22º-Desconfianza y miedos
Al día siguiente, Kira abrió lentamente los ojos. Le sorprendió ver que se encontraba en la cama. No recordaba haberse ido a dormir a una de las habitaciones de la casa de su hermana.
Se incorporó y vio que a su lado estaba Aitor. Sentado en el suelo pero con la cabeza apoyada en la cama. Eso la sobresaltó, pero se quedó mirándolo intensamente. Estaba allí, incómodamente en el suelo y eso la conmovió.
Se daba cuenta de que era muy guapo. Recordó entonces el encontronazo con Álvaro y se puso a temblar. Se levantó de golpe para dejar de temblar, y con tanto jaleo Aitor se despertó.
-¿Qué pasa? ¿Estás bien? –preguntó levantándose aceleradamente.
-Si. –respondió.
Pero al hablar se dio cuenta de que el rostro le dolía y siseó de dolor. Aitor se acercó a ella, acariciando su mejilla con ternura. –Ese bruto te hizo un buen moratón… -dijo preocupado.
-Parece que si, porque me duele toda la cara… -dijo asustada recordando lo ocurrido.
Empieza a llorar a causa del miedo. Aitor al verla tan frágil no pudo evitar acercarse y abrazarla cariñosamente. Pero Kira se aleja muy asustada. –Lo siento, yo… -dijo antes de salir de la habitación.
Salió directa al comedor, se sentó en el sofá acurrucándose sobre su cuerpo. Rosa al ver así a su hermana se asustó y fue a su lado. –Hermanita ¿Qué te ocurre? ¿Te ha pasado algo?
-Yo… yo… -balbuceaba. –Estoy asustada.
-Es normal. Pero aquí solo estamos personas que nos preocupamos por ti.
-Pero Aitor…
-¿Es que te ha hecho algo? –preguntó sobresaltada.
-No, bueno… me ha abrazado y yo… he salido corriendo. –reconoció jugando con sus manos.
-No es mala persona, es un chico estupendo. –dijo su hermana cogiéndole la mano.
-Lo sé, y… yo no quiero estar asustada, pero lo estoy. –contestó. –No sé si se acerca a mi por interés o porque le importo de verdad.
-Aitor es un buen chico. Nunca te haría daño, al contrario. –dijo ella.
Las dos hermanas se abrazaron. Lo que no sabían era que Aitor estaba en el pasillo. Había salido porque quería ir a la cocina, y de casualidad lo había escuchado todo.
Él sentía algo profundo por Kira, un amor a primera vista como nunca le había pasado. Y saber que ella temía a los hombres y desconfiaba de él, era algo muy duro. Se derrumbó en el suelo.
Ocultó el rostro entre las manos, estaba derrotado y sentía un gran vacío. Izan salió del baño y vio a su hermano en el suelo, lo que le asustó. –Hermanito, ¿Por qué estás en el suelo?
-Por ella… -susurró.
-¿Es que ha pasado alguna cosa entre vosotros? –preguntó.
Aitor estuvo relatando en voz baja lo que había escuchado. Su hermano intentó animarle como buenamente pudo. –Es normal que la pobre esté así después de lo que pasó. Seguro que en poco tiempo vuelve a ser la de antes.
Yo… me gusta mucho y no quiero verla así. –dijo con los ojos humedecidos.
-Seguro que cuando esté mejor podréis conoceros bien. –intentó reconfortarle Izan.
-¿Y cómo? –preguntó. –Desconfía de que mis intenciones sean sinceras con ella.
-Debes comprenderla. –dijo. –Tú solo… ten paciencia.
-Ya si yo voy a tener mucha paciencia, pero me duele verla así. –respondió Aitor.
Aitor se levantó del suelo y fue al comedor. Miró a Kira. Ella le observaba con la mirada triste, como diciéndole con los ojos “lo siento”. Él hizo un gesto como diciéndola que no pasaba nada.
Él intentó probar una cosa. Se sentó al lado de Kira. Ella se alejó de él y se pegó más a su hermana.
-Aitor ¿puedes venir un momento a la cocina a ayudarme con unas cosas?- preguntó Rosa mirándole.
-Si, claro. –respondió levantándose.
Se levantaron y fueron directos a la cocina sin pronunciar palabra. Rosa se sentó y él hizo lo mismo. – ¿En qué quieres que te ayude?
-En realidad yo quiero hablar contigo. –respondió. –De mi hermana.
-¿Qué quieres hablar de ella? –preguntó.
-Mira, yo sé que te gusta, y que eres un buen chico. Sabes que te quiero con locura. –dijo. –Pero mi hermana ha pasado algo espantoso y desconfía de los hombres.
-Pero yo no voy a hacerla daño.
-Yo lo sé, y ella también. –contestó. –Pero tienes que entenderla. Además no quiero que la agobies, porque se sentirá peor.
-Lo único que quiero es protegerla y quererla. –dijo con tristeza.
-Ya lo sé. –respondió dándole un abrazo. –Tú tan solo dale tiempo. Sé un apoyo para ella, pero sin agobiarla ni estar todo el día encima de ella. Seguro que con el tiempo, ella vuelve a ser la de antes.
-¿Y cómo soy su apoyo? no sé cómo hacerlo.- preguntó Aitor muy interesado.
-Siendo su amigo, su confidente, como fue tu hermano conmigo. - respondió Rosa con una sonrisa. –Habla con tu hermano y que él te ayude.
-Vale.- Respondió él yéndose a buscar a su hermano.
Rosa volvió al comedor con su hermana y Kira le preguntó. - ¿En que te tenia que ayudar?
-En darme una cosa que no alcanzaba. –mintió su hermana con una sonrisa.
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