martes, 26 de octubre de 2010

Amistad y amor capitulo 16

16º- Regalos

-Bueno, ¿me das ya mi regalo? –preguntó con impaciencia.

-Cariño, todavía no estamos en el hotel. –contestó. –Además son dos regalos, y uno es imposible que te le de aquí.

-Pero me muero de la intriga… -replicó.

-No seas niño.

-¿Y si te hago chantaje? –preguntó levantando una ceja.

-¿Qué tipo de chantaje?

Él la cogió por la cintura y la besó de forma urgente, ella respondió al beso, pero se daba cuenta de que estarían llamando mucho la atención en el aeropuerto. Se apartó unos centímetros de él.

-Cariño, nos está mirando todo el mundo… -dijo sonrojada.

-Me da lo mismo, además aquí nadie nos conoce. –contestó intentando besarla de nuevo.

-No seas impaciente, que ya mismo tendrás tu regalo.

Se montaron en un taxi, que los llevó al hotel, se registraron y subieron a la suite. Ella al ver lo grande que era se quedó asombrada. –Pero… ¡si es enorme!

-Es la suite. Tuve la suerte de que estuviera libre. –contestó sonriente.

-Cielo, te habrá costado un ojo de la cara. No debiste gastarte tanto dinero. –dijo ella preocupándose.

-Es el dinero mejor invertido. –contestó abrazándola. –Quiero que pasemos unos días muy especiales e inolvidables.
-Eres estupendo. Te quiero. –dijo antes de besarle. –Siéntate en el sofá que voy a por tu regalo.

Él la obedeció encantado, se sentó con una amplia sonrisa de impaciencia en los labios. Mientras Rosa fue a la habitación. Sacó un pequeño paquete y además se puso a buscar en su bolso.

Buscaba un picardías azul cielo que tenía, hacía un tiempo que se lo había regalado Estela. Le dijo que para cuando estuviera con el chico adecuado. Y como sabía que Izan era el chico adecuado decidió sorprenderle.

Se lo puso y se echó unas gotas de perfume. Se soltó el pelo y mientras se maquillaba ligeramente, escuchó que Izan la llamaba. – ¿Cuándo me traes el regalo? –preguntó en voz alta.

-No seas impaciente, solo dos minutos más y lo tendrás. –dijo lo suficientemente alto como para que le escuchara.

Cuando estuvo lista, cogió el paquetito y salió de la habitación hacia la parte que era el salón. Se puso delante de Izan, que cuando la vio, en picardías y con un paquete en la mano, se le pusieron los ojos como platos. Parecía que se le saldrían de sus órbitas.

-Pero… pero… -se había quedado sin palabras.

-Toma tu regalo. –dijo tendiéndole un paquetito.

Él lo abrió pero sin quitarle los ojos de encima a Rosa. Cuando quitó el envoltorio echó un vistazo al regalo. –Es la edición limitada de Wod of Wars trilogy. ¿Cómo lo conseguiste? –preguntó. –Estaban agotados.

-Bueno, es que soy previsora. –contestó con una sonrisa.

El regalo le había encantado, pero en ese momento, tenía un regalo mucho más valioso para él. Tenía a Rosa a su lado, y estaba en picardías, un fino y pequeñísimo picardías que dejaba más que a la vista el bonito cuerpo de Rosa.

Dejó el juego en el sofá y se acercó a Rosa para besarla de forma salvaje. Ella sonrió ante tanta efusividad de su novio. –Estás preciosa… esto si que no me lo esperaba…

-Sé que no es tanto como un viaje, pero no he tenido tiempo de comprar nada más. –se justificó sin soltarse.

-¿Qué dices? Tú eres el mejor regalo que puedo recibir. –contestó. –Y encima así en picardías… puf…

-Lo tenía sin estrenar, hasta que encontrara al chico adecuado. –dijo tímidamente.

-Te quiero… -susurró.
Cogió a Rosa en volandas y se la llevó hasta la cama, sin dejar de besarla. Izan siempre había perdido la cabeza por Rosa, pero ese fino picardías hacía que ardiera por dentro de forma descontrolada.

Ella le quitó la ropa a su novio con bastante rapidez. Él mientras, sentía muy cerca el cuerpo de su novia. Las transparencias mostraban su cuerpo, y eso le estaba enloqueciendo.

Pero antes de seguir, se movió para acercarse a la maleta, que descansaba en el suelo al lado de la cama. Buscó, pues sabía que había metido una caja entera de preservativos y cogió uno.

Se acercó a Rosa, y se deshizo del finísimo picardías que tanto le estaba enloqueciendo. Se quitó los boxers para así poder ponerse el preservativo, mientras Rosa no paraba de acariciarle y besarle por todas partes.

Una vez que estuvo listo, se acercó a ella, sus cuerpos desnudos estaban lo más juntos posibles, y hacían que una corriente eléctrica los recorriera de pies a cabeza. Haciendo que un fuego les quemara por cada parte en la que se tocaban.

Se movió, para poder acceder a la intimidad de Rosa, entró despacio en ella, pero con bastante ansia, pues estaba demasiado excitado como para hacerlo con calma. Ambos gimieron cuando Izan entró dentro de Rosa.

Empezó a moverse, ni siquiera fue despacio para incrementar el ritmo. Su cuerpo actuaba por voluntad propia. Tenía sed de su amada, de darle todo su amor, un amor que rezumaba por cada poro de su piel.

Izan se movía acompasándose al ritmo de Rosa, pero además se acariciaban y besaban por todas partes, demostrando ese amor tan grande que existía entre ellos, que les hacía estar en el cielo.

Como si todo desapareciera, estuvieron así durante muchísimo rato, hasta que alcanzaron el clímax. Fue una de las mejores experiencias que habían tenido hasta ese momento.

Se miraron a los ojos, mientras seguían abrazados. –Me encantó mi regalo… -dijo con una sonrisa.

-¿El videojuego? –preguntó Rosa.

-Bueno ese ha estado genial, pero yo me refiero a este otro regalo… -contestó ruborizándose. –Gracias, mi niña, de verdad.

-No sabía si te gustaría el picardías. –dijo.

-¿Qué no sabías si me gustaría? –preguntó. –Si solo me ha faltado ponerme a salivar cuando te he visto…

-Me daba vergüenza ponérmelo, pero quería que tuvieras un bonito regalo de mi parte. –respondió acariciando su mejilla.

-Estabas hermosa. –dijo. –Aunque te prefiero así sin ropa. –añadió besándola en el cuello.

lunes, 18 de octubre de 2010

Amistad y amor capitulo 15

15º- El viaje

César, que nunca había visto a su amigo tan cariñoso estaba bastante sorprendido. –No sabía que eras como un oso amoroso… -dijo en tono divertido.

Eso sonrojó tremendamente al escuchar la frase de su amigo. –Esto… yo…. Yo… -no sabía lo que contestar.

Los tres empezaron a reírse ante la reacción de Izan. Rosa intentó calmarle aún entre risas. –Mi amor, no te pongas así, que sabes que te está tomando el pelo.

-¡Qué graciosos que sois…! –se quejó.

La cena continuó bastante tranquila, y algo más relajada. Estela y César hablaron bastante en la cena. Eso alegró mucho a Izan y a Rosa, que esperaban que todo acabara bien para los dos.

Se hizo bastante tarde, y decidieron marcharse. César acompañó a Estela a casa. Rosa sonrió al ver lo mucho que se preocupaba César por su amiga, sabía que con lo buen chico que era no la dañaría.

Después de recoger todo, se cambiaron de ropa y se fueron a la habitación. Rosa se sorprendió al ver que Izan se había puesto a hacer una maleta. – ¿Dónde te vas?

-Dirás que dónde nos vamos. –le corrigió.

-¿Cómo que “nos vamos”? –preguntó atónita.

-Sí, mañana nos vamos a pasar el puente a un sitio, tú y yo solos. –contestó.

-¿De verdad? ¿A dónde? –preguntó. – ¿Y cómo que nos vamos de viaje?

-Es mi regalo de aniversario. –contestó. –Recuerda que el sábado hacemos un mes, juntos.

-Pero no era necesario semejante regalo.

-Claro que lo era. Te lo mereces todo. –respondió. –Todavía me parece mentira que me quieras y estés conmigo.

-Pues créetelo, porque te quiero con toda mi alma.

Él al escuchar sus palabras, se abalanzó sobre ella, cayeron en la cama y empezaron a reírse. –Eres mi reina, mi diosa, toda mi vida…

-No digas esas cosas que me sonrojo… -dijo ella escondiendo el rostro en el pecho de Izan.

-Las digo porque las pienso y siempre va a ser así. –contestó él, muy seguro de sí mismo.
-¿No me vas a decir dónde es? –preguntó sin dejar de mirarle.

-No, es una sorpresa. –contestó.

-¡Pero quiero saberlo!

Él se rió ante el comportamiento infantil de su chica. –La gracia de las sorpresas es no saber lo que son.

-Espero que me guste, con lo malo que estás siendo… -dijo haciendo un puchero.

-Te encantará. –contestó abrazándola.

Esa noche Rosa durmió poco. No hacía más que darle vueltas al lugar al que podría ser el viaje. Pero como tampoco había podido ver la ropa que metió Izan en la maleta no le daba ninguna pista. Y no podía cotillear porque había cerrado con un candado y tenía guardada la llave.

No le quedó más remedio que esperar, por la mañana estaba muy inquieta, intentando sonsacarle algo a Izan, pero no tuvo suerte. Fueron hasta el aeropuerto en el coche y ya cuando fueron a la puerta de embarque vio el destino.

-¿Canarias? –preguntó.

-Sí, ¿Qué te parece? –le preguntó abrazándola.

-¡Es fantástico! –gritó ilusionada. –Hace muchísimos años que no voy a la playa.

-Lo sé, por eso me pareció tan buena idea. –contestó. –Aunque nunca he sabido porqué no has ido más a menudo con lo mucho que te gusta.

-Porque siempre estábamos justos de dinero para ir a la playa. –respondió. –Y luego ya entre el trabajo y que no me apetecía ir sola…

-Nunca hubieras ido sola. Porque aunque no estuviéramos juntos, me habría ido encantado contigo a la playa.

-Gracias de verdad… -dijo besándole cariñosamente. –Es un regalo estupendo. Al lado de esto, mi regalo te va a parecer una tontería…

-¿Me has comprado algo?

-Pues claro. Pero seguro que no te gusta…-contestó.

-¿Puedo verlo? –preguntó ilusionado.

-No, hasta el sábado, no. –dijo ella.

-Pero no es justo… tú ya sabes tu regalo… yo quiero saber el mío. –contestó fingiendo ponerse triste.
-Bueno mira, hacemos una cosa. –dijo. –te lo doy cuando lleguemos al hotel.

-Vale… -contestó.

-Además tenemos que embarcar ya.

Subieron al avión y estaban muy contentos, aunque Izan estaba algo impaciente por recibir mi regalo. Estuvo haciéndole preguntas a Rosa para ver si le daba alguna pista sobre lo que era su regalo.

El viaje no era demasiado largo, pero a Izan se le hizo como un día entero. Tenía demasiada curiosidad por tener su regalo y eso hacía que el tiempo pasara más lento. Aterrizaron y bajaron con la maleta que no hizo falta que la facturaran.

martes, 12 de octubre de 2010

Amistad y amor capitulo 14

14º- Cena sorpresa

-Bueno ¿y tú que? ¿Ya tienes a alguien?- preguntó Izan dándole un codazo.

-No… bueno si, pero… creo no tengo ninguna posibilidad. - respondió Cesar.

-¿Por qué?- preguntó Izan extrañado. - y… ¿Quién es?

-Porque no nos conocemos de nada, es una chica muy guapa y morena. Trabaja en el colegio de Rosa.- respondió Cesar

-¿No estarás hablando de Estela?- preguntó Izan incrédulo.

-¿La conoces?- eso dejó a Cesar descolocado.

-Si. Se llama Estela, es una de las mejores amigas de Rosa. - informó Izan a su amigo- pero ¿de qué la conoces?

-De vista, la vi el otro día salir de ese colegio y estaba hablando con Rosa. Me quedé loco, es guapísima,- respondió Cesar sin mirar a los ojos a Izan. -Pero seguro que tiene novio, una hermosura como ella tiene que tener a miles detrás.

-Te equivocas amigo. Está soltera y sin compromiso. Si quieres te la presento. - dijo Izan con una sonrisa.

-Me harías un grandísimo favor, pero ya sabes que soy muy tímido en este sentido… - Dijo Cesar.

-Bueno no te preocupes. Si no vas a estar a solas con ella, a no se que quieras, claro… -le sonrió. - Iremos los cuatro ¿Qué te parece?- preguntó Izan.

- ¡Que eres el mejor amigo del mundo! - respondió César abrazándole. - Gracias- dijo al salir por la puerta.

Ver a su amigo tan animado le alegró más el día, si es que era posible. Decidió llamar a Rosa para contárselo, pues quería organizar la cena para que ambos se conocieran. Ella se alegró mucho ante la noticia.

-He pensado que la organicemos en casa y podría ser mañana, así estaremos más tranquilos. –comentó él.

-Me parece bien hacerlo en casa, pero ¿por qué no lo hacemos mejor aprovechando el puente?

-Pues… es que… -intentaba encontrar una excusa convincente para que no le cazara la mentira. –Resulta que… César no va a estar libre en el puente, le tocan guardias, así que no podrá quedar.

-Ah, entiendo. –dijo. –Bueno, vale, la hacemos mañana.

-Vale, mi niña, te veo en casa.

-Lo estoy deseando. Te quiero. –contestó antes de colgar.

El día pasó rápido, Rosa estaba emocionada. Le dijo a Estela que cenara en su casa al día siguiente, que le esperaba una sorpresa y que le gustaría mucho. Ella estaba algo reticente ante la idea de una sorpresa, pero confiaba en su amiga.

Al día siguiente, las horas pasaron más lentas, sobre todo para Estela, que estaba ansiosa por conocer su esperada sorpresa. Izan y Rosa habían comprado todo lo necesario la tarde anterior.

Una vez que llegaron a casa estuvieron preparándolo todo para cuando llegaran los dos. Rosa estaba histérica. –Preciosa, cálmate.

-Es que quiero que esto salga bien, además quiero que mi amiga sea feliz. –contestó algo abstraída.

-Bueno, yo me voy a buscar a César, así llegará Estela y luego llegaremos nosotros. –dijo él.

-Claro, así se podrá arreglar y yo también.
-Bueno te veré luego. Te quiero. –dijo besándola.

Salió de la casa, para ir a buscar a su amigo, mientras Rosa se quedó en casa esperando a su amiga. Poco rato después llegó Estela a casa, que estaba bastante nerviosa. –Hola… ¿Me vas a decir cuál es la sorpresa?

-Todavía no. Hasta que no venga Izan no sabrás lo que es.

-Eres mala… -se quejó.

-Bueno, vamos a arreglarnos. –dijo ella para cambiar de tema.

Estuvieron vistiéndose, y luego maquillándose, entre las dos resultaba más rápido y entretenido. No pararon de hablar en todo el tiempo, hasta que oyeron las llaves de la puerta.

-Ya viene Izan. –dijo Rosa con una sonrisa. –Vamos.

Las dos fueron hasta la entradita. Rosa saludó con un beso muy cariñoso a Izan. Pero Estela no se sorprendió, ya estaba acostumbrada. Se quedó parada cuando vio un chico al lado de la puerta.

Era muy alto, con unas facciones muy varoniles y una mirada profunda. Él se quedó observándola, con una media sonrisa, y ligero rubor en las mejillas. Había esperado muchos días para poder conocerla en persona.

Se acercó lentamente a ella. –Hola… me llamo César y soy amigo de Izan y de Rosa. –dijo tímidamente.

-Hola… me llamo Estela.

-Lo sé. –contestó él.

-Bueno, vamos a pasar a cenar ¿no? –propuso Izan.

Ellos dos pasaron delante, y las chicas detrás. Rosa se acercó a su amiga para poder susurrarle al oído. –Bueno ¿Te gusta tu sorpresa?

-¿Él es la sorpresa? –preguntó sorprendida. –yo… -no pudo seguir porque se ruborizó.

-Solo queremos que os conozcáis, lo que hagáis después… es cosa vuestra. –dijo sonriendo a su amiga.

Se sentaron a la mesa, donde estaba toda la comida lista. Al principio, tanto César como Estela estaban bastante cohibidos, y casi no articulaban palabra. Pero entre Izan y Rosa consiguieron que se relajaran lo suficiente como para ponerse a hablar.

Izan y Rosa tenían momentos cariñosos, en los que no podían evitar darse besos y cogerse de la mano. En esos momentos, tanto César como Estela, se miraban a la vez y apartaban la mirada avergonzados.

martes, 5 de octubre de 2010

Amistad y amor capitulo 13

13º- sorpresas

Ella hacía lo mismo, tenía sed de amor, pues cada vez se sentía más atraída hacia Izan, sentía todo el amor que crecía en su interior, y que ansiaba entregarse de nuevo en ese instante a Izan.

Pronto estuvieron desnudos, frente a frente, mirándose con admiración, amor y lujuria. Sentían una imperiosa necesidad de amarse y darse amor por todas partes y de todas las formas posibles.

Rosa bajó su mano, en busca del miembro de Izan para jugar con él. Mientras Izan, besaba a Rosa por el cuello, para luego ir bajando. Se detuvo en sus pechos, disfrutando de ellos con su lengua, haciendo que ella se estremeciera.

Siguió bajando, por su cuerpo, hasta que llegó a su intimidad. Jugueteó con la lengua para que Rosa experimentara mucho placer. Ella no pudo contener los gemidos provocados por lo que hacía Izan.

Esos gemidos enloquecieron a Izan, que no pudo controlarse, pues estaba ardiendo por dentro. Su interior le gritaba que debía poseer a Rosa o explotaría de tanto contenerse.

Ya no pensaba ni razonaba, solo dejó que sus instintos más primarios salieran a la superficie. Cogió a Rosa por la cintura, penetrándola con rapidez, pues estaba necesitado de su cuerpo, de sentirse dentro de ella.

Nada más entrar en ella, ambos se excitaron tremendamente, dejando que sus cuerpos sintieran por completo al otro, que lo disfrutaran, y experimentaran semejante placer.

Sus movimientos eran rápidos y urgentes, pues sus cuerpos ansiaban sentir mucho placer y darlo. Mientras los besos y caricias no paraban, sino que aumentaban considerablemente.

Esa noche llegaron al clímax en dos ocasiones y fue la mejor experiencia de sus vidas. Durmieron abrazados y con una amplia sonrisa en sus rostros, por haber experimentado tales sensaciones.

Pasados unos cuantos días, las cosas entre ellos estaban mejor que nunca, y Rosa llevaba casi una semana sin encontrarse con Ángel, lo que la animaba bastante a sonreír.

Izan quería dar una sorpresa a Rosa por su aniversario. Cumplían un mes juntos y ese había sido el mejor mes de su vida, aunque habían tenido alguna que otra discusión. Pero eso no le importa, quería celebrarlo.

Llevaba algún que otro día dándole vueltas y no sabía qué hacer. Pues él sabía muy bien que a ella le encantaba el mar, aunque llevaba mucho tiempo sin ir por algún motivo que desconocía.

Se le ocurrió que podían coger un puente de cuatro días e invitarla a un hotel de cinco estrellas con todo incluido en Canarias. Ella no tendría problemas, dado que al trabajar como profesora en un colegio tenía todos los puentes libres, y él se pediría libres los días para irse con ella.

Lo que le iba a costar mucho era mantenerlo en secreto, porque nunca le había podido ocultar nada a Rosa. Ella al momento sabía cuando él estaba mintiendo o cuando no lo estaba haciendo. Eso era lo que peor llevaba, pero al menos lo intentaría.

Empezó a buscar en Internet, encontró uno en el que él estuvo de vacaciones un año y le encanto. Así que no se lo pensó, hizo la reserva por Internet, justo para ese mismo fin de semana que era un puente. Reservó la suite del hotel, le sorprendió pues no pensaba que estuviera libre, solía estar siempre cogida.

Después de hacer la reserva, se puso a buscar los vuelos, conocía una página donde los vuelos salían muy baratos y se puso a mirar, pero entonces sonó su móvil. -¿Si, dígame?- contestó Izan sin saber que era su novia.

-¿Cómo esta el chico mas guapo y maravilloso del mundo?- preguntó Rosa al otro lado del teléfono.

-Hola mi amor, no sabia que eras tú. – respondió Izan con una sonrisa. - Pues bien aquí, que hoy no tengo casi pacientes. Se me esta haciendo eterno el día, pero bueno… ¿y tu día qué tal?

-Bien echándote de menos – respondió ella algo tímida

-¿Y esa timidez de repente?- preguntó Izan sabiendo que la iba a poner más vergonzosa aún.

-Nada… solo que… no estoy sola. - respondió ella muy bajito.

-¿Con quién estás?- preguntó Izan esperando que no sea con Ángel.

-Con Estela.- contestó ella para tranquilizarlo.

-Menos mal… ya pensaba que era con el idiota ese. - dijo Izan más tranquilo.

-Bueno mi niño, te tengo que dejar que ya acabó el recreo. Nos vemos luego. Adiós, te quiero. –dijo ella.

-No más que yo, mi princesa. - respondió Izan con una sonrisa y después colgó el teléfono.

En ese momento entró César por la puerta. Cesar era el mejor amigo de Izan siempre se lo contaban todo y dijo. – Hombre, pero mira a quién tenemos aquí. Al hombre mas serio del mundo, sonriendo ¿Qué paso para que estés tan feliz?

-Que acabo de hablar con Rosa.- respondió Izan sin borrar la sonrisa de su cara.

-¿Cuándo te piensas declarar?- preguntó Cesar.

-Ya lo hice, este sábado hacemos un mes. - respondió Izan.

-¿Y cuándo pensabas contármelo, señorito?- preguntó Cesar.

-Lo siento, se me debió pasar… - se disculpó Izan.

-Bueno tranquilo, y ¿Qué vais hacer? ¿Lo vais a celebrar? –le preguntó su amigo.

-Si, pero ella no va a saber nada, es una sorpresa. La voy a invitar a un viaje a Canarias, a un hotel de cinco estrellas con todo incluido, y por suerte la suite estaba libre. - dijo Izan sonriente.

-¿Cuándo?- preguntó Cesar intrigado.

-Este puente- respondió Izan.- Ya que, por suerte libro los cuatro días…

-Me parece estupendo, y más sabiendo que le encanta tanto el mar como le encanta a ella. - dijo Cesar.

-Espero poder ocultarlo. Ya sabes que siempre me caza cuando la miento. - dijo Izan bajando la mirada.

-Bueno tranquilo intenta no sacar tema, tenerla entretenida. Y ya veras como puedes ocultárselo sin ningún problema. - le animó su amigo.

sábado, 2 de octubre de 2010

Amistad y amor capitulo 12

12º- Buena reconciliación

-Rosa, tú eres mi chica, es mi deber protegerte. –contestó muy decidido. –Y ahora necesito que me digas lo que hizo.

-¿Cómo que lo que hizo? –preguntó extrañada. –Ya te dije que nunca me ha hecho nada, solo mirarme.

-¿Y cómo te miraba? –preguntó. – ¿Qué hacía con las manos?

-Eh… con las manos no hacia nada, porque tenia una cámara de fotos con la que me hacia las fotos. -respondió ella empezando a temblar en los brazos de él.

-¿QUÉ? ¿QUÉ ESE MAMÓN TE ESTABA HACIENDO FOTOS? –preguntó Izan a voz de grito- SERÁ PERVERTIDO…

-Tranquilo mi niño, no te alteres que me estás dando miedo. -dijo Rosa intentando calmarle.

-¿Cómo te miraba? -preguntó Izan intentando calmarse.

-No sabría decirte. Me miraba como pensando que, en el momento que menos me esperaba, vendría a por mi. -respondió ella aun temblando.
- ¡Lo mato! yo en cuanto vea al gilipollas ese, lo mato. -respondió él aun enfadado- por cierto, vuelvo a lo de antes si no me dijiste nada es porque aun quieres algo con él ¿Verdad?

-Pero ¿Qué dices? ¿Estas loco o qué te pasa? ¿Cómo voy a querer yo estar con un violador? -preguntó ella poniéndose seria y separándose de él.

-No digo tonterías, digo la verdad. Si no dijiste nada a nadie es porque en realidad quieres que te haga algo.- respondió Izan aún cegado por los celos.

-No, a ti lo que te pasa es que estas celoso, y no se por qué, dado que lo odio. - respondió Rosa poniéndose mas seria por momentos.

-Yo no estoy celoso, yo solo digo lo que pienso. -contestó Izan.

-Claro, lo que piensas… Mira piensa lo que quieras, no tendrías que estar celoso pero lo estás. No sé por qué si no hay motivos, pero bueno… - dijo Rosa mirando al suelo.- Cuando se te pasen esos celos estúpidos, entonces me dices algo con claridad.

-Vale como quieras- respondió Izan muy serio saliendo por la puerta. Llegó a las escaleras del portal y se sentó en ellas pensando en Rosa.

No comprendía por qué no le daba importancia a algo tan grave. Muy en el fondo sabía que son los celos los que le hacían estar tan furioso, pero la quería demasiado como para no protegerla.

Mientras, Rosa se quedó descolocada en casa llorando. Pasado un rato, de llorar y pensar en Izan, decidió que no podían quedarse así las cosas. Ella comprendía que se hubiera enfadado por no contárselo y se daba cuenta de lo mucho que le quería, así que cogió las llaves y salió por la puerta dispuesta a buscarle.

Al llegar a las escaleras del portal le vio sentado en ellas y con la cabeza escondida entre las manos, se sentó a su lado y le abrazó diciendo. - No puedes ser tan celoso y menos sin motivos. Y tampoco puedes ser tan sobreprotector, porque entonces por esa regla de tres no saldría nunca a la calle sola ¿no crees?

-Lo siento, por lo de los celos, llevas razón. Pero por lo de protegerte no, te quiero demasiado como para permitir que te pase algo. Si te pasara algo me muero… - respondió Izan abrazándola y besándola en sus cabellos.

-Mi niño tonto y sobre protector… - contestó Rosa moviendo la cabeza a los lados con una sonrisa.

-Si lo soy, pero eso solo significa que te quiero o ¿no? - dijo Izan besándola y levantándola en sus brazos. –Anda vamos a tu casa, que aquí no pintamos nada. - y la llevó en brazos hasta su puerta, para así poder entrar.

Entraron y se quedaron abrazados. Rosa lo miró a los ojos. –Me puse fatal cuando vi que te ibas de casa…

-Sé que fui muy impulsivo, pero estaba enfadado. –se justificó.

-No, estabas celoso. –le corrigió ella.

-Bueno… eso también. –dijo avergonzado. –Pero es que no te imaginas cuanto te quiero…

-Seguro que yo te quiero más.

Izan la besó con dulzura mientras sonreía desmesuradamente. –Eso lo dudo mucho. –contestó él. –Llevo queriéndote toda mi vida…

-¿Te puedo preguntar algo?

-Claro, princesa, lo que quieras. –dijo él acariciando su rostro.

-¿Por qué no me lo habías dicho nunca?

-¿Decirte el qué? –preguntó algo extrañado.

-Que te gustaba.

-Porque tú no me veías de la misma forma. –contestó. –Además yo era feliz si tú lo eras, aunque en el fondo me moría de ganas de decírtelo.

-He debido hacerte mucho daño estos años… -dijo apenada agachando la cabeza y escondiendo el rostro en el pecho de Izan.

Él levantó su rostro para encontrar su mirada. –Ey… no digas eso. –dijo él. –Además, lo importante es que por fin me quieres.

-Claro que te quiero, y muchísimo. –respondió sonriente. -¿Te lo demuestro? –preguntó retándole.

-Lo estoy deseando… -susurró dulcemente.

Ella se acercó más a Izan, apretándose hasta el máximo a él. Levantó su rostro para que sus labios se unieran en un beso muy cálido y tierno. Izan puso sus manos en la cintura de Rosa con suavidad.

Empezaron unas tiernas caricias por las partes a las que llegaban, mientras en su interior habían empezado a encenderse. Izan, se volvía loco al tener tan cerca a Rosa, siempre la había deseado, y sobre todo en ese momento.

No tenía autocontrol suficiente para esperar mucho más. La cogió en volandas y se la llevó a la cama. Se tumbó, quedándose encima de ella, para poder empezar a quitarle la ropa con rapidez.