sábado, 29 de enero de 2011

Amistad y Amor capitulo 24

24º- Sentimientos a flor de piel

Cuando Aitor escuchó a Kira decir que ya había rehecho su vida. No pudo evitar que le hirviera la sangre por dentro. Estaba tremendamente celoso. Él la quería con locura y deseaba estar con ella, y no era posible.

Después de hablar, colgó el teléfono y suspiró tranquila. Su hermana se acercó a ella. – ¿Cuándo empezaste con alguien? –preguntó. –Eso es algo nuevo.

-¿Cómo empezar con alguien? Me lo inventé para que Álvaro me dejase en paz. –respondió.

Cuando Aitor escuchó eso, no pudo evitar suspirar muy aliviado. Se había quitado un gran peso de encima. Kira vio la reacción de Aitor, y le preguntó con una amplia sonrisa. – ¿Por qué suspiras?

-Porque... porque si llegas a estar con alguien, me muero. –respondió. –Y es que... yo quiero estar contigo.

Kira se sonrojó profundamente ante las bellas palabras que Aitor le acababa de decir. Ella no sabe lo que responder. Izan interrumpió el momento. –Vaya Kira, te has quedado muda, eso si que es asombroso...

-No sé. Yo... –comenzó a hablar pero se quedó callada, y salió corriendo. Se metió en la habitación. Rosa sonrió ante la reacción de su hermana. –Tranquilo, es muy normal que esté así, es muy tímida. –dijo mirando a Aitor.

-¿Ah, sí? –preguntó él con gran interés.

-Sí, aunque parezca que no. Es una persona muy tímida. Así que ten un poco de paciencia.

-Vale, voy a tener toda la paciencia del mundo. –contestó antes de salir de la cocina.

Fue hasta la habitación de Kira, donde estaba sentada en la cama de espaldas a la puerta. Se sentó a su lado, y se sonrieron tímidamente. Entonces Aitor no pudo evitar hablar.

–Kira ¿puedo decirte una cosa? –preguntó.

-Claro. Lo que quieras. –respondió.

Ella esperaba las palabras de Aitor, pero en lugar de eso, se acercó a ella y la besó con mucha ternura en los labios. Ella se quedó sorprendida, al principio no pudo decir nada. Solo le miraba sin articular palabra.

-¿Y esto? –preguntó pasados unos segundos cuando pudo volver a hablar.

-Es que… me apetecía hacerlo y no pude controlarme. –dijo. -¿La he cagado? –preguntó con miedo.

-No, solo que… necesito aclararme y saber lo que siento. –contestó.

-Tranquila, tómate el tiempo que necesites. –dijo Aitor sonriendo. –Y cuando tengas una respuesta, dímela.

-Gracias. –respondió.

Aitor prometió darle tiempo a Kira para pensar las cosas y aclarar sus sentimientos. Pero tenía que reconocer que estaba muy nervioso. Todos los días llamaba a casa de su hermano para hablar con ellos y le dijeran si Kira había preguntado por él.

-Hermanito, por favor, no seas impaciente.

-Lo sé, es que me gusta demasiado. –contestó.

-Seguro que pronto te da una respuesta.

-Espero que si, porque sino me volveré loco.

Pasada una semana, Aitor llamó como cada noche, sobre las 9 como hacía siempre. Saludó como siempre hacía a su hermano. –Hola, hermanito. ¿Qué tal estáis?

-Estamos bien. –respondió Kira.

-Ah… ho… hola. -¿Cómo estás?

-Bien. ¿Y tú?

-Bien, estoy bien. –dijo tímidamente.

-Oye, ¿puedes venir ahora a casa? –preguntó ella. –Necesito que hablemos.

-Claro, voy ahora mismo, no tardaré nada. Un beso.

No tardó ni veinte minutos en llegar a la casa de su hermano. Izan y Rosa, estaban en el comedor viendo una película, y como sabían que tenían que hablar, no quisieron molestarles.

Kira arrastró a Aitor a su habitación para poder hablar a solas. Se sentaron en la cama, él no se atrevía a abrir la boca por si metía la pata y se llevaba una desilusión. Estaba como un flan de nervioso.

-Yo te pedí tiempo, y me lo has dado, y en estos días he estado meditando, tratando de pensar las cosas con claridad y…

-Dime.

-Pues que… tú también me gustas. –confesó ruborizándose. –Pero si empezamos algo, necesito ir con calma y sin prisa.

-Claro, lo que tú quieras. –contestó alegremente. –Yo solo quiero estar a tu lado y quererte con toda mi alma.

-Eso es precioso.

-No tanto como tú.

Esas palabras sonrojaron mucho más a Kira, que no pudo evitar darle un fugaz beso en los labios, que le dejó boquiabierto. Él ya le había robado un beso, pero ese beso se lo había dado ella.

Kira se separó un poco de sus labios con una sonrisa tímida mirando al suelo. Aitor no paraba de sonreír, al ver que estaba mirando al suelo. Se acercó a ella y le cogió el mentón para hacer que le mirara.- Entonces ¿quieres salir conmigo?

-Si, pero vamos despacio. Aún tengo miedo. - reconoció ella con miedo en los ojos.

-Tranquila mi princesa, conmigo estarás a salvo. -dijo él muy dulcemente.

-Ya, si a ti no te tengo miedo. Es a los demás… no me atrevo a ir sola por la calle, por si alguien me sigue o me quiere hacer daño. -Respondió ella queriéndose apoyar en su hombro pero sin atreverse.

Aitor sonrió. Sin que ella le viera y la abrazó quedándose como ella quería. Se quedaron asi un buen rato hasta que llamaron a la puerta y ellos se separaron. -La cena ya esta lista. Aitor ¿te quedas a cenar?

-Si, me quedo. - respondió él con una sonrisa.

martes, 4 de enero de 2011

Amistad y amor capitulo 23

23º- Confesiones

Aitor fue a buscar a su hermano. Se lo encontró en su habitación haciendo unas cosas. –Hola, hermanito.- Dijo.

-Hola ¿Qué te pasa? te noto la voz triste. - preguntó Izan mirándole preocupado.

-Es normal que me la notes triste, porque lo estoy. –Respondió.

-¿Qué paso ahora?- Preguntó su hermano.

-Que Rosa me pidió que sea amigo de Kira. Que no la agobie y que sea su confidente y que te pida ayuda a ti. -Respondió Aitor

-Bueno cuando pueda te ayudo, ahora no puedo ¿vale?

-Vale hermanito. –Respondió él.

Izan veía que su hermano estaba pasándolo mal por Kira. Y ella estaba todavía en su casa con bastante miedo. Del único que parecía fiarse era de él, ya que al ser el novio de su hermana sabía que se trataban como hermanos.

En los fines de semana, Aitor iba a casa para estar con ellos, solían pasar las tardes los cuatro juntos. Jugaban a algún juego de mesa, veían películas o simplemente se ponían a charlar un rato.

Esa normalidad que intentaban darle a Kira, la ayudaba mucho a superar su miedo. Pero no solía acercarse demasiado a Aitor, porque seguía teniendo bastante miedo.

Hasta que uno de los fines de semana, Aitor estaba ausente. Intentaba hacerse amigo de Kira como le habían aconsejado. Y parecía que al menos Kira le hablaba y comentaba cosas con él.

Pero él sentía que ella seguía sin confiar en sus intenciones. Eso le dolía tremendamente, y aunque estuvo jugando con ellos al Trivial, estuvo bastante ausente toda la partida. No dio pie con bola, y miraba a la nada constantemente.

Izan y Rosa, se pusieron a preparar la cena, mientras Kira y Aitor ponían las cosas en la mesa. Cuando terminaron de colocarlo todo, se sentaron en el sofá para que sus hermanos terminaran de preparar la cena.

Pero Aitor estaba callado, sin mirar a ninguna parte y Kira se preocupó. – ¿Te ocurre algo? –preguntó. –Pareces ausente.

-Sí, es que… me gusta alguien. –dijo tímidamente. –Pero apenas la conozco y no sé si tengo posibilidades con ella.

-Ah… ¿Y puedo saber quién es la afortunada? –preguntó alegremente.

-Pues… eres tú. –contestó mirándola a los ojos.

Kira se quedó de piedra ante esas palabras, no sabía cómo reaccionar ante lo que acababa de escuchar. –Si es una broma, no tiene ninguna gracia.

-Jamás bromearía con algo así. –respondió. –La afortunada eres tú, estoy enamorado de ti desde el día que te conocí.

-¿Y cómo puedes estar enamorado de mí si casi no me conoces? –preguntó ella un poco asustada.

-Porque eres la chica más asombrosa y linda que he conocido nunca. –contestó con ternura. –Porque solo pienso en ti desde que me levanto hasta que me acuesto, y porque moriría por protegerte.

-¿Por eso mi hermana me mandó contigo cuando vino Álvaro?- preguntó.

-Sí. –dijo. –Jamás permitiré que nada ni nadie pueda volver a dañarte.

-Eres encantador. No sé cómo pude desconfiar de ti. –dijo ella.

-Tenías miedo por lo que te pasó. Es normal que desconfiaras.

-Pero aun así. No tuve que desconfiar de ti, porque lo pasaste mal por mi culpa. –respondió ella muy triste.

-Tú tenías bastante con lo que tenías. Además no podias saber que me gustabas. -contestó él. –Aunke confieso que el dia que nos conocimos te lo estuve diciendo pero como estabas borracha te dormiste antes de que me diera tiempo a declararme.

Ella al escuchar eso, no supo cómo reaccionar ni lo que decir. Se levantó de golpe y fue a la cocina corriendo. Aitor se fue también a la cocina. -Oye Rosa, ¿Tú hermana tiende a huir de las situaciones o qué? –preguntó.

Pero no pudo responder porque sonó el teléfono. Kira salió de la cocina muy acelerada y diciendo en voz alta. – ¡Yo lo cojo!

Aitor observa cómo sale Kira de la cocina, Y se queda mirando a Rosa. -¿Ves? Si es que no quiere verme.

Rosa e Izan al escuchar eso, se quedaron extrañados. -¿Pero que fue lo que os pasó?

-Que la dije que la quiero. Pero no me cree, y encima huye de mí. –respondió muy apenado.

-Debiste esperar un poco. –le regañó Rosa. –Te dije que tenías que ser su amigo y no agobiarla.

-No la agobié, fue ella la que insistió en que le dijera quien era la persona que me gustaba. –contestó.

-Rosa, por favor, no te enfades con él. –le defendió Izan. –Además yo soy el que comprende perfectamente por lo que Aitor está pasando, porque fue lo que me ocurrió contigo.

-No es lo mismo. –dijo ella.

-Claro que sí, ¿Por qué dices que no es lo mismo? –preguntó Izan.

-Porque tú y yo éramos amigos desde pequeños.

-¿Y qué tiene que ver que fuéramos amigos? –preguntó él.

-Porque te conocía y sabía cómo eras. –respondió. –Pero mi hermana te conoce muy poco, es por eso por lo que duda.

-Ya, pero es que me huye, lo habéis visto. –dijo Aitor con tristeza.

Pero no se dieron cuenta de que Kira había entrado en la cocina y había escuchado esa última frase de Aitor.

-Yo no te huyo. –respondió.

-Entonces ¿Por qué cuando estábamos hablando te levantaste corriendo hacia la cocina? –preguntó Aitor.

-Porque tenía hambre. –mintió mirando al suelo.

-Se te da fatal mentir. –contestó él.

En ese momento, Kira miró a su hermana en busca de un poco de apoyo. –Déjala ya. Cuando ella quiera hablar del tema, lo hará.

Kira sonrió a su hermana, dándole las gracias por el apoyo. Entonces sonó su móvil, y en la pantalla vio que era Álvaro. Empezó a temblar, pero descolgó el teléfono. – ¿Qué quieres?
Silencio, mientras hablaba Álvaro. -Yo ya no quiero nada contigo. Además rehice mi vida y estoy con alguien. –contestó muy segura.