusión. Pero eso no le importa, quería celebrarlo.
Llevaba algún que otro día dándole vueltas y no sabía qué hacer. Pues él sabía muy bien que a ella le encantaba el mar, aunque llevaba mucho tiempo sin ir por algún motivo que desconocía.
Se le ocurrió que podían coger un puente de cuatro días e invitarla a un hotel de cinco estrellas con todo incluido en Canarias. Ella no tendría problemas, dado que al trabajar como profesora en un colegio tenía todos los puentes libres, y él se pediría libres los días para irse con ella.
Lo que le iba a costar mucho era mantenerlo en secreto, porque nunca le había podido ocultar nada a Rosa. Ella al momento sabía cuando él estaba mintiendo o cuando no lo estaba haciendo. Eso era lo que peor llevaba, pero al menos lo intentaría.
Empezó a buscar en Internet, encontró uno en el que él estuvo de vacaciones un año y le encanto. Así que no se lo pensó, hizo la reserva por Internet, justo para ese mismo fin de semana que era un puente. Reservó la suite del hotel, le sorprendió pues no pensaba que estuviera libre, solía estar siempre cogida.
Después de hacer la reserva, se puso a buscar los vuelos, conocía una página donde los vuelos salían muy baratos y se puso a mirar, pero entonces sonó su móvil. -¿Si, dígame?- contestó Izan sin saber que era su novia.
-¿Cómo esta el chico mas guapo y maravilloso del mundo?- preguntó Rosa al otro lado del teléfono.
-Hola mi amor, no sabia que eras tú. – respondió Izan con una sonrisa. - Pues bien aquí, que hoy no tengo casi pacientes. Se me esta haciendo eterno el día, pero bueno… ¿y tu día qué tal?
-Bien echándote de menos – respondió ella algo tímida
-¿Y esa timidez de repente?- preguntó Izan sabiendo que la iba a poner más vergonzosa aún.
-Nada… solo que… no estoy sola. - respondió ella muy bajito.
-¿Con quién estás?- preguntó Izan esperando que no sea con Ángel.
-Con Estela.- contestó ella para tranquilizarlo.
-Menos mal… ya pensaba que era con el idiota ese. - dijo Izan más tranquilo.
-Bueno mi niño, te tengo que dejar que ya acabó el recreo. Nos vemos luego. Adiós, te quiero. –dijo ella.
-No más que yo, mi princesa. - respondió Izan con una sonrisa y después colgó el teléfono.
En ese momento entró César por la puerta. Cesar era el mejor amigo de Izan siempre se lo contaban todo y dijo. – Hombre, pero mira a quién tenemos aquí. Al hombre mas serio del mundo, sonriendo ¿Qué paso para que estés tan feliz?
-Que acabo de hablar con Rosa.- respondió Izan sin borrar la sonrisa de su cara.
-¿Cuándo te piensas declarar?- preguntó Cesar.
-Ya lo hice, este sábado hacemos un mes. - respondió Izan.
-¿Y cuándo pensabas contármelo, señorito?- preguntó Cesar.
-Lo siento, se me debió pasar… - se disculpó Izan.
-Bueno tranquilo, y ¿Qué vais hacer? ¿Lo vais a celebrar? –le preguntó su amigo.
-Si, pero ella no va a saber nada, es una sorpresa. La voy a invitar a un viaje a Canarias, a un hotel de cinco estrellas con todo incluido, y por suerte la suite estaba libre. - dijo Izan sonriente.
-¿Cuándo?- preguntó Cesar intrigado.
-Este puente- respondió Izan.- Ya que, por suerte libro los cuatro días…
-Me parece estupendo, y más sabiendo que le encanta tanto el mar como le encanta a ella. - dijo Cesar.
-Espero poder ocultarlo. Ya sabes que siempre me caza cuando la miento. - dijo Izan bajando la mirada.
-Bueno tranquilo intenta no sacar tema, tenerla entretenida. Y ya veras como puedes ocultárselo sin ningún problema. - le animó su amigo.
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