sábado, 26 de febrero de 2011

Amistad y amor capítulo 25

25º-Buenos cambios

Salieron los dos muy sonrientes hacia el salón. Los dos hermanos se quedaron extrañados.

-¿Qué os pasa que estáis tan sonrientes?- preguntaron casi a la vez.

-Pues… que estamos juntos. -respondió Aitor. Con lo que Kira se escondió en su hombro por la vergüenza.

-Eso es maravilloso. -respondieron Izan y Rosa al unísono.

-Parad ya. –dijeron ambos sonrojados.

-Vale, vale ya paramos.

La cena fue muy tranquila. Terminaron de cenar y se pusieron a recoger. Después Aitor y Kira se fueron a la habitación de ella.

-¿Cómo estás? –le preguntó él mirándola.

-Rara. Me siento muy rara, aún no me acostumbro a la idea. – respondió ella con una sonrisa.

-Yo más que raro, me siento genial. Es más, aún no me creo que me hayas dicho que si. - dijo él con otra sonrisa.

-Pues créetelo, porque es verdad. - dijo ella acercándosele.

Aitor sonrió todavía más al escuchar eso. Se lanzó hacia ella, tumbándola en la cama y quedándose él encima para besarla. Kira enroscó los brazos en su cuello y le siguió el beso.

Pero pronto, Kira tuvo que parar porque empezó a imaginarse que le pasaba como con Álvaro. No pudo seguir, puso las manos en el pecho de Aitor para apartarlo de ella.

Él se quedó extrañado y preocupado al ver la reacción que estaba teniendo Kira, y su expresión atemorizada.

– ¿Qué te ocurre?

-Me ha entrado miedo… -confesó. –Me he imaginado que me iba a pasar lo mismo que con Álvaro… -no pudo evitar que algunas lágrimas se le saltaran de los ojos.

-Shhh… tranquila. –dijo acunándola. –Yo jamás te haría daño. No debes tenerme miedo. Iremos más despacio si quieres.

Ella se abrazó fuerte a él, todavía con el miedo en el cuerpo de recordar a Álvaro. Tenía la sensación de que Álvaro no se daría por vencido, y eso la aterraba de una forma inimaginable.

-¿De qué tienes miedo exactamente? –preguntó Aitor cuando ella estuvo más tranquila.

-Estoy aterrada por Álvaro. Presiento que no se va a dar por vencido, que va a intentar volver a atacarme. –contestó.

-No debes pensar eso, porque yo jamás voy a dejarte sola. –dijo. –No dejaré que se acerque a ti ni que vuelva a ponerte un dedo encima. –juró.

Ella sonrió ante la determinación de su novio. Todavía se le hacía raro llamarle “novio”, pero estaba feliz. Por primera vez, parecía que podía ser feliz, que alguien se preocupase por ella era algo maravilloso.

Intentó pasar página, hacer caso a Aitor y no pensar en Álvaro. Lo cierto, es que algunos días iba bien, estaba feliz y relajada. Pero llevaba ya muchos días en casa de su hermana y sentía que los estaba molestando.

Un fin de semana, Aitor había ido para pasar un fin de semana en parejitas como llevaban haciendo un tiempo. Pero ella no quería molestar más, así que tomó una decisión.

–Yo quería deciros algo… Me marcho porque no quiero seguir molestando.

-Hermanita, tú no molestas. –dijo Rosa.

-Claro que sí. Vosotros querréis estar a solas y yo no os dejo. –contestó.

-Pero ¿Dónde vas a ir? –preguntó su hermana.

-Pues a un hotel, hasta que encuentre algo. –respondió.

-¿Cómo te vas a ir a un hotel? –preguntó Aitor.

-Pues yéndome. No quiero seguir molestándoles. –dijo.

-¿Por qué no te vienes a mi casa? –preguntó él de improviso.

-¿A tu casa? –preguntó sorprendida. –Es un poco pronto…

-No me entiendas mal, tengo un par de habitaciones libres, es una casa grande. –dijo. –Tú puedes quedarte en una de las habitaciones.

-Pues no es mala idea. –comentó Rosa.

-Claro que no. Es que mi hermano es más listo… -dijo Izan orgulloso y sonriendo.

Sonrieron algo más relajados. Sobre todo Kira, que no pretendía seguir estorbando en casa de su hermana. Además ella ya estaba embarazada de tres meses y medio y la barriguita empezaba a asomar.

Estaba feliz porque iba a tener un sobrinito o sobrinita en unos meses. Y tal vez estando en la misma casa que Aitor, podría conocerle mejor y pasar juntos mucho más tiempo.

Como era sábado, decidieron que al día siguiente cogerían las cosas de Kira para llevarlas al piso de Aitor. Por ser la primera noche, durmieron en la misma habitación y abrazados, pero ella no quiso llegar a nada más. Todavía no estaba lista, después de todo lo ocurrido.

A él no le importó en absoluto. Él la quería demasiado como para forzarla a nada. Quería unirse a ella en todos los sentidos, pero esperaría al momento adecuado. De esa forma sería mucho más profundo ese momento.

Se levantaron muy alegres esa mañana. Kira estaba bastante tranquila. le había venido bien dormir entre los brazos de Aitor.

–Buenos días… -susurró él.

-Buenos días. –contestó alegremente.

Fueron a desayunar, estaban muy felices, no podían ocultarlo.

–Oye, he pensado que debíamos recoger tus cosas.

-¿A la misma casa donde está Álvaro? –preguntó temerosa.

-Sí, pero no pasa nada. Yo iré contigo.

-Entonces tiene que ser a partir de las seis y antes de las nueve. Álvaro siempre está en casa de un amigo jugando a la consola. –explicó.